Aún no se habían encontrado con sus familiares los diez militares liberados por las FARC cuando algunas plataformas protectoras de los derechos de los animales pusieron el grito en el cielo cuando divisaron a través de la televisión las imágenes de un saíno que caminaba a la pata del sargento de la policía José Libardo Forero y dos loros anclados sobre los hombros del suboficial también de la policía Robinson Salcedo Guarín. Los activistas denunciaban la vulneración de los derechos del mamífero y las dos aves que acompañaban a los liberados argumentando que los tres animales eran extraídos de su hábitat natural. Esta dicotomía entre los intereses de dos prisioneros que luchan contra la adversidad mediante la doma de una criatura salvaje para que les ayude a palear la pena moral ocasionada por el cautiverio y los deseos de los activistas ambientales en procura de salvaguardar a los animales, ilustra de alguna manera lo necio que resulta anteponer un discurso rectilíneo a realidades humanas, demasiado humanas.
Para Jorge Augusto Bernal, un prisionero de las FARC que lleva más de 17 años seguidos privado de la libertad, de los cuales8 hapermanecido bajo régimen de aislamiento en las penitenciarias de alta seguridad deLa Doraday Valledupar, una simple araña que anida en un rincón de su calabozo puede convertirse en su única compañera durante varios días o semanas y puede pasarse horas observando la manera como la pequeña criatura teje la red o la sutil forma que emplea para acercase hasta una mosca y atraparla de un salto. El sargento José Libardo Forero, con más de 12 años en poder de las FARC, tenía suficientes razones para tomar en la selva un cachorro de saíno y convertirlo en su mascota y así encontrar una ligera motivación que le ayudara a soportar encadenado las precarias condiciones de vida que prevalecen en los improvisados campamentos guerrilleros. Un hombre que vive con su familia en la punta de la colonización o en la frontera agrícola dela Amazoníacolombiana cualquier día saldrá de su rancho llevando en las manos una escopeta de perdigones y minutos más tarde cazará un mono churuco que luego echará a una olla con agua hirviendo y de allí saldrá un caldo con el que alimentará a un hijo recién nacido y tres o cuatro pequeños más.
Por momentos algunos promotores de ideas – todas respetables – se olvidan de la condición humana y quisieran ir más allá de la realidad y anteponer un concepto rígido a contextos que requieren una mirada acorde a las circunstancias y un tratamiento que debe salirse de los marcos establecidos. Hay discursos muy bien intencionados que pueden pervertirse si sus defensores no ponen los pies sobre la tierra y aceptan de que no todo lo que brilla es oro. Y esto no sólo cabe para el caso del saino y los loros sino también para otros asuntos tales como el tema de las víctimas, la justicia, la paz, el perdón…en fin muchos asuntos en los que el ensueño del discurso va por una senda y la existencia por otra. Espejismo y realidad: cómo recortar este abismo.
/ Yezid Arteta Dávila