Colombia estuvo a las puertas de un insurrección hace ocho días, y lo que es más dramático, no nos dimos por enterados. Al conocerse detalles de la amenaza, los primeros sorprendidos fueron, sin duda, el Presidente Santos y todos los colombianos. De lo que nos salvamos.
La infausta noticia fue revelada en todos sus detalles por el Ministro del Interior, Fernando Carrillo, quien denunció –en entrevista con EL TIEMPO– que las extremas de izquierda y de derecha quisieron utilizar el paro cafetero para “incendiar” el país y provocar una “insurrección antisantista”. http://goo.gl/lIWw3
Algo anda mal en las comunicaciones del gobierno o entre el presidente y el Ministro Carrillo. Pareciera que no se hablaran o trasmitió mal el mensaje que le encargaron. Contrasta la “incendiaria” denuncia del Ministro Carrillo con el parte de tranquilidad del presidente Santos: quien calificó de “justo y conveniente el acuerdo al que llegó su Gobierno con los cafeteros, que comprende ayudas valoradas en unos 444 millones de dólares. «Esta plata que les vamos a dar adicional tiene un impacto muy importante en la demanda por la economía… los caficultores «generan mucho empleo, que en su mayoría son pequeños productores y cualquier dinero que se le dé a los cafeteros se canaliza en la economía de forma inmediata». http://goo.gl/Kp7fV
Uno de los dos está mintiendo. Conviene creerle al presidente Santos.
Sin proponérselo y con las mejores intenciones propias de los áulicos, el Ministro del Interior causa grave daño a la imagen del presidente Santos y su gobierno, en momentos en que el palo y las encuestas no están para cucharas. Calificar de “insurrección santista”, un paro que no trascendía el plano de demandas corporativas propias del sector, concretamente un aumento en el precio de sustentación que reconoce desde hace décadas el gobierno a los cafeteros, es un dislate, una salida de tono, que desdice de la manera como manejo Santos el paro, con inocultable éxito y resultados, extensivo también a los caficultores y sus demandas.
Una “insurrección antisantista y la amenaza de incendiar el país” no se maneja con comisiones de dialogo, con una constituyente cafetera y la acción mediadora de Angelino Garzón, como lo hizo el presidente Santos, quien demostró una alta dosis de realismo, pragmatismo, tino político y tolerancia.
Las descabelladas y desafortunadas, por decirlo lo menos, denuncias del Ministro Carrillo ponen en ridículo, pordebajean a Santos, lo muestrancomo un ingenuo negociador y un inconsciente de la amenaza sediciente de los promotores del paro y sus inspiradores políticos, que según Carrillo y otros funcionarios, incluían, en santa y pérfida alianza, al ex presidente Uribe, Jorge Enrique Robledo de Polo y las Farc (EP).
La coincidencia transitoria alrededor de un paro entre sectores de extrema izquierda y sectores de la derecha política no es nueva, ni será la última vez que ocurra. Bastaría recordar el Paro Cívico Nacional de 1977, en el cual coincidió toda la izquierda y los grupos guerrilleros de aquella época con el partido conservador en la oposición. Su alianza coyuntural resulto exitosa, todos ganaron, pero no los unió para siempre, ni derribó el gobierno de turno.
De la coincidencia entre el ex presidente Uribe (“Tienen razón en su protesta “He expresado mi apoyo a las reivindicaciones que están solicitando los cafeteros”), Jorge Enrique Robledo (siempre ha sido su caballito de campaña y parte de su prestigio político) y las FARC-EP (“¿Pero dónde está ese Juan Valdés de los cuentos de hadas? Está siendo perseguido por balas y gases lacrimógenos de los escuadrones represivos del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) en pueblos y carreteras del país, donde miles de caficultores protestan contra el abandono del sector”) hoy no queda nada, fue flor de un paro. http://goo.gl/xRQTT
Con calculada premeditación y escaso seso político, el ministro magnifica, a posteriori, esta convergencia política, que el presidente Santos siempre tuvo clara en su real alcance, de allí su consigna de negociar, negociar, negociar: “Yo le he dicho al Vicepresidente (Angelino Garzón) y a los señores Ministros que dialoguen, busquen un acuerdo que sea justo, responsable, desde el punto de vista del Estado y que sea viable. Yo espero de todo corazón que en las próximas horas lleguemos a un acuerdo para poner fin al paro que está afectando a tantos colombianos”.
Angelino cumplió con total y probada diligencia el encargo presidencial y demostró que siempre es la carta tapada del presidente a la hora de resolver conflictos, que como él no hay otro Garzón igual, y que al final de todas sus intervenciones sube más en las encuestas que el propio presidente.
La “diabólica” coincidencia FARC EP, Uribe y Robledo no fue más que un encuentro de coyuntura, una “infeliz” coincidencia, una episódica combinación de todas las formas de lucha que a derecha e izquierda no les es desconocida, ni les avergüenza. Una ida de lengua de un Ministro en busca de bendiciones y afectos presidenciales. Nada que ver con una insurrección antisantista, por fortuna.
/ Por Hernán Suárez
Asesor Editorial
hsuarez2007yahoo.es
@hsuarez2012