/ Por Kyle Johnson*. Ya se clausuró la Convención Nacional Republicana en Tampa, Florida, lugar con una buena población colombiana y latinoamericana, pero que no estuvo dentro del enfoque de la reunión más grande del partido oficial de la derecha estadounidense. El propósito de ese encuentro fue muy claro: primero, hacer oficial la nominación de Mitt Romney y Paul Ryan como los candidatos republicanos para la Presidencia y Vicepresidencia, respectivamente; y segundo, exponer la plataforma política de ese partido.
La convención empezó con un discurso de Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey, un estado históricamente demócrata, pero con gobernador republicano. Christie habló de varios temas, entre ellos, la honestidad de los líderes actuales, que no quieren contar la verdad de la situación económica estadounidense, la cual está muy grave. Después de varios minutos de hablar de ese tema, sin mayores novedades, propuso lo que los republicanos siempre han promovido: un Estado más pequeño, con más libertad fiscal.
Christie también habló de los éxitos políticos que ha logrado en su estado, diciendo que es posible para el país también hacer tanto con tan poco, y fue comparando las ideas de los republicanos de las de los demócratas, con el sesgo que se espera de cualquier político. Adicionalmente, promovió a Mitt Romney como el hombre que puede salvar a Estados Unidos y llevarlos a tiempos de prosperidad y fortaleza mundial, pero muy poco habló de Paul Ryan.
¿Qué se sabe de Ryan? ¿Qué propone? ¿Cuáles ideas tiene? Hubo una reacción interesante en Estados Unidos cuando Mitt Romney anunció que Paul Ryan sería su candidato para la Vicepresidencia. La derecha lo aceptó como muy buena noticia, porque Ryan es un hombre joven, fiscalmente conservador y ha pasado muchos años enfocándose en los detalles para crear políticas para muchos temas. Pero la izquierda también celebró, porque consideran las propuestas de Ryan demasiado extremistas, por lo tanto, fáciles de usar en su contra, alegando que era bastante radical y sin justificación, acusación que tiene algo de cierto, pero poca base en la realidad y que es fácil de utilizar para asegurar el voto ‘anciano’.
Ryan se volvió más conocido en 2011 cuando presentó su propuesta de política fiscal y presupuestal de Estados Unidos a largo plazo, es decir, para los próximos 60 o 70 años. Aunque sus ideas fueron muy bien recibidas y promovidas por los republicanos, básicamente como su plataforma fiscal general para contrarrestar los discursos de Obama, numerosos analistas la vieron como desastrosa: sería mala para la clase media, habría aumento de los gastos en defensa sin justificación, menos ayuda para el sistema de salud y serían recortados programas que sirven para la población general, no sólo para los pobres.
La política estadounidense sigue en campaña. Las elecciones están cada vez más cerca y ya se van definiendo las propuestas. Mitt Romney y Paul Ryan han sido confirmados como candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia por el partido Republicano, son caras relativamente nuevas, pero con viejas ideas, sobre todo en lo económico.
Como la clase media es la más importante electoralmente, es clave entender cómo las ideas de Paul Ryan la van a afectar. La clase media quiere menos impuestos y, a la vez, que la plata que sí se gaste de manera eficaz para la sociedad. Pero el presupuesto de Ryan no ayudará tanto a la clase media. Los que ganan entre $50.000 y $75.000 (dólares estadounidenses) al año sólo tendría un descuento en los impuestos de alrededor de $1.000, pero ese dinero no se gastaría en programas y servicios para la población, sino en bajar el déficit. Los impuestos serían iguales, pero con menos beneficio.
Sería equivocado pensar que si se elige a Romney y Ryan, esa propuesta fiscal se utilizará durante su periodo de gobierno, pero por lo menos nos da indicadores del pensamiento de ese congresista, ahora candidato vicepresidencial.
Ryan cree en un Estado pequeño y en un mercado libre, para que la gente no viva del gobierno. La competencia económica es el conductor de la economía general. Esa es una idea clásica de los republicanos, y cómo venderla no es muy difícil si se enfoca en la cuestión de los impuestos. Lo difícil para él será no meterse en los detalles y aclarar los temores. Como más del 70 por ciento de la población estadounidense cree que las políticas de Romney favorecerán a los ricos, Ryan tiene que mostrar que ésto no es cierto, o como sus ideas ayudarán a la clase media, argumento que será difícil de hacer, pero no es imposible.
Lo que más probablemente se verá de Ryan son discusiones fuertes sobre la política fiscal y cómo sacar a Estados Unidos de su crisis, pero su tono será uno de ataque, y aunque le encantaría, no propondrá mucho de manera detallada y clara. Un Estado pequeño, cortes de impuestos y un sector de defensa fuerte serán los temas que abordará, pero como candidato a Vicepresidente no tendrá mucho espacio para hablar y proponer, lo cual es problemático para los republicanos porque el fuerte de Romney no es la política como tal.
El problema es que los demócratas tienen mucho con qué atacar a Ryan y sus ideas; incluso, se puede argumentar que esas políticas son las que llevaron a la crisis dado que cuando Bush llegó a la casa blanca en 2000 sobraba plata, el desempleo estaba en el nivel conocido como perfecto, y la economía iba creciendo. Después de ocho años del gobierno de Bush, la economía cayó en la crisis más dura de los últimos 80 años.
Este argumento será difícil de contestar, especialmente si los demócratas logran hacer que la población piense que las políticas de Bush, que hicieron caer a la economía, son las mismas de Ryan. De alguna manera, Romney y Ryan tendrán que enfrentarse con ese argumento, tarea muy complicada dado lo sencillo que es, y la fuerza que traerá, desde la perspectiva de la población estadounidense.
* Kyle Johnson es politólogo e investigador de la Corporación Nuevo Arco Iris.