S.O.S por los trece humedales de Bogotá

A mediados del siglo pasado, la Sabana de Bogotá, tenía aproximadamente 60 humedales, hoy solo sobreviven 13. O dicho en otros términos, poseía 50.000 hectáreas de humedales, actualmente  quedan 600.

Según la convención de de Ramsar (organismo internacional que vela por la conservación de los humedales en el mundo), estos vienen a ser: “extensiones de marismas, pantanos o turberas de agua, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de aguas marinas cuya profundidad de marea baja no exceda los seis metros[1]”.

Es sabido que la sabana de Bogotá fue en el pasado un gran lago y que con el levantamiento de la cordillera Oriental se fuero formando estos cuerpos de agua que se conocen como humedales, los cuales tienen una relación directa con los ríos Tunjuelo, Juan Amarrillo y Bogotá entre otras corriente de agua, formando un tejido hídrico en el subsuelo que ha permitido entre otras razones geológicas y ecológicas la riqueza del suelo de esta sabana andina.

Los humedales que aún se encuentran en Bogotá son: “Torca, la Conejera, Córdoba, Tibabuyes o Juan Amarillo (el más grande del mundo dentro de una ciudad capital), Santa María del Lago, Jaboque, Guaymaral, Techo, Chucua del Burro, la Vaca, Tibanica, Capellanía y Meandro de Say[2]”.

La importancia de estos lugares radica principalmente en que albergan una gran biodiversidad de flora y fauna nativa y endémica, como en el caso del humedal de la Conejera, donde se encuentra la “Margarita de Pantano”, “una planta que había sido declarada extinta por la Unión Internacional de la Naturaleza y que fue descubierta de nuevo para la ciencia en 1998 por la Fundación la Conejera[3]”, también el humedal de Capellanía en la localidad de Fontibón, donde habitan: “18 especies de aves de las cuales 6 son migratorias entre las que se encuentran: monjitas (Agelaius icterocephalus), chorlos playeros (Tringa spp), Cerrojillos (Dendroica fusca), atrapamoscas (Contopus virens), entre la diversidad florística se encuentran la praderas de Junco (Scirpus californicus) y Enea (Typha dominguensis), entre muchas otras especies de flora y fauna distribuidas en los 13 humedales[4]”. También se encuentran algunas especies  introducidas que los afectan, como la planta Papiro (cyperus papirus), que se halla en el Meandro de Say, desplazando a las especies nativas.

Se podrían seguir enumerando en cada  uno de ellos la jerarquía que poseen como despensa y hábitat de mucha especies de aves migratorias de Canadá, Estados Unidos, Chile, Centro América y de otros departamentos de Colombia, que como consecuencia de los Cambios Climáticos, principalmente el aumento de la temperatura, están migrando a zonas más benignas y de no hacerse acciones que detengan sus destrucción estas no tendrán donde refugiarse y algunas especies desaparecerán al no tener tiempo de adaptarse a los acelerados cambios climáticos que están aconteciendo en la Tierra.

Los humedales son la vida de Bogotá. Estos controlan las crecientes  de los ríos o cuando se presentan exceso de lluvias, participan en el proceso de evapotranspiración para regular el clima de la sabana y de la región, contrarrestan las “islas de calor que se presentan en la ciudad” mitigan los altos niveles de contaminación atmosférica y acústica, producidas  por los automóviles, motocicletas, discotecas, fabricas, permitiendo una mejor calidad de vida para las y los ciudadanos;  sumado a que propician el desarrollo de una flora y micro flora que se relaciona con los cerros, permitiendo la diversidad de insectos y de aves que hacen parte de la cadena trófica de la cordillera de los Andes.

Igualmente estos ecosistemas hídricos a 2.600 msnm son propicios para investigaciones científicas de organizaciones nacionales e internacionales sobre diferentes variables que pueden estar generándose  por la contaminación y los cambios climáticos en su fauna y flora. Presentándose una gran potencialidad para recuperar en algo todos los daños producidos por la acción antrópica sobre este medio.

Después de evidenciar el valor (ecológico, biológico, económico, social y cultural)  que poseen los humedales, es bueno reflexionar sobre los que ha venido ocurriendo durante muchos años, en los cuales poco, a poco estos han venido desapareciendo bajo los escombros, el relleno para realizar nuevas edificaciones, centros comerciales y avenidas. ¿Qué podrá pasar? La respuesta  es  preocupante y se está viviendo en la actualidad. Cada vez que  llega la temporada de invierno con aguaceros prolongados, el agua ingresa a las casas, colapsa el sistema de transporte, las calles se inundan haciendo imposible pasar de una acera a otra, ya que los canales diseñados por los ingenieros(a) frecuentemente no dan abasto, todo el sistema de alcantarillado pone en alerta a la ciudad  tal como ocurre en la localidad de Tunjuelito, con las inundaciones en el barrio San Benito, en diferentes sectores de localidad  la Bosa al sur de la urbe, en Kennedy donde la población del barrio Patio Bonito y sus alrededores sufren las consecuencias, así como muchos barrios al occidente de la capital que se encuentran casi al mismo nivel de altura de los ríos y quebradas.

Si desaparecen los 13 humedales que le quedan a Bogotá, se formarán arroyos en las calles como ocurre en la ciudad de Barranquilla (es bueno recordar que estos existían antes que se construyera la ciudad), pero en la capital de la república, serán producto de la ignorancia socio ambiental y la mala planificación de los gobernantes de turno.  Esto traería más trancones, pérdida de tiempo, estrés y por supuesto violencia.

La controvertida obra conocida como ALO (Avenida Longitudinal de Occidente) es uno de los proyectos que más impacto puede tener sobre los humedales. La gran autopista pasaría por por: El bosque de las Mercedes, Bosque Malezas de Suba, humedal de Tibabuyes o Juan Amarrillo, humedal de Jaboque, humedal de la Conejera, Humedal Cofradía Capellanía y humedal de Guaymaral. ¿Cuántos  daños más se causarán? Es importante reflexionar sobre estas medidas insustentables que solo beneficia a un porcentaje muy bajo de personas que tienen automóviles, pero que dejaría unas consecuencias socio-ambientales  para la mayoría de la población y de la naturaleza como se ha venido planteando a lo largo de este documento. Por esto se hace un llamado a todos(a) las personas que deseen un mundo mejor, unir esfuerzos para detener este nuevo impacto eco-social.

/ Paul Sánchez Puche

 


[1] Documento de la Alcaldía Local de Fontibón, Gestión Ambiental Convenio 02 de 2009.
[2] Fuente: http://www.acueducto.com.co/wpsv5/html/ambiental/humedal/pop.htm
[3] Santiago la Rotta, Humedal la Conejera en Suba, el Espectador 17/10/10
[4] Documento de la Alcaldía Local de Fontibón, Gestión Ambiental Convenio 02 de 2009.