/ Por Gloria Tobón Olarte.* Las mujeres feministas pacifistas, demócratas y de organizaciones sociales hemos manifestado el apoyo al proceso de paz y nos mostramos vigilantes ante cualquier amago de las partes de pararse de la mesa.
Las mujeres hemos hecho activismo pacifista en estos años posteriores al fallido proceso de negociación en San Vicente del Caguán (Caquetá). Desde lo local, se han construido múltiples iniciativas de paz, nos hemos expresado y movilizado contra el militarismo desbordado de la racionalidad patriarcal y por las afectaciones perpetradas por los actores armados, y porque las violencias históricas contra las mujeres se han exacerbado en medio de este conflicto.
Además, hay un deseo general de la sociedad para que cesen las violencias contra la población civil, esto es, que terminen los secuestros, la victimas de minas antipersonal, la utilización del cuerpo de las mujeres por guerreros armados, el desplazamiento forzado que mayoritariamente afecta a las mujeres , las niñas y niños; el reclutamiento forzado de niños, niñas y jóvenes de ambos sexos, entre otros.
La voz pacifista desde las mujeres tendrá que generar opinión pública; formular propuestas de cara al posconflicto; fortalecer las agendas de paz y ciudadanía; y oficializar públicamente una estrategia para la observación y vigilancia activa del proceso.
Ya es hora de que los distintos sectores de la sociedad podamos construir país desde la civilidad; ello pasa por crear y fortalecer un ambiente para la construcción de la paz, pasa porque el Estado garantice los derechos, genere y proteja los espacios del ejercicio ciudadano, es decir, que promueva la interlocución, la negociación y la concertación de los conflictos sociales. La dejación de las armas y la desmovilización de miles de hombres y mujeres a la vida civil, es un resultado significativo para este propósito. Se trata de ratificar el papel de la sociedad civil como el sujeto de la paz y desde esta perspectiva, reconocer su rol decisivo en el posconflicto hacia una paz sostenible.
Desde este interés, las feministas y organizaciones de mujeres creemos que el cierre positivo de este conflicto es impostergable; por esto, lo que hemos anunciado de rodear este proceso tiene ese sentido: no se trata de solicitar puestos en la mesa de negociación, pero reiteramos la importancia de la presencia de mujeres negociadoras de las partes en la mesa. Parar esta guerra absurda es nuestro anhelo principal y para lograr éste propósito nuestra presión ha sido permanente.
Una voz pacifista desde las mujeres tendrá que generar opinión pública en esta etapa; formular propuestas de cara al posconflicto; fortalecer las agendas de paz y ciudadanía; y oficializar públicamente una estrategia para la observación y vigilancia activa del proceso, para que las partes no se levanten de la Mesa sin que se haya firmado un acuerdo definitivo de cese de la guerra.
*Especialista en temas de género y mujer.