Fronteras calientes: Arauca y el frente Domingo Laín (primera parte)

Foto: archivo CNAI

En el año de 1969 llegaron los promotores del Incora y recorrieron vereda por vereda y con la ayuda de los pocos maestros y maestras, los inspectores de policía y los curas párrocos, les anunciaron a los campesinos que el gobierno estaba promoviendo una organización: la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC. Les dijeron que todos debían carnetizarse y conformar comités de Usuarios desde  las veredas, elegir delegados a los comités municipales y desde allí buscar representación en los Comités departamentales. Raymundo, Atilano, Daniel y Efraín Pabón terminaron, de un día para otro, con su carne al cuello, en los comités veredales, discutiendo que era la ANUC y para qué les serviría. El más destacado de elloos fue Daniel, quien termino siendo directivo de la ANUC departamental y participando en el Congreso fundacional de esa organización, que contó con el discurso del Presidente Carlos Lleras Restrepo, en pleno Capitolio Nacional. Corría el mes de julio del año 1970.

La vida en el Sarare transcurría con esfuerzo, la incomunicación era impresionante, cualquier intento de salir a Tunebia era un tormento y Arauca capital estaba lejos. Los pocos puentes que habían los había construido la comunidad, con la guía de algún ingeniero contratado por el Incora. En el invierno de 1972 el puente sobre el Rio Cubujón fue arrastrado por una creciente y el Sarare quedó totalmente incomunicado. En medio de esta emergencia, Daniel, Raymundo, Atilano y Efraín Pabón, junto con otra veintena de dirigentes de la ANUC, las juntas comunales y el acompañamiento de dos párrocos, promovieron el primer paro cívico de la región. Llegaron tres mil campesinos de las veredas al pequeño poblado de Saravena, donde estaban las oficinas centrales del Incora y la Caja Agraria. Los marchantes se instalaron es las pocas escuelas que había, se congregaron alrededor de las instituciones, organizaron una “guardia cívica” que tuviera el control del orden público y le exigieron al gobierno central que negociara un extenso pliego de reivindicaciones que incluía vías, escuelas, puestos de salud, mercadeo y renegociación de los préstamos. La delegación de Bogotá negoció a regañadientes negocia el pliego  y el paro se levantó.

Raymundo Cruz organizó a los campesinos más activos en un pequeño grupo de estudio. Les leía los textos de Camilo Torres Restrepo y les decía que había que mantenerse a la expectativa sobre lo pactado, pero sin hacerse ilusiones, que el gobierno no tenía interés en los problemas del Sarare, que había que desconfiar. La realidad terca y tozuda demostró que de lo pactado en el  72 poco se hizo realidad. Los avances fueron lentos, y eso desembocó en un segundo paro, en 1975, pero esta vez fueron 7.000 personas que se congregaron en una Saravena que había crecido mucho, pero que seguía aislada por la falta de infraestructura.

En el segundo paro, los campesinos bloquearon durante 25 días la intransitable trocha que unía a Saravena con Tunebia, hoy conocida como Cubara y desde allí a Pamplona. Nuevamente la negociación y nuevamente los llamados de Raymundo Cruz a la cautela y a seguir preparándose para mayores exigencias.

Después de este segundo paro cívico del Sarare empezaron los rumores de que había saboteadores e infiltrados de la subversión entre los dirigentes campesinos. En 1976 Daniel y Efraín Pabón fueron detenidos durante una ocupación de la sede del Incora, en exigencia de cumplimiento de los acuerdos firmados. Durante un par de meses estuvieron presos en la cárcel de Pamplona, donde no les faltó la compañía de sus compañeros de la ANUC y de la Cooperativa Cooagrosarare. Al salir  había rumores sobre un listado de subversivos que iban a ser eliminados. No se sabe si era cierto o no, o quién había hecho la lista.

En los años siguientes la desconfianza entre los dirigentes campesinos y las instituciones del Estado creció. Nuevas detenciones, los desalojos violentos de las ocupaciones del Incora y la Caja Agraria se hicieron frecuentes. En medio de esta tensión social, Raymundo Cruz le dijo a su pequeño y discreto grupo de estudio y trabajo que la única alternativa que les quedaba era enfrentar con las armas al gobierno; que lo que se venía era la eliminación física de los dirigentes. En medio de esa alta tensión Cruz les ofrece un contacto con el ELN, en concreto con Francisco Galán, quien estaba en Barrancabermeja y con Antonio García, en Bucaramanga. Los araucanos fueron entonces a conocer la guerrilla campesina que los elenos tenían en el sur de Bolívar, y así poco a poco se fueron involucrando.

Pablo, hijo de colonizadores y quien siendo a los 15 años conoció a los viejos fundadores de la guerrilla en Arauca es hoy el principal jefe del Frente Domingo Laín y narra así el surgimiento de ese primer grupo armado:

“Se concentra el primer grupo como guerrilla en 1978, en el sitio Alto San Joaquín, del municipio de Saravena. Por ahí más arriba de donde Horacio, en donde hemos vuelto a estar varias veces. ¿Duraron cuantos años en ese espacio revolucionario de vanguardia? ¿Cuantos años? seis años. Seis años, ya cuando estos compañeros miraron que no aguantaban más en el espacio externo porque estaban demasiado perseguidos. Decidieron ante esto concentrase en el primer grupo. En San Joaquín. ¿Porque? Siempre mirando que la cordillera, la serranía es parte estratégica para los surgimientos.  ¿Quiénes le dieron origen a ese primer grupo?: Atilano, Daniel, Arturo y Horacio, estos al grupo armado; porque ya hay otros nombres que fueron los que encabezaron el desarrollo desde lo de masas.”

Esta es la historia del surgimiento de la guerrilla del ELN en Arauca, una historia de violencia, radicalidad, guerra sucia, y muchos intereses económicos de por medio.

Espere mañana la segunda parte…