La seguridad es uno de los fines fundamentales del Estado, dado que su garantía permite el disfrute y desarrollo de otros derechos y bienes públicos. No obstante, el Plan de Desarrollo de la Bogotá Humana, deja muchos sinsabores en la materia, pese a que este es uno de los temas más importantes para la ciudadanía Bogotana.
El primer llamado de atención en el abordaje de la seguridad, es su enfoque en el Plan de Desarrollo. Se parte del concepto de seguridad humana como un hecho absoluto que quiere incorporar todo en todo, que si bien pone su atención en la persona como sujeto de derechos, es poco focalizado y dificulta el tratamiento de incivilidades que se han incrementado y profesionalizado como son los referidos a violencia urbana, criminalidad, terrorismo, delincuencia organizada, narcotráfico, lavado de activos, entre otros delitos, que junto a las contravenciones, afectan la calidad de vida de las personas. La ciudad también requiere que se procure el mantenimiento del orden público a través de mecanismos de control y reacción que contrarresten el crimen, lo que va más allá del pretendido enfoque preventivo propuesto en el Plan.
Con un concepto tan amplio de la seguridad ciudadana, donde todo tiene cabida, no se logra tener claridad de la estrategia a la cual apunta la administración dela Bogotá Humana.Hay una mezcla de propuestas etéreas sin un hilo conductor entre sí, van desde la superación de la estigmatización territorial y poblacional, la construcción de la memoria histórica de las víctimas del conflicto armado residentes en Bogotá, el enfoque diferencial para la reparación colectiva, hasta la implementación de una pedagogía social para la construcción de la paz.
De otro lado, se descuidan asuntos vitales para la seguridad en Bogotá como son el fortalecimiento tecnológico para la actividad policial (aumento de cámaras para vigilancia pública, identificación dactiloscópica, replanteamiento del NUSE), la intervención de la problemática carcelaria, la construcción de nuevas Unidades Permanentes de Justicia para aliviar la carga que tiene la única que existe en la ciudad, la participación ciudadana en la solución de conflictos cotidianos en asocio con el fortalecimiento del Plan Cuadrantes dela PolicíaNacionaly la construcción de una estrategia sólida para combatir la delincuencia organizada y el microtráfico de estupefacientes que azota a la ciudadanía.
Así mismo, se encuentran metas pobres en sus alcances que tampoco son coincidentes con las propuestas del programa de gobierno, un ejemplo claro son los homicidios, hoy la administración se ufana de haber disminuido la tasa de homicidio por cada 100.000 habitantes a 17.5 y en el Plan propone para 2016 tenerla en 19, así mismo el alcalde propuso en campaña una policía inteligente y tecnológica, lo cual no se encuentra en los postulados del Plan de Desarrollo, preocupa que se desconocen realidades territoriales al dejar de plantear metas relacionadas con las 31 Zonas de Atención Integral de Convivencia y Seguridad, siendo estas las áreas donde se concentra el delito, ni siquiera se comprometen a atacar las ollas más representativas de la ciudad en venta de drogas y armas como sonla Calledel Bronx y Cinco Huecos.
A lo anterior se aúna la preocupante reducción del presupuesto para seguridad, que pasa de $1.2 billones que fueron invertidos en el anterior gobierno a $840 mil millones de pesos, como si esta fuera una cuestión menor y Bogotá fuera una ciudad intermedia.
El llamado a la administración distrital es a ser consecuente con las realidades y retos de una urbe como Bogotá, que necesita un Plan de Desarrollo que responda a una política especializada y participativa en la atención de delitos y pequeñas incivilidades, eleve los niveles de percepción de seguridad entre la ciudadanía y genere unas condiciones que potencien la gobernabilidad del Distrito.
/ Orlando Parada Díaz
Concejal de Bogotá por el Partido de la U