Quiebra-patas: La tragedia olvidada

El miércoles 4 de abril se celebró el día internacional para la sensibilización contra las minas antipersonales.

La Campaña Colombiana contra minas y la Campaña Internacional para la prohibición de las minas en su informe de monitoreo de 2010 presentan un informe desolador sobre esta tragedia humanitaria:

-Víctimas hasta 2010: 1930 muertos y 9064 afectados.

-Víctimas en 2010: 512

-31 de los 32 departamentos de Colombia tienen presencia de estos artefactos.

-Al menos un evento había ocurrido el 48% de los municipios colombianos y un 70% ocurrió en 8 de los departamentos. Solo un municipio, San Carlos (Antioquia) ha sido declarado libre de minas antipersonales.

Aunque el gobierno ha puesto como condición la eliminación de esta práctica para la apertura de un diálogo con la guerrilla, las acciones gubernamentales para el desminado no han tenido la misma decisión y presteza.

El Estado colombiano es parte del tratado de Ottawa para la prohibición de las minas y en cumplimiento de estos acuerdos dejó de producir estas minas y desminó las bases militares. Sin embargo hoy no se tiene una información completa de cuáles y cuantas hectáreas en el país están minadas, siendo un peligro latente para indígenas, campesinos y colonos.

Países como Camboya, cuya guerra terminó hace más de 35 años, y El Salvador hace mas de 20, no han terminado de desminar y todavía ocurren incidentes y víctimas.

El acuerdo de paz que se hizo con los paramilitares entre sus muchos vacíos tuvo una oportunidad perdida, la de los mapas de los terrenos minados. Con la desmovilización de sus jefes y sin dolientes en el gobierno esta información se perdió.

Los costos de desminado son altos y con el paso del tiempo se hacen todavía mayores. El desminado no es un tema de posconflicto, tiene que hacerse desde ahora.

Existen organizaciones internacionales y nacionales como las anteriormente citadas que llevan años trabajando abnegadamente por resolver esta situación, pero que desafortunadamente han tenido condiciones limitadas para su labor. Aunque existe el Programa Presidencial para la acción Contra Minas PAICM asignado a la Vicepresidencia, el desminado humanitario avanza a pasos muy lentos desaprovechándose recursos internacionales dispuestos para este fin así como el conocimiento y las experiencias que se tienen en África y Centroamérica.

La magnitud de las cifras y la dolorosa experiencia de las víctimas no se debe limitar solamente al número de muertos o mutilados, los afectados son las familias que tienen que atenderlos, las comunidades traumatizadas que no pueden volver a cultivar los campos ni transitar por ellos, se habla de 800.000 personas damnificadas directa o indirectamente, esta tragedia olvidada amerita que el desminado sea considerado un propósito nacional que no da espera.

/ Rodrigo Rojas Orozco