La Marcha Patriótica puede ser un factor de paz

/ Por Carlos Vicente De Roux *. Se ha dicho mucho que la Marcha Patriótica corre el mismo riesgo de la Unión Patriótica: que miles de sus miembros sean asesinados si ocurre una destorcida del proceso de paz. Sin embargo, poco se ha hablado en los medios y otros escenarios de debate sobre la naturaleza de esas agrupaciones políticas y sobre si tienen o no algo que ver con las Farc. Se teme que hacerlo ponga a los militantes de la Marcha en la mira de la extrema derecha. Pero lo real podría ser lo contrario, que la ausencia de la discusión y de las claridades subsiguientes, sea peligrosa para ellos.

En la Marcha Patriótica confluyen sectores diversos pero es probable que la mayor parte de sus miembros habiten en regiones donde las Farc estuvieron presentes por años y llegaron a fungir, incluso, como cuasi autoridad de Estado. Son entornos donde se crearon condiciones de respaldo civil y fraternización con la guerrilla.

Posiblemente esos sectores no quisieran ver aplastados militarmente a los comandantes y a las huestes guerrilleras, pero desean que no se prolongue el conflicto y se le ponga fin mediante la negociación política. Ideológicamente, están conectados con las promesas de equidad y de derechos de la Constitución del 91 y no tienen reparos a vivir sometidos a ella. En términos materiales, quieren la paz porque están muy expuestos a la acción de los paramilitares y de los agentes estatales que actúan por fuera de la ley, y tienen un arraigo social y productivo que sería garantía de progreso si se silencian las armas.

No se puede estar de acuerdo con la visión que la Marcha Patriótica tiene de las Farc, pero es innegable que quiere la paz y puede ser un factor de incidencia sobre la guerrilla para que abandone la guerra.

No en vano la Unión Patriótica y la Marcha Patriótica han saltado a la palestra en un tipo particular de coyunturas, los procesos de paz. Si éstos no han llegado a buen puerto, para nadie ha sido tan frustrante, quizá, como para los miembros de esas formaciones políticas.

Vale discrepar de esas fuerzas en cuanto sientan una simpatía difusa con la subversión armada o se resistan a visualizar y a condenar sus atrocidades. Pero en una perspectiva dinámica, pendiente de las posibilidades de transformación de los escenarios políticos, hay que considerarlos un activo de la paz. Más en particular, un factor de incidencia sobre las Farc para que abandonen la guerra y se dediquen al ejercicio político civilizado.

Y, por supuesto, es un deber reclamar respeto para la vida y la integridad de todos y cada uno de los militantes de la Marcha Patriótica.

* Concejal de Bogotá por el Movimiento Progresistas.

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