“La Iglesia debe exorcizar el miedo y hablar de la paz como una prioridad”

Foto: Jesús Abad Colorado. / Archivo revista Arcanos


¿Entonces ese desplazamiento fue una estrategia de las Farc?

Eso fue un engaño y un daño que hizo la guerrilla. Sacaron a la gente diciéndole: “Hagamos una marcha vamos a bloquear la vía de Urabá a Medellín, para obligar a que la operación Génesis retroceda” y después dejaron a la gente abandonada allá. Eso fue un desplazamiento forzado, no una marcha campesina.

Ese desplazamiento de Pavarandó duro prácticamente dos años. La gente metida en plásticos a 40 grados mientras perdían sus fincas, sus casas porque cuando los paramilitares llegaban y encontraban los pueblos vacíos entonces los quemaban. La guerrilla igual se refugió en en los lugares más estratégicos pero no pudo proteger ni a la comunidad ni la tierra porque igual fue cuando se produjo el despojo y todas las tierras se fueron ocupando. Entonces hay que tener en cuenta que el daño no fue sólo de un sector.

¿Cómo está hoy la región?

Están tratando de convencernos de que estamos en un postconflicto: yo no creo que eso sea cierto. Hubo un desmonte de las autodefensas, y hablo de desmonte por la complicidad misma que tuvo el Estado con este fenómeno. Yo creo que eso tiene unas connotaciones muy positivas porque los paramilitares se habían convertido en la amenaza más grande para el país.

Los paramilitares dejaron esta secuela que son las bandas criminales, aunque yo creo que el fenómeno no es igual. No obstante, estos grupos ilegales continúan controlando la cotidianidad. Y entonces uno dice: “bueno cuando se las irán a tomar enserio”. ¿Cuándo será que la Policía, que el Ejército, que las instituciones del Estado sean las que realmente tengan ascendencia sobre las comunidades?

¿Qué es lo que controlan hoy en día?

El paro armado que hicieron en enero demostró que su control va más allá del de una simple banda criminal. Parar actividades, cerrar negocios,  demuestra que están movilizando de alguna manera a las personas y ganando espacio en las comunidades. La gente está hablando de que están armando una limpieza social,dicen que van a mandar a dormir temprano a los viciosos, o que van a recoger a los jóvenes porque hay muchos ladrones.

Entonces ahí es donde uno ve que la estructura criminal va creciendo. Y yo creo que eso es posible si hay cómplices. Entonces uno dice cómo es que el Estado va a ganarse la representatividad legal y la confianza de las comunidades.  No es una ‘bandita criminal’, son organizaciones fuertes y eso hace mucho rato lo estamos diciendo.

¿Qué soluciones ve?

Todavía no hemos entendido que la prioridad es la paz. No podemos volver a caer en la trampa de continuar una confrontación armada como la que se ha vivido hace tantos años. Creo que es necesario buscar la paz con una negociación política. No sé por qué quieren mantenernos en esta guerra, cuando yo creo que de un lado y del otro se dan cuenta que la única salida es una negociación política.

¿Cómo sería eso?

Hay que preparar un camino desde lo local, desde las comunidades, desde la humanización social, desde los diálogos pastorales que la iglesia tiene que mantener. Un acuerdo de paz no lo pueden lograr solamente los que tienen el poder de las armas porque al fin y al cabo sería los que tienen ese poder, los que van a decidir la suerte de todos los demás. Yo creo que la paz es un derecho constitucional, y si las fuerzas militares no nos pueden garantizar ese derecho, los campesinos, los indígenas y esas comunidades, la iglesia, todo lo que se llama sociedad civil, por decir las fuerzas vivas de una comunidad, nos debemos unir a reclamar ese derecho de la paz.

Las políticas que se promueven, como la seguridad democrática, tendrían que tener en cuenta que hay unos derechos democráticos y no ponerles tantos límites a las comunidades que se expresan a favor de la paz. Yo estoy convencido de que tenemos que movilizar las fuerzas a favor de la paz, no de la guerra.

¿Cómo ve a la iglesia en toda esta tarea?

El Episcopado ha anunciado que hay que buscar una negociación de paz. Pero yo veo en el fondo que todavía el temor y el miedo impiden que se tomen unas acciones más fuertes y más decididas a favor de la paz. Yo creo que es hora de que eso cambie. La iglesia debe exorcizar ese miedo y empezar a hablar más claramente de que tenemos que buscar la paz, que es una prioridad. Y hay que buscarla por la vía que tenemos, casi que la única posible después de tanto años de guerra: una negociación de la paz.

¿Cómo ve al presidente Santos en este esfuerzo?

Veo muy ambiguo todo lo que está planteando, y me preocupa que los mensajes no sean tan claros. Se hace mucha propaganda con temas que pueden abrir las puertas de la paz, como es todo esto de la ley de víctimas, de desarrollo rural, pero no veo que se esté trabajando al mismo ritmo en crear la institucionalidad que favorezca realmente estos procesos.

Percibo que siguen improvisando pero no se está analizando en el fondo cuáles deben ser esos caminos que nos conduzcan a la paz. Sería muy bueno que todas las políticas  del actual gobierno se encaminaran a una pedagogía de la paz y no al oportunismo político.