Foto: Giovanni Moreno C.
Ángela María Robledo ha sido una revelación como congresista. Esta manizalita se ha declarado en disidencia en el Partido Verde, luego de que este aceptara el apoyo de Álvaro Uribe en la campaña para la alcaldía de Bogotá. Por eso tiene un proceso dentro del Partido, lo cual no la intimida para decir lo que piensa. Aunque este es su primer cargo de representación pública, tiene una trayectoria importante en varios escenarios. Primero como académica en la Universidad Javeriana, como directora de la Fundación Restrepo Barco, como directora del Departamento Administrativo de Bienestar Social, en la alcaldía de Mockus, y ahora como representante a la Cámara. Sin duda una de las mujeres con más empuje y futuro político en la franja de la centro-izquierda. Estas son sus reflexiones sobre el país.
¿En qué va la investigación que le abrió la comisión de ética del Partido Verde?
El origen de la apertura de la investigación es el acto de disidencia en septiembre del año pasado cuando ‘me niego’ al apoyo que Álvaro Uribe le dio a Peñalosa. Lucho Garzón había dicho que no nos íbamos a subir a la tarima con Uribe. Porque era inadmisible después de la campaña que habíamos hecho que Álvaro Uribe fuera copartidario del Partido Verde en especial en Bogotá. Nosotros de tiempo atrás habíamos dicho que no íbamos a acompañar la campaña de Peñalosa en Bogotá, pero sí otras. De hecho yo acompañé la campaña de Sergio Fajardo en Antioquia, a Juan Guillermo Restrepo en Atlántico, en el Valle del Cauca acompañé a los muchachos ‘Piensas Verde’ y aSofi Ospina candidata al concejo.
Entonces surge una proposición de que nos expulsen del Partido y se conforma un Comité de Ética conformado por tres personas: Alfonso Castelblanco que es muy cercano a Alfonso Prada; Mestre cercano a Jorge Londoño y Camargo que es pariente de Carlos Ramón González. Se abrió indagatoria y conocimos que la propuesta estaba firmada por 111 personas cuyas firmas no son claras. Explicamos por qué éticamente no podíamos apoyar a Peñalosa, sin embargo con todo eso nos abrieron el proceso.
Ángela María Robledo ha descollado como una de las líderes más importantes de la centro-izquierda del país. Pero podría ser expulsada del Partido Verde por haber rechazado el apoyo que Álvaro Uribe le dio a Enrique Peñalosa en la anterior contienda por la alcaldía. Arco Iris la entrevistó sobre este y otros temas.
Se nos prejuzgó. Se nos dijo que podíamos ser expulsados, que nos podían quitar la voz y el voto en el Congreso de la República, o que nos podían acusar por doble militancia, cosa que absolutamente traída de los cabellos. Nosotros recusamos a Oscar Castelblanco porque se nos notificó a través de los medios. Pero aún hoy yo me sostengo y me niego todas las veces que sean necesarias a subirme a una tarima con Álvaro Uribe Vélez que representa un proyecto de país y sociedad totalmente opuesto al sueño del Partido Verde. Estamos en un desgaste innecesario, muy tonto, pero vamos a ver qué pasa. A nosotros nos quieren cobrar el fracaso de Peñalosa en Bogotá.
¿Qué pasa hoy en el Partido Verde, y cómo lo ve usted?
Desde que arrancó el Partido Verde en octubre de 2009, era una confluencia de corrientes, muy atado a personas, a figuras, pero creo que se ha convertido en todo lo que queríamos evitar. El Partido Verde se volvió un paraguas para avales; sólo se activa como maquinaria en el tema de las elecciones y hoy es una enorme desilusión para la ciudadanía. Yo tengo una segunda esperanza sobre el Partido Verde. Por eso sigo trabajando. El problema es que quienes lo lideran creen poco en los partidos: Antanas, Peñalosa, Sergio, creo que hasta el mismo Lucho.
¿Cree que el Partido verde tiene una segunda oportunidad?
El partido tiene que democratizarse. La dirección nacional del partido se parlamentarizó. Este año hay dos congresos, el de mujeres y el de jóvenes, que se abren como nichos de debate programático y de espacios de democratización para que las direcciones departamentales y municipales tengan fuerza.
Lo que acaba de ocurrir en el Valle del Cauca por ejemplo. El candidato que se había trabajado desde la región era Jesús Piñacué. Luego va un miembro de la dirección nacional delegado por un Concejo Ejecutivo que no tiene ninguna validez estatutaria, y los descalifica y el Partido Verde apoya el candidato de la coalición en el Valle del Cauca. O el caso de Antioquia. Uno diría que el jefe natural del Partido Verde hoy en día, si vamos a tomarlo por votos, es Sergio Fajardo pero en eso no ha habido claridad. Por eso se necesita democratización. Somos una cantidad de congresistas con espacios de debate, con visibilidad en la opinión pública, con tareas en el Congreso, pero no somos bancada. Esto es una sumatoria de individualidades y eso no es un partido.
¿Cómo ve usted el tema de la paz en el país?
Frente a la paz también somos voces individuales. Yo creo que si algo ha movido a Lucho Garzón en su vida es ese tema. Lucho sueña con un país en paz. Me sueño la salida vía negociación, vía diálogo, no sé cómo se la sueñe Lucho ni si Santos aspira a una rendición, a un sometimiento o a un verdadero diálogo. Yo creo que de los sometimientos no queda sino resentimientos y odio y que ni las Farc ni el Eln se van a someter.