Fotos: Presidencia de la República / Ed Buckley
Desde hace algunas semanas circulan rumores, panfletos y llamadas en las que se ventilan posibles atentados contra figuras emblemáticas que resultan antipáticas a la derecha radical colombiana, entre ellas, Piedad Córdoba, Gustavo Petro, Iván Cepeda, y más recientemente, también Gloria Cuartas.
Como se sabe, en algunos círculos de la capital existe un fuerte descontento con la administración de Gustavo Petro. Muchos quisieran que le vaya mal en su administración, para cortarle desde ya las alas a sus futuras aspiraciones presidenciales. A la vez, en distintas regiones del país las elites terratenientes rechazan iniciativas de la administración Santos como la ley de reparación de víctimas y restitución de tierras, y más recientemente, el proyecto de marco jurídico para la paz.
Es un escenario en el cual los intereses en juego son altos, predomina la incertidumbre acerca de los desenlaces posibles y la coalición de la Unidad Nacional pierde capacidad para tramitar las inconformidades y preocupaciones de actores de peso pesado. Atentados terroristas como el de esta semana crean un ambiente de desgobierno que mina la confianza del público en la capacidad de las autoridades distritales y nacionales para garantizar el orden público en el corazón del poder público: Bogotá.
El atentado estalló no sólo los vehículos y ventanales de la intersección de la calle 74 con Avenida caracas de Bogotá, sino también los marcos interpretativos de los expertos analistas de coyuntura. Hace un par de semanas, un miembro retirado de las Fuerzas Militares solicitó, con urgencia, una reunión con el Representante a la Cámara Iván Cepeda para confirmar los siseos sobre los atentados. Según la información entregada, se habría conformado un grupo ex – integrantes separados de las Fuerzas Militares por sanciones disciplinarias, en asocio con algunos en uso de buen retiro, que estaría detrás de las amenazas de atentado contra el propio Iván Cepeda, el alcalde Petro y la ex senadora Córdoba. Estarían acopiando inteligencia, armamento sofisticado y personal altamente entrenada para llevar a cabo sus cometidos.
El hecho que el objetivo del atentado terrorista de esta semana, el ex – ministro Fernando Londoño, pertenezca a la orilla ideológica opuesta a la de los presuntos amenazados oscurece la interpretación de las informaciones disponibles. El dispositivo sofisticado de bomba tipo “lapa” adherida al vehículo blindado del ex – ministro y la coordinación milimétrica en su detonación, indican que esto no lo hicieron inexpertos, o personas con poco tiempo de entrenamiento. Quienes planificaron y cometieron el atentado son especialistas en violencia y, además, en el engaño.
Aún no se ha establecido si hubo o no relación entre el atentado y el carro-bomba que fue detectado esa misma mañana por la policía en inmediaciones del Comando de Policía Metropolitana de Bogotá. Algunos consideran que fue un señuelo para desviar la atención de las autoridades. De ser así, no puede descartarse que el atentado contra Londoño también haya sido un señuelo. Al respecto conviene recordar que las estructuras especializadas en este tipo de atentados, generalmente identifican 5 o 6 personalidades, a las cuales todos hacen seguimiento para elegir el blanco más débil, que en este caso pudo ser el ex ministro Londoño, incluido en la baraja quizás con algún propósito falaz.
Por ahora lo único cierto es que en la puja política nacional los jugadores de mayor peso han optado por recurrir nuevamente al terrorismo como carta para avanzar sus pretensiones. ¿Es este el campanazo advirtiendo el principio del fin de la coalición de la Unidad Nacional?