Foto: Francisco de Roux, S.J. | tomada de colsanjose.edu.co
Nadie puede tener más fuerza moral para pedir un cese a la guerra que las comunidades y organizaciones que han sido sometidas al silencio, al terror, expresó el padre Francisco de Roux, durante el reciente encuentro de líderes sociales de la -Redprodepaz-, celebrado en Sucre.
Señaló que el resultado de la segunda etapa de los diálogos en La Habana, que comenzaron hoy, debe ser ‘un grito muy claro y contundente: ¡Por favor paren la guerra!’ Por su interés en la coyuntura ArcoIris.com.co reproduce la intervención hecha por el padre Francisco de Roux durante el mencionado encuentro.
/ Mi visión sobre el proceso de paz, es una visión llena de mucho realismo, pero convencido de que no hay ninguna obligación moral más grande para nosotros los colombianos, que el de la responsabilidad de parar la guerra para que dejemos de matarnos, y así mismo poder construir las cosas que llevamos en el corazón, y exista esa justicia social y ese respeto de los unos por los otros que todos anhelamos.
Soy de los que piensa que este proceso de paz es necesario apoyarlo con inmensa determinación y convencimiento, para lo cual debemos estar preparados para las dificultades que con seguridad se han de presentar. Estoy convencido de que este proceso de paz ha contado con una preparación mejor que los anteriores, porque ha tenido en cuenta los conocimientos ganados en el pasado, tanto, que hoy vemos en la mesa de diálogos a los militares, hecho que antes era una cosa era impensable.
Gracias a esos conocimientos del pasado se aprendieron muchas cosas, como por ejemplo lo necesario que es para un proceso de paz, la construcción previa de una agenda; que todos los actores deben estar sentados en la mesa, es por eso que me parece importante que se piense en dialogar también con el Ejército de Liberación Nacional –ELN.
Este proceso de paz que se llevará a cabo en La Habana, está ante los ojos del mundo entero, por las formas de violencia que se han desatado a lo largo de este conflicto, en donde han surgido bandas criminales, narcotráfico, etc., y es materia de vigilancia porque este nos introduce en una justicia transicional, que exige la revelación de hechos de la manera compleja como se ha desatado esa terrible ola de violencia. Porque es claro que en esta guerra se han desarrollado prácticas perversas para ejercer el negocio del narcotráfico; prácticas perversas como el uso de las minas antipersonas, y del otro lado se acudió a los falsos positivos, junto con las falsas desmovilizaciones para demostrar resultados.
Todo lo anterior debe pararse, como también debe parar la idea de tener a un grupo de hombres que estén dispuestos a morir en una confrontación armada, donde lo que se busca no es hacer rendir al contendor, sino que este muera primero. Por esta razón debemos llegar a una paz duradera con ellos.
En este esfuerzo por ganar la guerra hemos entregado billones de pesos para el gasto militar, que bien nos ha podido servir para construir carreteras, para la educación de nuestros jóvenes y niños, para el desarrollo rural, etc. Tenemos que salir de esta reunión con un enorme compromiso en este tema, porque nada es más importante para nuestro país que la posibilidad de vivir en paz.
Nadie puede tener más fuerza moral para pedir un cese a la guerra que las comunidades y organizaciones que han sido sometidas al silencio, al terror, expresó el padre Francisco de Roux, durante el reciente encuentro de líderes sociales de la -Redprodepaz-, celebrado en Sucre.
Los retos que veo en nuestros hombres y mujeres que le han entregado el alma a los programas de desarrollo y paz, comienzan por crear en nuestras regiones una voz colectiva que abandere mensajes como “Paren la Guerra”, y que ese mensaje llegue también a los oídos de las guerrillas y sus aliados, lo mismo que a los empresarios y al gobierno nacional, porque es necesario que cada uno de estos señores escuche ese clamor que viene desde las víctimas, de las familias que están en el territorio donde se vive esa ola de violencia y que tienen hijos en las filas de la insurgencia y los paramilitares.
Nadie puede tener más fuerza moral para pedir un cese a la guerra, que las víctimas del conflicto armado y me refiero a las comunidades y organizaciones que han sido sometidas al silencio, al terror. Este grito debe ser muy claro y contundente “¡Por favor paren la guerra!” Ese debe ser el resultado de la segunda etapa de los diálogos en La Habana. Que lleguen a un acuerdo entre las partes en conflicto, que a su vez evite que nos sigamos matando y que permitan hacer los cambios profundos que es necesario realizar en Colombia, y por supuesto, también es necesario crear ese entusiasmo en todas las regiones para apoyar los diálogos de paz.
Es claro que durante el desarrollo de los diálogos de paz habrá momentos de tensión, en donde alguna de las partes se querrá levantar de la mesa; presiones de los medios de comunicación para sacar chivas noticiosas, por lo que se requiere de la voz del pueblo que deje en claro que no se requieren asesinatos, secuestros y torturas para solucionar los problemas sociales del país.
También es necesario que quede clara la manera como se va a desarrollar la tercera etapa en donde se llevarán a cabo ejercicios de convivencia y reconciliación, de respeto por el otro, que nos ha de permitir a su vez un desarrollo económico fuerte. Esto debemos empezar a construirlo desde ya a través de los Programas de Desarrollo y Paz, que además es necesario fortalecerlos.
Es claro que el gobierno nacional desconoce la manera como se concibe el desarrollo rural en las regiones, lo mismo que la guerrilla, por eso tenemos que demostrar que existe un camino, una forma de llevar a cabo un desarrollo rural integral que incorpore a nuestras ciudades principales, que desarrolle las fincas campesinas, que incentive la economía de los pueblos y municipios, que cuide de los ríos y montañas, teniendo en cuenta el ordenamiento territorial, que indique cuales son las tierras que deben dedicarse para la producción de alimentos, etc.
Todo lo anterior debe surgir de un acuerdo entre todos, de tal manera que lo que decidamos en nuestros territorios, dirigido a la vida que se quiere desde las comunidades, y en esto los programas debemos dar un ejemplo de organización, de conocimiento, porque el país no conoce el significado y los alcances del desarrollo rural. El país aún piensa que el único objetivo de éste es conseguir divisas a través de grandes exportaciones, que a su vez se traduce en la acumulación de grandes cantidades de dinero en una cuenta bancaria. Ese pensamiento hay que cambiarlo, y eso se logra solo si los hombres y las mujeres del campo se apropian de este tema, articulando los trabajos que se ha hecho en los diferentes programas y todo lo que a su alrededor se mueve.
* Declaración del padre Francisco de Roux en la Segunda Asamblea de Pobladores de la Red Nacional de Programas Regionales de Desarrollo y Paz -Redprodepaz-. Tolú, Sucre 15 y 16 de Noviembre de 2012.