El escenario político y social venezolano está direccionado desde ahora, inexorablemente, hacia la coyuntura de las elecciones presidenciales en octubre de este año; disputa que representará un punto crítico de confrontación y demostración de fuerzas de losverdaderos factores de poder que hoy disputan el control del aparato de Estado en la sociedad venezolana.
El avance vertiginoso hacia esa coyuntura crítica enfrentará de manera nítida y descarnada al imperialismo con las corrientes nacionalistas y revolucionarias que irrumpieron desde febrero de 1989, gananando la iniciativa y la correlación que los llevó al gobierno en 1998 y al poder desde el 2002, cuando toman el control de las Fuerzas Militares y de PDVSA.
Estos son los factores reales de poder, las expresiones criollas de la derecha, operan como avanzadas imperiales y deben ser leídas desde la perspectiva de la estrategia que desplegará el imperio.
Un análisis sobre la política en Venezuela es obligatoriamente un análisis sobre la geopolítica mundial del petróleo. La configuración de la realidad nacional ha estado históricamente ligada al papel del imperialismo norteamericano y su afán agresivo por apoderarse de las reservas petroleras; así como su alianza con la burguesía venezolana, cuyo afán ha sido apropiarse de la renta petrolera, que se produce por la inserción de Venezuela en el mundo como país primario exportador de petróleo.
Es claro en los indicadores sociales[1], el tipo de agenda y las numerosas realizaciones operadas por los factores nacionalistas y revolucionarios que ha tenido el gobierno durante estos 12 años. Igualmente lo son los juegos de disputa sicológica y política del imperialismo y su expresión en la derecha y ultraderecha venezolana para deslegitimar estos avances.
A pesar de lo anterior, en los estudios de gestión y coyuntura de las encuestadoras venezolanas de cara a las elecciones de octubre, el presidente Chávez remonta las cifras de favorabilidad, pareciera que nos aproximamos hacia una contienda sin mayores sobresaltos y donde todos los actores políticos están alineados en el juego pacífico e institucional. Sin embargo un artículo reciente del comandante Fidel Castro[2], titulado “Lo que Obama conoce”, genera preocupación, en él afirma que en el actual contexto, Estados Unidos ha decidido promover el derrocamiento del gobierno bolivariano. A renglón seguido afirma:
“… Un error de Obama, en tales circunstancias, puede ocasionar un río de sangre en Venezuela. La sangre venezolana, es sangre ecuatoriana, brasileña, argentina, boliviana, chilena, uruguaya, centroamericana, dominicana y cubana…”
La reflexión de Fidel Castro, nos adentra en la complejidad de la política venezolana, señala otra dimensión de la política y la disputa por el poder, esa dimensión es el juego de la derecha venezolana y el imperio desde opciones no institucionales. La rudeza del juego que se avecina está dada por la condición venezolana de ser la primera reserva mundial de petróleo y la voracidad norteamericana por hacerse “a cualquier precio” con el control de este recurso.
El anuncio formal sobre Venezuela como primera reserva mundial de petróleo se hizo para finales de febrero de 2012, diversos medios de comunicación hicieron eco del estudio del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) en el que se afirma “En la Faja del río Orinoco en Venezuela yace una de las más grandes reservas de petróleo del mundo, calculada en unos 513.000 millones de barriles de crudo pesado que podrían ser extraídos”[3].
Durante todo el siglo XX Venezuela ocupó un importante papel como productor de petróleo, la longevidad y tamaño de sus reservas eran de las mayores del mundo con 77.700 millones de barriles, pero Arabia Saudí e Irak mantenían la supremacía con 262.700 y 112.500 millones de barriles respectivamente.
Sin embargo, recientemente el ministro de energía Rafael Ramírez ha informado que Venezuela actualizó y oficializó sus reservas de petróleo a 296 mil 500 millones de barriles. La contribución de las Áreas Tradicionales y Costa Afuera es de 242.413 millones de barriles; y la de las áreas de la Faja suma 86.168.776 millones de barriles. Este nuevo nivel de reserva ubica a Venezuela comparativamente con los principales países petroleros como la primera reserva petrolera del mundo.
Este nuevo escenario, conocido de años atrás por Estados Unidos, deja al descubierto el verdadero sentido de la disputa por el poder en la sociedad venezolana y el interés en profundidad por recuperar el control del petróleo por parte de Estados Unidos, cuya voracidad energética y demanda diaria de crudo podemos ver en el gráfico número 3.
Este nuevo escenario de preeminencia de Venezuela como primera reserva mundial de crudo, define la apuesta que Estados Unidos estará dispuesto a jugar en una coyuntura de transición como son las elecciones del 2012;su juego en el escenario Libio nos deja una lección importante.
La coyuntura que se abre puede traer una aventurada estrategia imperial de salida no institucional similar a la jugada en el 2002, o quizá más sangrienta y dramática. El escenario internacional de un Norte de África ardiendo, de una crisis económica y militar imperial, sumado al trasfondo de dificultades y reveses que ha tenido el imperialismo en el contexto iraquí, afgano, iraní y norcoreano, obliga a Estados Unidos a jugarse a fondo por la recuperación de la dirección de la sociedad venezolana y tomar así el control de las mayores reservas petroleras del mundo.
El imperio jugará tal vez una carta desesperada, consciente del dramático escenario que significará el posicionamiento de China como primera potencia para mediados dela década del 2020.
De nuevo es la lectura del petróleo, el eje clave para comprender el desempeño de los actores políticos en disputa. El petróleo ha sido desde siempre el nudo crítico o elemento clave para comprender la producción y reproducción del poder en Venezuela. Es el petróleo el mediador de la particular política que en cada ciclo histórico ha asumido el imperio hacia este país.
Es necesario estar alertas y profundizar mucho más en los elementos que la geopolítica del petróleo traerá para el nuevo período que se abre. Decimos período, no coyuntura, pues asistimos a un juego político cuyo resultado diseñará el mapa en el que la apuesta de construcción bolivariana y socialista se consolidará o colapsará.
/ Wilfer Orlando Bonilla
*Investigador Centro de Estudios Económicos y Sociales. Caracas-Venezuela.