Foto: Iván Márquez, miembro del Secretariado de las Farc.
Por qué sí es importante el Marco Jurídico
Algunos de los puntos que le critican al Marco para la Paz, son exactamente lo que lo hacen interesante. Por ejemplo que le da demasiado poder al Presidente y al Congreso para tomar decisiones como suspensión de penas. No obstante esto significa que devuelve al campo político la conducción de los procesos de paz. Algo que se había distorsionado en la era Uribe, cuando en una negociación vergonzante con los paramilitares, se le entregó a la justicia un proceso hecho a medias y sin transparencia.
Obviamente también existe el riesgo enorme de que se abuse de estas facultades, y por eso es sensato pensar que se reglamenten claramente los límites y excepciones de estas. Lo cierto es que con los marcos jurídicos existentes hoy una negociación es inviable, y darle al gobierno aire en esta materia, en las proporciones adecuadas, es sano.
En segundo lugar, como su palabra lo indica es un Marco que requiere desarrollos para, por ejemplo, no poner en riesgo los derechos de las víctimas a verdad y reparación, y para evitar que actores o delitos que no deben ser acogidos por el marco (como las bacrim, o el genocidio) terminen “colados” en él.
Tal como lo expresó el Fiscal General Eduardo Montealegre “se debe abrir en la Constitución colombiana la posibilidad de las amnistías condicionadas, que no impidan la verdad y la reparación, ni que sean fenómenos de impunidad”. También respaldó la selectividad, y que el marco jurídico sea diferenciado para cada uno de los actores así como mecanismos que garanticen la verdad.
Las amnistías condicionadas, de cara a un fin verdadero del conflicto, no sólo son posibles sino que se siguen pactando todos los días en el mundo. Según un estudio de T. Olsen y Leigh Payne, la combinación de mecanismos de justicia transicional diferentes, incluidas las amnistías condicionadas, en contextos de soluciones negociadas, son más efectivas para lograr una estabilidad duradera y se siguen usando en el mundo tanto como en el pasado, a pesar de la globalización de la justicia.
Otra crítica que se le hace al Marco para la Paz es que no hay proceso de paz en camino y al parecer no lo habrá pronto, y que esta reforma puede ser extemporánea o no consultar la realidad política de una futura negociación. Paradójicamente es lo contrario de lo que se le criticó a la negociación con las AUC: que se empezó sin tener un marco jurídico. Entonces ¿al fin qué? El Marco es un elemento también para tejer confianza y empezar un debate realmente nacional y político sobre que tantos “sapos” tendrá que tragarse el país si quiere ponerle fin al conflicto.
Muchos más sintonizados con esta complejidad del tema parecen estar organismos internacionales como el ICTJ y International Crisis Group.
Humanización de la guerra
Resulta curioso que las declaraciones de Montealegre, se dieron en el marco de una rueda de prensa citada por el ex presidente Ernesto Samper para presentar una propuesta de Acuerdo Humanitario de cuatro puntos para que se firme entre las guerrillas y el gobierno. Se trataría de sacar a los niños de la guerra; erradicar las armas no convencionales y el secuestro; y regular los bombardeos. Aunque jurídicamente la propuesta es viable, pues se basa en los protocolos de Ginebra, que el propio Samper ratificó como presiente; y Samper la presentó como una especie de cuota inicial para la solución política y la reconciliación; también encarna riegos muy grandes.
El debate que ha puesto el Marco para la Paz – y el intercambio epistolar se ha dado entre las Farc y miembros de la sociedad civil como Medófilo Medina- tiene que ver con la necesidad imperiosa de poner fin a la guerra. Sectores de las FARC, como Timochenko, parecen sintonizados con ese clamor. Pero Iván Márquez en varias comunicaciones se niega a hablar de negociación y se refiere a la “regularización” de la guerra como el objetivo inmediato, cuyo subtexto sin duda es que no hay una clara intención de avanzar hacia una solución definitiva del conflicto. Darle aliento a una estrategia de este tipo, cuando se podrían estar abriendo posibilidades de una negociación de paz, puede ser equivocado.
El Marco para la Paz no es una panacea, tiene problemas y seguramente puede terminar hundido. Lo que sería una señal (muy negativa) sobre el clima favorable que sigue teniendo la guerra en Colombia. Si a eso se le suma que Iván Márquez en una carta abierta la periodista María Jimena Duzán (en respuesta a una columna suya) insiste en que no hay condiciones para acabar la guerra pero si para “regularizarla”, y que la guerrilla está dilatando injustificadamente la liberación del periodista Romeo Langlois; entonces el panorama es más complejo: quizá las llaves que Santos tenía en el bolsillo ya se están hundiendo en las arenas del Océano.