Foto: Jineth Bedoya | Giovanni Moreno C.
En la segunda entrega de la entrevista que Jineth Bedoya, periodista del diario El Tiempo, le concedió al director de la Corporación Nuevo Arco Iris, León Valencia, asegura que jamás pensó en abandonar el país ni en dedicarse a un oficio distinto del periodismo.
León Valencia (LV) ¿Ese paramilitarismo de Estado que estuvo detrás de su tragedia, podría estar moviendo sus fichas para evitar que su caso sea declarado crimen de lesa humanidad?
Jineth Bedoya (YB): No tengo las pruebas en la mano para hacer una afirmación tan delicada como esa, pero no descarto ninguna posibilidad tampoco. He tenido que soportar situaciones terribles a lo largo de estos doce años, como amenazas e irregularidades en el proceso. En el año 2003 apareció un testigo con los nombres de los autores materiales e intelectuales y luego de eso comenzaron a suministrarle droga psiquiátrica dentro de la cárcel hasta el punto en que lo enloquecieron, por eso me vi en la obligación de ayudarle a salir de ese lugar. Una de mis fuentes me indicó que conocía a un oficial de policía implicado en mi secuestro, con quien tuve la oportunidad de reunirme, era un mayor y luego de la cita fue asesinado en Medellín. Vemos entonces lo difícil que ha sido este caso. No tengo las bases, ni las herramientas para señalar a nadie con nombre propio, pero sí estoy segura que las personas que planearon esto siguen vivos, asistiendo a cocteles y reuniones sociales.
LV: ¿Ha pensado en abandonar el país?
JB: La palabra exilio jamás la he contemplado. Prefiero que me den un balazo en Colombia y no morirme de tristeza en una pieza en Europa. Tengo un compromiso muy grande con las mujeres víctimas del conflicto armado en nuestro país y el Estado debe garantizar mi seguridad y supervivencia aquí en Colombia.
LV: Además del apoyo de su madre, ¿quién más la ha respaldado en su lucha que bien se puede calificar como valiente?
JB: (Risas) No se si es ser valiente, testarudez o terquedad. Para empezar, podría decir que me siento privilegiada por tener el apoyo del Tiempo donde presto mis servicios profesionales, porque allí tengo la oportunidad de investigar historias que en otro lugar no podría hacer. Ellos han sido muy solidarios conmigo y me han prestado su respaldo cuando he viajado al Putumayo, Mapiripán, etc., buscando historias de mujeres.
LV: ¿Qué tanto ha cambiado su vida como periodista?
JB: Los periodistas tenemos la tendencia a volvernos insensibles y ajenos a ciertos temas, sobre todo cuando son de guerra. No nos involucramos, simplemente nos limitamos a describir cifras de muertos y número de ataques y combates. Cuando uno es víctima y tiene que vivir en carne propia la angustia que genera el drama en sí, junto al olvido y la indiferencia de la sociedad, efectivamente cambia la visión que se tiene sobre estos hechos y aunque suene bastante extraño, esto se lo agradezco a los violentos.
LV: ¿Pensó en abandonar la carrera?
JB: Jamás. En un primer momento sentí miedo por dejar mi país, y en un segundo momento me llegó el temor de abandonar el periodismo. No me veo ejerciendo otra profesión. A los quinces días de los hechos hablé con Carlos Lleras de las Fuente, que en ese momento era el director de El Espectador y le pedí que me dejara regresar a mi oficio, que no tenía ninguna intención de viajar a Alemania, a donde estaba listo mi asilo. Gracias a Dios conté con su respaldo.
LV: ¿Desde el día en que ocurren estos hechos ha tenido alguna limitación para ejercer su labor?
JB: No he permitido que me limiten y por eso he tenido problemas serios con el Estado, porque es este quien provee mi seguridad. Por momentos me han advertido de los sitios a donde no puedo viajar, que son precisamente en donde está mi trabajo y hacérselos entender ha sido difícil.
LV: ¿Qué les ha dicho a las mujeres en las regiones ha donde ha viajado que se identifican con su caso?
JB: Luego del secuestro he tenido la oportunidad de viajar por todo el país y encontrar a las mujeres víctimas de la violencia. Podría hablar de una niña en una comuna de Medellín a quien los paramilitares le marcaron la cara con las AUC. Esta joven siendo menor de edad fue violada y como consecuencia de esto quedó en embarazo. Asimismo, he encontrado muchos casos y mi gran satisfacción es cuando me han dicho “Yo la veo en televisión y usted me dio valor”. Es por esto que he dicho que no me voy de este país, porque uno tiene que sentir el sufrimiento de esta gente.
LV: ¿Qué actividades hacía antes en su tiempo libre, que ahora las ha abandonado luego de su tragedia?
JB: Me encanta bailar salsa. Afortunadamente, bailé lo suficiente en mis épocas de universitaria. Ahora no lo hago porque con cinco escoltas detrás es un poco incomodo. Cuando estoy en Bogotá me encierro en mi casa a leer; cuando tengo la oportunidad voy a observar obras de teatro y disfruto de la compañía de mi madre y mi gato Silvestre.