Lleva 20 años en el crimen organizado. Su verdadero nombre es Freiner Ramírez García, pero en el bajo mundo se le conoce como ‘Carlos Pesebre’, apodado así por haber crecido en el Barrio el Pesebre de Medellín. Tiene 39 años y comenzó su actividad delictiva en las comunas de la capital de Antioquia delinquiendo bajo el brazo armado de la guerrilla urbana.
La primera vez que apareció su nombre en la palestra pública fue en el año 2002 en la Operación Orión. Allí actuó como informante. Durante las cinco noches de “pacificación” vestido de camuflados y con pasamontaña negro guió a la fuerza pública para señalar supuestos insurgentes. El registro de las casas en la Comuna 13, sin órdenes judiciales, dejó como resultado 355 detenciones, 39 civiles heridos, siete desaparecidos y tres policías muertos.
Después de “dar dedo”, léase señalar, ‘Pesebre’ dio un salto a la otra orilla. Se integró a las filas del bloque paramilitar ‘Héroes de Granada’, donde siguió escalando puestos y haciendo nombre en el universo del mal. En el año 2008 reapareció para desmovilizarse con otro centenar de paramilitares de dicho Bloque. Organizaciones de Derechos Humanos, han afirmado que tras su rencuentro con la justicia, decidió “torcer” funcionarios y pagar 25 millones de pesos para que borraran sus antecedentes judiciales.
Un par de años más tarde, las autoridades se enteran que ‘Pesebre’ sigue delinquiendo y se ha convertido en un integrante poderoso dentro de la ‘Oficina de Envigado’. Investigadores empiezan a seguirle la pista desde 2011; su nombre era la respuesta que recibían cuando se preguntaba quién mandaba en las comunas 5, 6, 7, 12, 13 y en los barrios San Javier, Robledo y 12 de Octubre. Era el delincuente de base, ya que por encima de él se encontraban alias ‘Freddy Colas’ y alias ‘Sebastián’.
Al caer ‘Freddy Colas’ es ‘Pesebre’ quien se convierte en la mano derecha y en el brazo armado de ‘Sebastián’, quien, finalmente, fue capturado el año pasado. Tras la captura de sus jefes, el poder criminal de medio Medellín pasa a manos ‘Carlos Pesebre’. La guerra por el control de microtráfico, extorsión, venta de armas, el mando de 500 hombres armados y alianzas con ‘Los Urabeños’ inicia una racha de disputas y asesinatos. Se sospecha que ‘Pesebre’ ordenó la masacre en Envigado, el 31 de diciembre pasado, donde murió alias ‘Morro’ y ocho personas más.
Este nuevo jefe de la ‘Oficina de Envigado’ tenía bajo su mando más de 500 hombres, ejercía poder en las comunas 5, 6, 7, 12, 13 de Medellín y se había asociado con ‘Los Urabeños’, muy pocos conocían su cara hasta hoy.
‘Carlos Pesebre’ también ha sido señalado como el autor intelectual del asesinato de la defensora de Derechos Humanos, Judith Vergara Correa, líder de CORPADES y presidenta de la Acción Comunal del barrio El Pesebre. Así mismo, es señalado de ser el autor intelectual de múltiples homicidios como el ocurrido en 2006 donde aparecieron muertos cuatro jóvenes en el barrio Santa Rosa de Lima, de Medellín.
Por todo este prontuario criminal, la Dirección de Inteligencia Policía Nacional (Dipol) y la Fiscalía se unieron para buscarlo por cielo y tierra a. La noticia de su captura la dio el propio Presidente Juan Manuel Santos quien en su cuenta de Twitter señaló: “Primeros resultados intervención Medellín. Capturados ‘Carlos Pesebre’, cabecilla de la ‘Oficina’, y otros delincuentes. Felicitaciones”.
Las autoridades lo venían siguiendo hasta el punto de darse cuenta que en los barrios donde lo protegían y ejercía dominio había comprado varias casas y mandado a construir túneles para escaparse en caso de cualquier operación. Así mismo, sabían de todos sus movimientos, por ejemplo, que hace 15 días se había reunido con cabecillas de ‘Los Urabeños’ para cerrar negocios de narcotráfico y que se había instalado en un municipio cercano a Medellín.
Finalmente en la madrugada de este 19 de marzo, fue capturado por la DIJIN en una finca del municipio de Urrao. Se encontraba con alias «Maicol», jefe de varios combos delincuenciales de la Comuna 13. Su cambio de fisonomía era tal, que las autoridades debieron hacer varias pruebas dactilares para comprobar que habían dado con el último gran dueño de Medellín.