Foto: Tejido de comunicación de la Acin.
101.0 Megahertz contra la guerra
El paisaje del norte del Cauca está inundado de montañas color verde selva, verde claro y verde azul, hasta que se llega a Santander de Quilichao, donde la población afro descendiente recibe a turistas, guerrillos, paracos, civiles y periodistas con salsa a todo volumen y bandejas repletas de plátanos fritos, yucas, chicharrones y empanadas.
Las motocicletas van y vienen por todos los rincones del municipio. Es domingo, día de mercado. Costalados de café y caña están regados por las aceras de la vía principal. “A la orden, a la orden, a la orden”, exclama el tumulto, mientras 27 grados de temperatura recargan de sopor el ambiente.
A una cuadra de la Iglesia está Radio Pa’ Yumat, una emisora comunitaria indígena. Como Abel, varios miembros de la comunidad Nasa conforman un equipo de comunicadores que dan a conocer las acciones de su pueblo y denuncian los abusos de los grupos armados que están en su territorio.
“Rechazar la presencia de los grupos armados nos pone en el ojo del huracán. Somos la piedra en el zapato también para el gobierno, porque nosotros denunciamos cómo vulneran nuestros derechos humanos. Por eso, a cada rato nos señalan, nos difaman y nos dicen que tenemos alianzas con los grupos armados”, afirma Nancy Guerrero, coordinadora de la emisora.
Por ello, según Dora Muñoz, directora de Radio Pa’ Yumat, la emisora ha recibido múltiples amenazas. En 2008, la guerrilla destruyó sus equipos de transmisión y tuvieron que salir del aire por 8 meses. En 2010, el periodista Hugo Dagua llevaba a un colegio varios documentales sobre el movimiento indígena. En el camino fue detenido por la Policía, que consideró que el periodista poseía material subversivo.
Unos días después, el 14 de octubre, en zona rural de Caloto fue asesinado Rodolfo Maya, comunicador de Radio Pa’ Yumat, que denunciaba la invasión de grupos armados a su territorio.
Constantemente, el Ejército y las Farc utilizan la parte del cerro en donde están las antenas de la emisora para acampar y dirigir ataques, lo que también ha interrumpido las transmisiones.
Este año los ataques no han cesado. En marzo, recibieron un panfleto suscrito por el bloque central de las AUC, en el que la emisora fue declarada “objetivo militar permanente”.
Luego, a finales de mayo, un periodista de la radio y un miembro de la Escuela de Comunicación del Norte del Cauca se dirigían a Toribio para cubrir el sepelio de un líder, cuando fueron asaltados por guerrilleros de las Farc, y recibieron varios disparos. Los milicianos les preguntaron por qué tomaban fotos, y los agredieron verbalmente. La oportuna intervención de la Guardia Indígena hizo que los guerrilleros huyeran y se impidiera el secuestro de los periodistas.
Recientemente, Abel, luego de hacer fuertes denuncias contra los grupos armados durante el sepelio de su hija, recibió amenazas en las que le piden que deje el territorio o, de lo contrario, él y su familia serán atacados. Incluso, la versión del defensor del pueblo de Cauca es que el “tatuco” que cayó cerca a la casa del periodista no fue lanzado indiscriminadamente, sino que la insistencia de Abel para que la gente se resguardara y el servicio de información que estaba prestando, motivaron el ataque.
Según David González, del área de Protección y Monitoreo de la Flip, el mismo Estado reconoce que los periodistas son una población vulnerable por el trabajo que realizan, pero ya tener la doble condición de periodistas y de indígenas aumenta el riesgo.
María Pía Matta, presidenta de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias, hizo una visita a las radios indígenas de Cauca en 2010. En entrevista con En Directo, la presidenta afirmó que las condiciones de pobreza de estas radios le parecieron “pavorosas”.
“La pregunta que yo me hacía era, ¿cómo el gobierno ha fomentado a la radio privada con políticas públicas, con recursos económicos?, ¿por qué no existe esa voluntad con las radios indígenas?, ¿cuántas más víctimas tienen que morir para que los dirigentes entiendan que las radios comunitarias son autorías por la reivindicación democrática?, dijo. Y añadió: “Yo le digo al gobierno: Preocuparse por las radios indígenas es preocuparse por el futuro de toda la humanidad. Ellos tienen una cultura que nosotros ya les quitamos hace 500 años, devolvámosles algo de eso”, concluyó.
Héroes sin miedo
“La estrategia de los medios es hacernos invisibles. Responden a sus intereses, llenan la televisión de novelas, pero nadie ve lo que está pasando en nuestras comunidades. Los muertos de acá ya no cuentan, son simples vendettas”, expresó Nancy Guerrero.
Al respecto, Karina Terán, comunicadora de la fundación Tierra de Paz, que presta ayuda humanitaria en el departamento, dice que los periodistas que cubren en Cauca están coartados por la línea política que sigue el medio. “No hay periodistas que salgan a buscar la noticia. Son periodistas que están sentados esperando a que llegue el comunicado oficial”.
Gustavo Molina, corresponsal de CM& en Cauca, afirma que, por seguridad, empezó a cubrir orden público desde Popayán. “Yo tengo una hija y por eso me he amarrado las manos. Ahora digo: ah, ir por una nota que me vale 150 mil pesos y de la que probablemente no voy a encontrar imágenes, pues no vale la pena”,
Para Carlos Andrés Gómez, corresponsal de RCN, la información periodística de Cauca suele ser muy sesgada, ya que las fuerzas militares son las que consiguen el material y lo entregan a los periodistas. “De todas formas, con RCN uno no tiene la libertad de proponer, no nos dan la opción de hacer buenos reportajes. Uno propone hasta 5 noticias y muy pocas veces pasan algo”, dijo.
Karina vio cómo un periodista de un medio nacional transmitía la información de los combates desde la mitad del camino, arguyendo que estaba en la zona de combate. Terminó su nota, se subió a un carro y después, ningún medio llegó a El Credo. “El resultado es que los medios dijeron que el ataque había sido a la escuela, cuando no fue así, y que el ejército ayudó a la evacuación de los heridos, cuando no había nadie de la fuerza pública”.
Manuel Rozental, periodista de Radio Pa’ Yumat, ha recibido varias amenazas, sin embargo, afirma que no tiene miedo, que esa no debe ser una excusa para dejar de hacer su trabajo. “Ni siquiera trabajamos por un sueldo, porque no lo recibimos, pero si es necesario dar la vida por nuestra gente, pues la damos”, expresó.
Abel tampoco tiene miedo. Pese a las amenazas de hace algunas semanas, sus palabras no podrían ser otras que las de un héroe que hace de periodista: “Si uno no dice la verdad, entonces quién lo va a hacer. Yo no me voy a quedar callado, yo voy a seguir hablando pase lo que pase. Mi niña me va a dar valor para yo seguir hablando y denunciando”.
/ Mariana Escobar Roldán
Publicado originalmente en el periódico En Directo