Foto: archivo revista Semana
En una paradoja difícil de entender, los paramilitares absorbieron a la disidencia del Epl, que era supuestamente de izquierda radical, y consolidaron una alianza con un sector de Esperanza, Paz y Libertad. Ya Rito Alejo del Río se ha convertido desde la Brigada XVII en el “pacificador de Urabá”, una región a la Uribe como gobernador le dedica todos sus esfuerzos, especialmente con el apoyo y la promoción de las Cooperativas de Seguridad, Convivir. Justo en 1997, cuando éstas tomaron auge, los paramilitares se consolidaron en Urabá con el Bloque Bananero. Para entonces Esperanza, Paz y Libertad contaba los 600 muertos entre militantes y simpatizantes. Posiblemente las cifras de campesinos y líderes del Partido Comunista son similares.
Ese mismo año Agudelo vuelve a ser diputado, y Teodoro Díaz es elegido alcalde de Apartadó. Para muchos, es imposible que Esperanza, Paz y Libertad pudiera mantener ese liderazgo sin una alianza con las AUC. Pero Agudelo argumenta que ellos siempre han estado al margen de los paramilitares. Argumenta que estos grupos quieren suplantar al Estado, y en ese sentido son sediciosos.
A principios del siglo hay una nueva y definitiva ruptura. En el año 2000, Mario Agudelo es elegido como alcalde Apartadó, Aníbal Palacio en la de Turbo y Gerardo Vega como diputado de Antioquia, todos ellos a nombre de Esperanza, Paz y Libertad.
Mientras tanto, Carmen Palencia acababa de sobrevivir a cinco disparos que sus antiguos compañeros de la disidencia del EPL y los paramilitares le propinaron como castigo por insistir en la lucha por la tierra para los antiguos campesinos que fueron la base social y política del Pc ml. En el corregimiento nueva California en Turbo se enfrentó, junto a otras 37 familias, con el ahora jefe paramilitar Raúl Hasbún, quien reclamaba como propios los predios que ellos habían invadido más de una década atrás y que fueron declarados baldíos por parte de la Nación.
En el colmo de la paradoja, los antiguos integrantes del Epl, quienes le habían brindado a Carmen una mano amiga cuando llegó huyendo de Carlos Castaño en Córdoba, ahora eran los jefes del paramilitarismo en Urabá: Antonio Arboleda, quien fungía como representante legal de la Convivir Papagayo y Rafael García, el líder de milicias y posterior fundador de los Comandos Populares, de García se dice fue el tercer comandante del Bloque Bananero de las AUC.
Gerardo Vega fue expulsado de Esperanza Paz y Libertad en 2001 cuando se opuso a que ese movimiento apoyara la aspiración presidencial de Álvaro Uribe. Mario Agudelo argumenta que apoyaron a Uribe porque coincidían en las preocupaciones y propuestas en materia de seguridad.
El cambio de siglo tomó a Urabá “pacificado”. Sobre una tierra sembrada de muerte, el sindicato y los empresarios lograron una armonía nunca vista. Se erradicaron las huelgas y la protesta social. Tal como lo ha dicho Freddy Rendón “El Alemán” en sus versiones libres, se fundó un movimiento político regional para controlar todos los municipios y los cargos de representación popular: concejos, diputaciones y el Congreso, tanto con senadores como con representantes a la Cámara de Antioquia y Chocó.
Al momento de la desmovilización paramilitar en 2005, Carmen Palencia estaba en plena lucha por los títulos de las tierras donde había vivido y trabajado por mucho tiempo, y por las que habían pagado una suerte de extorsión a un conocido empresario de la zona que se las cobraba a nombre de Hasbún o el comandante Pedro Bonito. Los campesinos pagaron, pero nunca recibieron títulos y por eso iniciaron un proceso por fraude. Y acudieron a Gerardo Vega para que como abogado y amigo los defendiera. La batalla jurídica comenzó. Palencia creó la organización Tierra y Vida y Vega una fundación llamada Forjando Futuros. No obstante, Vega fue nombrado de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación en Antioquia, lo que causó beneplácito entre muchas víctimas y desconfianza y reservas entre sectores de Urabá que sabían que Vega se había separado del rebaño de sus ex compañeros de lucha.
Los caminos de la política se bifurcaron aún más cuando Mario Agudelo, el gran jefe de Esperanza Paz y Libertadse integró a Convergencia Ciudadana en 2001, grupo que luego se convirtió en el PIN, el más cuestionado de los partidos políticos del país, considerado por analistas el instrumento electoral de las mafias. Agudelo sin embargo se marginó de ese proceso y de la vida pública. Teodoro Díaz no tiene cargos de representación política pues estuvo condenado por actuaciones en los Comandos Populares.