Hugo Chávez será reelecto

/ Por Wilfer Orlando Bonilla*. La mayoría de las firmas encuestadoras dan como ganador de la próxima contienda electoral del 7 de octubre a Hugo Chávez. Tal vez sea una mala noticia para la opinión pública colombiana, la cual durante los últimos años se alimentó con un antichavismo enfermizo, inoculado persistentemente por la gran industria mediática, que hoy repite insistentemente que en Venezuela se asiste a un empate técnico, o que el candidato de la derecha venezolana, Enrique Capriles Radonski, se proyecta como seguro ganador.

Medios de informacion como El Colombiano, El Tiempo, Semana, Caracol, y todo el “monopoliopinto”  paisaje mediático –Porque no es variopinto, verdad- han publicado de manera insistente las conclusiones de la encuestadora Consultores 21, la cual ha sostenido durante estos meses previos a las elecciones presidenciales, la hipótesis de un empate técnico y para este mes de septiembre ha asegurado que el escenario electoral se definirá con un 52% a favor de Capriles y un 48% para Chávez.

Pero en Venezuela es bien conocida la tradición de Consultores 21. Para las elecciones del revocatorio del 2004 y las elecciones presidenciales del 2006, esta encuestadora había optado por el rentable juego de la propaganda política, dando como perdedor a Hugo Chávez, sin embargo, en ambos eventos resultó ratificado y electo.

El resto de encuestadoras han ratificado como escenario para las elecciones del 7 de octubre la reelección del presidente Chávez.  Llama la atención los datos de las encuestadoras Ivad y Datanálisis, cuyos dueños han estado emocional y políticamente alinderados con la derecha venezolana. Vicente León, de Datanálisis, llegó incluso a firmar el Decreto de Carmona, a través del cual se formalizó el golpe militar de abril del 2002. Pero estas encuestadoras, a pesar de su inclinación política, no arriesgan su prestigio metodológico y en cada evento electoral han dado resultados previos acorde al desenlace final.

Ivad le otorga la victoria al presidente Chávez con un 50,3% frente a un 32,8% de Capriles, lo cual arroja una brecha de 17.5%.  El estudio de opinión realizado por Datanálisis revela que un 43,1% de los encuestados votaría por el candidato socialista, frente a un 30% de los electores, que se inclinan por el aspirante de la derecha, para una brecha a favor de Chávez de 13,1%.

Sin  embargo, la campaña electoral no ha estado exenta de eventos significativos, que sin lugar a dudas han afectado o afectarán la valoración de uno u otro candidato. Para Hugo Chávez tuvo un impacto evidente la muerte de 43 personas por la explosión en la refinería de Amway, ubicada en el occidente del país, a la par que se dio la caída de un puente, dejando incomunicado el centro con el oriente del país; todo esto tuvo un impacto innegable en el principal eje turístico del país, el eje costero de occidente y oriente, precisamente en pleno desarrollo de las vacaciones de mitad de año. Las encuestas comparadas entre agosto y septiembre reflejan el costo para el candidato presidente.

Pero el candidato de la derecha venezolana, Capriles Radonski, ha comenzado a tener su propio “Amway” y los puentes bajo sus pies amenazan con colapsar. Se han presentado un conjunto de hechos que han copado la agenda mediática en contra suya.

Para la primera semana de septiembre, David de Lima, miembro de su comando de campaña, aparece en televisión presentando el programa económico de Capriles, el cual caracteriza de paquetazo neoliberal inaceptable.

En la segunda semana, William Ojeda, hombre cercano a Capriles y del partido Un Nuevo Tiempo, también aparece denunciando el programa de Capriles y habla del engaño realizado a diversos factores de la unidad opositora que se presentó como una propuesta “progresista”, cuando en realidad se pretende llevar al país a una explosión social con este conjunto de medidas económicas.

Durante la tercera semana estalla un escándalo de presunta corrupción. Juan Carlos Caldera, del partido Primero Justicia y tercer hombre de más confianza de Capriles, aparece en un video recibiendo dinero de un desconocido, el cual con tono colombiano, habla de concertar una cita en el exterior entre Capriles y un personaje llamado el “jefe”. Capriles, sin mediar investigación alguna, aparece a las dos horas y expulsa a Caldera de su partido y de la campaña.

El comando de Capriles ha tratado de minimizar el impacto de estos hechos, para eso cuenta con toda la poderosa maquinaria mediática privada existente en Venezuela; sin embargo, es difícil que en tan corto tiempo logre conjurar a su favor este conjunto de hechos, especialmente en el sector de los indecisos.

Durante toda la campaña, Capriles intentó evadir la discusión programática, buscando concentrarse en categorías simbólicas donde “lo nuevo” era el núcleo central de su discurso, pero todo ha girado en contravía a su intención.

Hoy, la agenda pública está copada por la discusión sobre la inmoralidad de su comando y lo programático, donde su  acento neoliberal es bastante mal recibido por una ciudadanía que tiene muy fresco el recuerdo del paquetazo de Carlos Andrés Pérez y el desborde violento del Caracazo. Capriles regresa con una medicina ya probada por los venezolanos y la gente se pregunta: ¿qué puede tener de nuevo?

Es público y conocido el documento “Lineamientos Del Programa De Gobierno De La Unidad Nacional En Materia Económica”, el programa económico que el candidato del empresariado y las transnacionales, Capriles Radonsky, le propone a la sociedad Venezolana. Las medidas propuestas son tan alarmantes para la paz social del país que varios de sus asesores se han apresurado a decir que es un documento “forjado” (falso), que no refleja las verdaderas estrategias de Capriles; sin embargo, estas líneas son las mismas que aparecen en su página web, con el nombre de  “Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019)”. Este documento fue presentado públicamente con la firma de Capriles y los demás precandidatos desde el mes de febrero.

La primera conclusión que surge al leer dicho “programa” es la incoherencia de llamar progresista a un factor político que pretende reeditar las fórmulas neoliberales en el manejo de las finanzas públicas en contravía al bienestar de la población. Estamos ante un programa de restauración conservadora, no de una propuesta progresista.

Todos estos sorprendentes hechos de última hora en la campaña permiten afirmar que asistiremos de nuevo a la ratificación del liderazgo de Hugo Chávez en la conducción de los destinos de los venezolanos. En este escenario, el juego opositor se debatirá entre gritar fraude y no reconocer los resultados o respetar la decisión del árbitro electoral y enrrumbar su esfuerzo hacia la disputa de gobernaciones en el mes de diciembre de este año y alcaldías en marzo de 2013, eventos que les permitiría ocupar un importante número de espacios.

Aún es confusa y hay pocos indicios sobre la estrategia opositora para paliar su derrota el 7 de octubre, pero lo cierto es que hoy no cuenta con la correlación de fuerzas del pasado para empujar al país a un estado de caos y desetabilización. Cualquier intentó en esta dirección solo profundizaría su bancarrota.

* Wilfer Orlando Bonilla es Investigador del Centro de Estudios Económicos y Sociales de Caracas, Venezuela.

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