/ Por Hernán Suárez* No es la primera, ni será la última vez, que un grupo de políticos en plan de construir su proyecto electoral, convoca y reúne a una decena de forjadores de opinión, a reconocidos intelectuales y académicos de centro izquierda, a demócratas liberales decepcionados de los partidos tradicionales o de los ex presidentes, a dirigentes conservadores progresistas, a dirigentes de organizaciones no gubernamentales defensoras de la llamada sociedad civil o de la constitución de 1991, a prestantes economistas proclives al intervencionismo de estado o al neo institucionalismo, a ex magistrados de las altas cortes , a sectores disidentes de partidos de centro izquierda en transe de una nueva militancia o postulación electoral. La idea es sin duda de inspiración y propósitos progresistas. Eso está muy bien, es plausible y esperanzador.
Lo novedoso de este agrupamiento inicial, llamado a sí mismo “ENCUENTRO CIUDADANO POR LA DEMOCRACIA, PEDIMOS LA PALABRA”, es que a diferencia de otras convocatorias “ciudadanas”, hechas desde la izquierda, hay más centro que izquierda, lo cual puede ser un factor “progresista” que facilite el diseño de un programa creíble, aterrizado, realizable, lejano de los maximalismo ideológicos que producen satisfacciones intelectuales, pero que no logran despertar la confianza y credibilidad entre los electores.
Se trata de una clara apuesta política electoral de cara al 2014, no hay que dar tantos rodeos, por eso no me parece de buen cuño presentarse como un grupo de ciudadanos, con la sola cedula de ciudadanía y de a pie, cuando todo el país sabe que sus más prestantes promotores y buena parte de los asistentes son políticos de toda la vida. Para citar solo un ejemplo: Navarro y Mockus siempre han estado en la palestra política y electoral desde hace mas de 20 años, en todas las elecciones locales o nacionales siempre han estado en el partidor electoral a nombre de diversas “nuevas” expresiones políticas, como en su momento lo fueron la AD-M19, Corriente Alterna, Polo Democrático Independiente, Polo Democrático, Progresistas, Movimiento Visionario, la Ola Verde.
Para nadie es un secreto que sus motivaciones son esencialmente políticas y está bien que lo digan sin tapujos ni esguinces. Tienen claro que necesitan convertirse en una opción política frente a la que consideran peligrosa polarización Santos-Uribe. Eso deberían decirlo con claridad y así nos ahorramos inconvenientes y simulaciones. En el laberinto obligado de toda nueva fuerza política, en poco tiempo se verán obligados a cumplir con un ritual menesteroso de nuestra democracia: recoger firmas, nadie se las negará, para avalar su condición de partido político sin representación parlamentaria, aunque en su seno albergue algunos que ya tienen militancia partidista y credencial parlamentaria.
El nuevo movimiento no es una novedad en los alinderamientos propios de la actual coyuntura preelectoral. Es una creación natural e inevitable de la polarización: frente al puro centro democrático resulta rentable y oportuno políticamente oponerle un puro centro izquierda y de paso tomar distancia del santismo y su reelección.
El mayor desafío del nuevo movimiento surgido en el Jockey Club de Medellín es hacer propias las banderas de Álvaro Gómez: concretar un acuerdo sobre lo fundamental, para ser gobierno en el 2014, ponerle pueblo a la democracia y, por ende, a su movimiento, y reinventar la política de verdad verdad.
* Asesor editorial, editor de las revistas Foro por Colombia, Economía Colombiana y Educación y Cultura.