“La Iglesia debe exorcizar el miedo y hablar de la paz como una prioridad”

Foto: Padre Leonidas Moreno,  director de Cordupaz.

Si hay alguien que conozca la historia de violencia, sufrimiento y corrupción que ha vivido Urabá en las tres últimas décadas es el padre Leonidas Moreno. Llego a la región como sacerdote cuando ésta estaba bajo el fuerte influjo de las guerrillas. Le toco atender de primera mano la crisis humanitaria que desato la disputa entre las propias guerrillas y entre estas y paramilitares. Desplazamiento, resistencia, retorno, despojo, han sido las palabras que más ha escuchado en su vida. Con la autoridad que le dan más de 30 años de conocimiento de esa realidad no duda un minuto en decir que el único camino que le queda al país es una negociación de paz. Pero que no ve mensajes claros en el gobierno.

¿Cuándo llega usted al Urabá?

Yo llegue al Urabá chocoano el 20 de enero del 81. Empecé en Unguía e inmediatamente me fui a fundar la parroquia de Trinidad Santa María

¿Cómo recuerda ese territorio al que usted llegó?

Estuve allá 10 años y realmente eso era un paraíso. Eran pueblitos sencillos, no habían carreteras, no había luz, no había agua… tenía que irse uno para el río…pero era gente muy animada, sencilla; vivían tranquilos, en paz, se veía el futuro, y ese futuro depende de las riquezas naturales, buenas tierras, agua, biodiversidad. Socialmente había una ausencia de Estado, que es lo que siempre se reclama, y donde hay ausencia de Estado y ese vacío de institucionalidad siempre hay una fuerza que lo llena. Allá estaba el Frente V de las FARC. Hacían un control social y político, pero como no había enemigo al frente, dominaban de manera tranquila, sin sobresaltos. No quiere decir que no secuestraban, que no mataran…

Recuerdo un inspector de policía de Balboa, Chocó,que le tocaba venir a Unguía a darinforme. Una vez lo mataron en la plaza del pueblo y lo triste es que estando la familia de él en una de las esquinas del pueblo, dejaron a Oscar Obando, como se llamaba él, todo el día al sol y al agua ahí, no lo dejaron recoger sino hasta por la noche. Entonces ese dominio no era tan pacífico.

El padre Leonidas Moreno, el sacerdote que más conoce a Urabá dice que llegó la hora de hacer una negociación política y que las bandas criminales se están creciendo ante la mirada impávida del Estado.

¿En qué momento cambió esa situación?

La guerrilla se fue metiendo a la plaza de los pueblitos: de Santa María, Balboa, Unguía. Ellos advertía “van a venir los paramilitares, nosotros lo que decíamos es que no se metan con ellos, porque nosotros vamos a defenderlos”. Pero cuando llegaron, la guerrilla no defendió a nadie. Se fueron a sus refugios. Una vez me preguntaron: qué hacer si llegan los paramilitares. Yo les dije: “pues esperemos a ver qué hace la guerrilla, y dependiendo de lo que hagan, nosotros miramos qué hacer”. Al final nos tocó correr.

Luego del Urabá chocoano ¿a dónde fue?

La Arquidiócesis de Apartadó. Me tocó trabajar como director de pastoral social en Apartadó, y duré 20 años en la zona bananera.

Le tocó toda la arremetida de la violencia de los años 90 en el Urabá…

Esa historia violenta y la crisis humanitaria tiene precedentes en la región. En primer lugar fue el crecimiento tan grande de las guerrillas comunistas del EPL y las FARC. Al mismo tiempo, el dominio que tuvieron ellos en el sindicato. Pero lo más contradictorio de todo eso que me tocó ver a mi, fue cómo entre los mismo grupos de izquierda cuando empezó la negociación con el EPL, empezaron a matarse.

Las FARC, una vez que el EPL decidió negociar los declaró traidores de la revolución y habían que matarlos donde estuvieran. Esa guerra en el Urabá antioqueño fue muy bárbara. Después también hubo mucha violencia en el Urabá chocoano, sobretodo en el municipio de Unguía. La iglesia empezó a invitar a frenar esa barbarie y a pedir que hubiera negociaciones de paz con el EPL con Bernardo Gutiérrez y al mismo tiempo los Castaño que aceptaron salirse del norte del Chocó y volver a Córdoba. Así hubo 4 años de mucha tranquilad.

¿Qué hizo que volviera la violencia?

Que las FARC empiezan a ocupar los espacios dejados por el EPL. Atacan por los lados de Valencia, San Pedro de Urabá. Ahí inicia nuevamente una arremetida paramilitar en esa zona. Y las consecuencias de eso ya se conocen, pues hubo toda la incursión sobre el Urabá antioqueño. Era una cosa triangular: San Pedro-Arboletes-Necoclí; luego San Pedro-Necoclí-Turbo y así fueron avanzando y era con esa teoría de tierra arrasada. Las veredas, las familias, los campesinos era todo fuera y no había como proteger a las comunidades y ahí fue donde se produjo ese desplazamiento tan grande.

Y después ese conflicto así como estaba, pasó al Urabá chocoano, y el desplazamiento fue mayor.

¿Ese ha sido el mayor éxodo campesino del país?

La gente tuvo que huir como pudo en medio de la guerra, en medio de bombardeos, en medio de todas esas amenazas. Salieron a Turbo y luego la guerrilla preparó esa marcha campesina, donde todas las personas estaban obligadas a salir: niños, hombres, mujeres. Los indígenas fueron los únicos que se escaparon, pues ellos no se dejaban dominar del conflicto y permanecían en sus tierras. Pero los campesinos si se movilizaron. Esas tierras quedaron vacías. Más de 7.500 personas salieron de Pavarandó.