Foto: José Antonio Ocampo, ex ministro de Hacienda. | tomada de El Espectador
No hay duda de que el Pedimos la Palabra, el movimiento político cuya primera piedra se puso el miércoles pasado en la reunión de Medellín, tendrá una vocación electoral. No en vano allí no había solo intelectuales. Iván Marulanda y Alonso Salazar representaban la fuerza electoral de Compromiso Ciudadano, y Ángela María Robledo y Antanas Mockus algo del caudal del Partido Verde. En la reunión se mencionó la necesidad de ir configurando listas a Senado y Cámara (en las que nombres como el de Claudia López serán infaltables), pero nadie mencionó todavía posibles candidatos presidenciales.
No obstante, la foto del evento es reveladora. Al centro está un hombre que es el perfecto outsider que necesita la centro-izquierda para el 2014: José Antonio Ocampo, quien viajó desde Estados Unidos para el encuentro y tuvo algunas de las intervenciones más profundas de la jornada.
Ocampo es considerado uno de los más brillantes economistas del último cuarto de siglo que ha tenido el país, en particular por su enfoque social y su interés en los temas de la equidad social. Se graduó con solo 20 años de economista y sociólogo de la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), en 1972. Cuatro años después, a los 24 años, se doctoró en economía en la Universidad de Yale.
Desde muy joven ha estado vinculado al sector público. Fue director de Planeación Nacional, Ministro de Hacienda, secretario de la Cepal y en agosto de 2003 fue designado por el Secretario General de la ONU Kofi Annan como Secretario General Adjunto para Asuntos Económicos y Sociales, convirtiéndose en el colombiano con la más alta posición en la historia de las Naciones Unidas. Ocupó este cargo hasta mediados de 2007 y en la actualidad es profesor del School of International and Public Affairs de la Universidad de Columbia.
Si Pedimos la Palabra va a ser un movimiento electoral, ¿el exministro José Antonio Ocampo podría ser el candidato que los sectores democráticos buscan para el 2014?
Este año fue uno de los tres candidatos a la presidencia del Banco Mundial, y recibió el respaldo de la comunidad de “sabios” economistas de Colombia y un amplio respaldo internacional. Pero la falta de respaldo de países claves, entre ellos el suyo, hicieron inviable su elección y él renunció a su aspiración.
Ocampo es un académico y político de visión liberal progresista, que considera esencial la reforma de las estructuras sociales, económicas y políticas, como condición para un desarrollo económico sostenible. Ha sido un proteccionista moderado, crítico de los postulados neo-liberales. Su visión de modelo económico le da un papel importante al Estado, como actor regulador de las relaciones sociales y económicas. En este sentido, fue muy crítico de la apertura económica de César Gaviria en los años 90.
En los temas de política social, y en el intenso debate entre las dos grandes concepciones de universalidad y focalización, ha sido firme partidario de la primera. Reconoce que la política de focalización tiene ventajas, pero se afirma en que una estrategia basada en la universalidad y la solidaridad es la más adecuada para atacar la desigualdad y la pobreza.
En su amplia obra académica ha traído evidencia estadística que demuestra que los efectos redistributivos del gasto público social son más importantes cuanto mayor es la cobertura. Pero igualmente ha sido claro en afirmar que una estrategia de este tipo implica un esfuerzo fiscal importante, por lo que será necesario revisar los esquemas tributarios tanto de Colombia como de la región latinoamericana y, sobre todo, trabajar en la construcción de sistemas más progresivos.
En su obra, el tema del desarrollo social y la importancia de repensar el concepto y las políticas ha sido central, las reflexiones más importantes en que se sustentan sus propuestas a favor de una nueva agenda de desarrollo, parten de resaltar la necesidad de lograr un nuevo equilibrio entre el mercado y el interés público y de entender por “políticas públicas” toda forma de acción organizada tras objetivos de interés común, y no sólo las acciones estatales. Ocampo presentó este año cinco propuestas al Banco Mundial, cuando se presentó como candidato a la presidencia del mismo, y que resumen su pensamiento social:
1. Se requiere una globalización más equilibrada, con verdadero respeto por la diversidad; la existencia de una red de instituciones regionales, respetuosas del orden global pero con mayores grados de autonomía, constituye la mejor opción para construir una institucionalidad internacional más sólida y equilibrada.
2. Es fundamental tener una visión amplia de la estabilidad macroeconómica y del papel que desempeñan las políticas anti-cíclicas; está claro que la inestabilidad real tiene un costo muy elevado y que, además, el costo del déficit del sector privado es tan alto como el de los desequilibrios del sector público.
3. No basta con las políticas macroeconómicas; la definición de estrategias de desarrollo que apunten a inducir innovaciones y construir complementariedades productivas parece ser un camino que las economías abiertas no pueden dejar de tomar.
4. Es preciso mejorar los encadenamientos sociales; el progreso social puede concebirse como el producto de tres factores básicos: una política social de largo plazo que incremente la equidad y garantice la inclusión, un crecimiento económico que genere un volumen adecuado de empleo de calidad y una reducción de la heterogeneidad estructural de los sectores productivos.
5. El sistema económico debe estar subordinado a objetivos sociales más amplios; en este sentido, es importante fomentar los lazos de solidaridad que se han ido perdiendo.
Posiblemente un hombre con su visión sea capaz de articular los sueños y aspiraciones del verdadero centro político del país, de los sectores democráticos de la izquierda, y de una sociedad que, como en el caso de Sergio Fajardo, le está apostando al conocimiento, y no al dinero y las clientelas, como fuente de gobernabilidad.
* Texto elaborado con el concurso del economista Luis Hernando Briceño.