Hay que convocar ya la Constituyente cafetera. Es un escenario adecuado para desmontar el neoliberalismo que arruinó la caficultura colombiana y otros renglones de la agricultura nacional. Hay que construir el pos neoliberalismo en términos democráticos y de participación popular.
El paro de los campesinos cafeteros, a los que se han unido los cacaoteros de Santander, se ha desplegado con toda su potencia por todo el territorio nacional.
El Ministro de Agricultura no se salió con la suya. Pretendía sabotear el paro con amenazas y macartismos desuetos. Sacó a relucir la vieja retórica ultraderechista para estigmatizar la justa protesta de miles de pequeños campesinos acusándolos de «comunistas», «guerrilleros», «extremo izquierdistas» y «terroristas», a la manera como en el pasado lo hicieron los más caracterizados exponentes de la caverna reaccionaria.
El paro sigue en pie y con todo su vigor. Exige la solución de los problemas más graves que ha precipitado la crisis de millones de familias que tienen su sustento en este renglón de la economía.
El Ministro Juan Camilo Restrepo y la gerencia de la Federación de Cafeteros son unos incompetentes y deben hacerse a un lado (mejor si renuncian) para que otros delegados del gobierno, con menos prejuicios e intereses privados, atiendan el pliego de peticiones de los caficultores y busquen las soluciones adecuadas.
En buena hora el Presidente Juan Manuel Santos ha propuesto convocar una Asamblea Constituyente Cafetera para analizar los problemas del café y de la actual institucionalidad que incluye la Federación Nacional de Cafeteros y los Comités Departamentales, inmersos en el burocratismo y la corrupción.
Es una idea correcta y oportuna que muestra otro tono, diferente al de su incapaz Ministro de Agricultura, que bien puede facilitar los escenarios de concertación para resolver los problemas que tienen en el atolladero a las familias ligadas a la histórica economía cafetera colombiana.
Convocar una Constituyente cafetera no quiere decir que se aplacen las soluciones inmediatas reclamadas por los campesinos en paro.
No obstante, una Constituyente debe perfilarse como una expresión democrática que se sustraiga a los parámetros del neoliberalismo, principal causante de todos los males actuales.
Hay que construir una institucionalidad y un modelo de caficultura y agrícola pos neoliberal que atienda los intereses colectivos de la sociedad rural colombiana.
Presidente Santos, ¡hagamos ya la Constituyente cafetera, pero sin los apóstoles neoliberales que ya empezaron a postularse y su nefasta ideología mercantil.
¡Hagámosla con la participación democrática de los ciudadanos y las masas campesinas pobres y excluidas por la Federación de Cafeteros y sus comités que son máquinas al servicio de minorías oligárquicas.
Una Constituyente cafetera es un excelente aporte a la paz de Colombia.