Desde las zorras hasta las lasañas

La vaca que ríe, marca de quesos y embutidos comercializada por el Grupo Bel.

“Adiós a las primeras zorras… Luego de 12 años, el Distrito comienza la sustitución de vehículos de tracción animal. En septiembre no deberá haber caballos en las calles” titula El Espectador en su edición del 26 de febrero del 2013. Y el articulo explica que los carreteros recibirán un vehículo motorizado a cambio de sus cerca de 3.000 bestias bogotanas que gozarán de una merecida jubilación después de que el ICA les brindara un baño, un arreglo de herrajes y aplomos, una desparasitación, una vacunación y evaluación comportamental.

Los caballos que no pasen la prueba serán legalmente eutanasiados. Mientras los afortunados serán adoptados por uno de los 5.000 adoptantes, amantes de la raza equina. Un maravilloso “happy end”, un final como debería serlo siempre en el mejor de los mundos.

Lo que no fue el caso cuando Rumania en el 2008 tomó la misma decisión: el retiro de sus 800.000 zorras.

Desde el 2008 hasta febrero del 2013, nadie en Europa se había enterado, ni preocupado de esta ley rumana. ¡Tan lejana! Hasta el principio del mes de febrero cuando en Inglaterra se encontró presencia de carne de caballo en lasañas de res vendidas por la reconocida marca europea de alimentos congelados Findus. El escándalo fue tal que enseguida se lanzó una investigación que reveló que, no sólo en Inglaterra sino en varios países europeos, se comía caballo en vez de res. Y no sólo en lasañas sino en canelones, carne molida, enlatados de raviolis, etc. La investigación también reveló que la red de fabricación de estos alimentos “falsificados” partía de los mataderos rumanos y peor aun develó a la luz pública el oscuro mundo de las redes de la industria alimentaria y su total carencia de “trazabilidad de los alimentos” que llegan a diario en las mesas de los europeos.

Resulta que las firmas que vendían caballo por res y promocionaban la calidad de sus productos en base a su respectivo “savoir faire” culinario, no cocinaban aquellos suculentos platos. En realidad la red era la siguiente: el negociante/trader holandes Draap Trading, basado en Chipre (quien se pilló el gran negocio que se podía hacer a raíz de la desaparición de las zorras rumanas) compró la carne de caballo a los mataderos rumanos (con cual control sanitario, no se sabe con certeza); la mandó a la sociedad francesa Spanghero quien la transformó en suculentos platos que eran mandado al distribuidor luxemburgés Cogimel que a su vez lo distribuía a las firmas vendedoras (Findus, Carrefour, Nestlé, Ikea, etc) para terminar en los platos de los ingenuos e idiotas útiles que es el europeo común y corriente.

Supuestamente, ni Spanghero, ni Cogimel, ni las firmas vendedoras se percataron que la carne de res que vendían era caballo de las zorras rumanas. Lo que, más allá de la carencia de trazabilidad de los alimentos plantea también el grave problema de la ausencia de control sanitario o simplemente de la seguridad alimentaria. ¡Mejor dicho, si mañana se cambia la carne de caballo por excrementos de elefantes africanos, toda Europa comerá mierd… sin darse cuenta!

El retiro de 800.000 vehículos de tracción animal en Rumania, que aquí se conocen popularmente como zorras, terminó servido en miles de platos europeos como carne de res de primera. La historia del tráfico de carne equina.

Como ya fue el caso con la carne de res contaminada con la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob o “vaca loca” a partir del  1986, con los pollos y cerdos belgas con dioxinas en el ’99,  la gripe aviaria en el 2005, sin contar con las harinas animales que nutren a los animales de consumo humano, los metales pesados y pesticidas tóxicos detectados en varios alimentos, etc.

En el 2004, a la iniciativa de la ONG ambiantalista WWF, 40 europarlamentarios originarios de 17 países habían aceptado que su sangre sea analizada. El resultado fue alarmante y reveló la presencia de 101 contaminantes tóxicos, persistentes y bioacumulativos de efectos graves para los humanos. Pese a esta evidencia de contaminación debida en gran parte a la alimentación y pese al retiro de las harinas de origen animal dadas en alimento de los animales de consumo humano y responsables directas de la epidemia de “vaca loca” y sus conocidas consecuencias en la salud pública, la Comisión Europea en Bruselas acaba de autorizar nuevamente su uso. ¡A partir del 1 de junio se podrán usar restos de cerdo, pollo y mas animales (convertidos en harina) para alimentar a los peces de piscifactorías destinados al consumo humano! El colmo del cinismo de la Comisión: se prohíbe el canibalismo. O sea, los peces no podrán comer harina de pescado…

Obviamente, esta demente política alimentaria europea demuestra que: o los europarlamentarios están de manicomio o son los títeres del lobby de la industria agro-alimentaria. En Bruselas, justamente, están instalados más de 1.500 lobbies industriales y varios centenares de consultorías de “asuntos públicos”, además de las oficinas de las 500 grandes corporaciones transnacionales que “contaminan” las decisiones europeas. Lean “contaminar” como sinónimo de “imponer”.

Ahora, se podrán decir que al final de la cuenta estas son historias europeas que no tienen ninguna repercusión en Colombia. No es tan cierto, recuerden que vivimos en un mundo globalizado en el cual las mercancías viajan más fácil y más rápidamente que nosotros. Ningún pasaporte y ninguna obtención de visa son tan demoradas y estigmatizadas como la colombiana, cuando se trata de comercio.

El ministro alemán de Cooperación Económica y Desarrollo, Dirk Niebel, acaba de plantear que  sería irresponsable tirar la comida sólo por una etiqueta falsa y que más de 800 millones de personas pasan hambre a nivel mundial.

En Colombia están implantadas firmas francesas que debieron retirar de sus almacenes europeos toneladas de alimentos confecionados con caballo rumano, como Carrefour y el grupo Casino (Exito, Ley, Pomona, Carulla, Surtimax y Merquefacil) y que podrían caer en la tentación de reciclarlos en sus filiales extranjeras en vez de botarlos…

¡Business is business!

Me atreveré a sugerirles que les corresponde a ustedes asegurarse frente a sus autoridades sanitarias y exigirles la mayor vigilancia en cuanto a las actuales y futuras importaciones de alimentos a base de carne provenientes de Europa*.

/ Sylviane Bourgeteau, periodista francesa.

* ¿Donde creen que terminan los remedios fabricados por la industria farmaceutica internacional cuando los EEUU o la Unión europea los retiran de sus mercados por ser peligrosos o letales? A menudo, en el Sur. Bajo otro nombre comercial. Pero la molécula letal sigue siendo la misma.