Foto: Miriam Villegas, nueva directora del Incoder (izq)
El 1 de abril de 1996 cambió la vida de Miriam Villegas para siempre. Ese día su hija Manuela, de 9 años estaba patinando cerca de Jamundí, en el Valle, cuando fue atropellada por un campero. La niña murió y el dolor para la familia, y en especial para su madre, parecía insuperable.
En medio de ese duelo profundo, Miriam se reencontró con su paisano el sacerdote jesuita Francisco De Roux, quien estaba dando los primeros pinos en el montaje del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. Se trataba de demostrar que la paz se podía construir de la mano del desarrollo, desde abajo, con las organizaciones de base, y aún en medio de las disputas a muerte que tenían los grupos armados. Era una manera de acompañar a las víctimas y de mantener a la gente en sus territorios. De Roux invitó a Miriam a trabajar con él allá y eso no sólo sería un bálsamo para su corazón de madre, sino el inicio de una nueva profesión y una vida absolutamente diferente a la que había llevado hasta ese momento.
La nueva directora del Incoder les ha dedicado los últimos 15 años a los campesinos pobres que viven en medio del conflicto. Su nombramiento es un espaldarazo a una visión progresista del desarrollo rural. Esta es su historia.
Villegas nació en una de las familias más prestante del Valle del Cauca. Su hermano Germán fue gobernador del departamento y su esposo, Rodrigo Villamizar, ministro de Minas. Por eso cuando llegó a Barrancabermeja no tenía experiencia en los temas rurales, ni formación académica en el tema. En los quince años que lleva trabajando con los campesinos, su aprendizaje ha sido directo y en el terreno.
Su llegada al Magdalena Medio se dio en medio de duros debates, pues el programa liderado por Francisco De Roux, generaba duros cuestionamientos por la firmeza de sus planteamientos y una postura muy critica a todos los que recurrían a la violencia. En medio de esta crispación, que le costó la vida a varios colaboradores del Programa, Miriam se mantuvo activa y se convirtió en la mano derecha de De Roux, se puso al frente de complejas iniciativas en que se hallaba involucrado el programa y se preguntaba por qué en una región tan rica en recursos había tanta pobreza, y porqué en medio de tanta vida campeaba la violencia.
En poco tiempo, Villegas se volvió un referente para todos en la región. Un ejemplo de ello es el acompañamiento que le ha hecho a la dirigencia dela AsociaciónCampesinadel Valle del Rio Cimitarra, organización que durante el primer mandato del Presidente Álvaro Uribe perdió la personería de la zona de reserva campesina que lideraba. Los líderes fueron encarcelados y algunos amenazados o asesinados. En medio de todas estas dificultades, Miriam se la jugó por esta organización y por la defensa de las zonas de reserva, desde una visión de amplio pluralismo.
“Yo llamé al Padre de Roux, un padre dedicado a este asunto de las tierras, y le pregunté: ‘Defíname en una palabra a Myriam Villegas, que ha trabajado durante 14 años con usted’. Y me dijo una palabra: ‘Ejecutora, y ejecutora con carácter’. Y eso es lo que espero que usted haga, Myriam, allá en el Incoder: ejecute, y con carácter, para que toda la gente de Colombia pueda tener su título a la mayor brevedad posible” fue lo que dijo el presidente Santos al designar a Villegas al frente de la institución que será el centro de gravedad de la titulación y restitución de tierras, y que está sumida en una inercia –por no llamar crisis- sin parangón.
En ese sentido, su designación es una señal de ruptura con el pasado. El Incoder se convirtió, durante la administración de Uribe, en una institución capturada por los intereses de las élites terratenientes locales, cuando no de organizaciones criminales, y en muchas ocasiones terminó favoreciendo a los más poderosos. Por eso que alguien que conoce la Colombia rural profunda, sus carencias y conflictos, esté al frente del Incoder es novedoso y esperanzador. Especialmente cuando reúne experiencia, coraje y sensibilidad social.
Pero la tarea que le espera no será fácil, pues las dificultades del Incoder no sólo provienen del tipo de dirección que ha tenido sino de su propio diseño institucional. Posiblemente la llegada de Villegas sea la primera piedra para un cambio en su dinámica y en su diseño institucional.
/ Luis Eduardo Celis