Imagen: archivo CNAI
Aunque en el gobierno de Andrés Pastrana, las fuerzas militares mejoran su parque bélico, especializan más comandos de aviación y tecnifican la guerra desde el aire: es en el periodo presidencial de Álvaro Uribe Vélez donde se logra capitalizar dicho legado. El símbolo máximo con el que se inicia tal estrategia militar es la llamada Operación Fénix, bombardeo aéreo donde muere el miembro del secretariado de las FARC Édgar Devia, alias ‘Raúl Reyes’, más 22 guerrilleros de su séquito.
La Fuerza Aérea Colombiana (FAC), adquirió 24 aviones Tucano y Super-Tucano, un avión de inteligencia y 12 helicópteros de instrucción, mientras el Ejército Nacional, adquirió 8 helicópteros de asalto para su Brigada de Aviación. También se incursionó en las operaciones nocturnas con aeronaves especializadas y adaptadas como los “Aviones Fantasma” (AC-47T) y los “Aviones Arpía” (AH-60L). Pero la efectividad estratégica radicó en la forma como las fuerzas especiales infiltraron a agentes en el corazón de los grupos guerrilleros para ubicar satelitalmente a grandes grupos y altos mandos de las FARC. A los datos que brindaban los agentes especiales se sumó la información de los cientos de desmovilizados que comenzaron a desertar de sus frentes. Según el Ministerio de Defensa, entre agosto de 2002 hasta diciembre de 2009 se desmovilizaron 20.555 miembros de la guerrilla, lo que equivale casi a ocho miembros por día.
Así se llevaron a cabo operaciones simbólicas como Cobra, Delta, Halcón, Resplandor, Destructor, Tora, Vigía del Fuerte, Redentor, Némesis, Centauro, Camaleón, Sodoma y Odiseo, entre otras. Diez años de guerra de aire a tierra. En su estudio por ejemplo, la Corporación Nuevo Arco Iris, revela cómo en el año 2012 se presentaron 15 operaciones aéreas que dejaron un saldo de 200 guerrilleros muertos.
Durante el año 2012 se presentaron 15 operaciones aéreas que dejaron 200 guerrilleros muertos. Las Farc invierten su tiempo y estrategia para mejorar y tecnificar sus operaciones en tierra. Informe.
Por todo lo anterior las FARC, dedican sus planes a mejorar y tecnificar las operaciones por tierra. El año 2002 fue el más efectivo para los objetivos de la guerrilla llevando a cabo 2000 acciones bélicas. Sin embargo, con la llegada del Álvaro Uribe Vélez al poder, se creó el imaginario ciudadano que la Fuerza Pública arrinconó del todo a las FARC, pero al analizar los hechos fácticos se revela que hay una línea constante de 1000 acciones bélicas por año, de 2003 a 2008. La guerrilla seguía dando la pelea.
La reingeniería militar de la guerrilla da su salto cualitativo en los últimos dos años del gobierno de Uribe Vélez. Identifican que los bloques con muchos guerrilleros eran blancos seguros para la avanzada desde el aire de la Fuerza Pública, de tal suerte que se intensifican las divisiones en grupos de no más de 10 miembros. Los altos mandos del secretariado cambian sus rutas de comunicación y sospechan de todos sus hombres. Y se determina planear pequeñas operaciones de hostigamientos a cabeceras municipales, minar campos, poner bombas y un nuevo accionar de francotiradores. Las decenas de pequeños ataques, en suma, se convertirían en una bola de nieve mediática que traería de nuevo el imaginario de que si Uribe a la cabeza la guerrilla retomó su fuerza armada.
La constante bélica de las Farc
Atacar la infraestructura minero-energética le dio resultado a las Farc
Aunque el gobierno pasado recuperó el control en el centro del país, descuidó la periferia. Algo así como taparse la cabeza pero descubrirse los pies. El informe de la Corporación Nuevo Arco Iris advierte que a partir del año 2003 el Estado invirtió millonarios recursos para custodiar oleoductos, torres de energía y los intereses de seguridad de cerca de 130 empresas en todo el territorio nacional. No fue casual que se crearan 12 batallones ‘energético-viales’ y 17 brigadas móviles de custodia.
La gran cantidad de fuerza pública que se sumó a resguardar tal infraestructura, se vio en la imposible misión de cuidar cada metro de las zonas minero-energéticas. Las FARC se dieron cuenta de ello y comenzaron a dar golpes con pocos hombres, no más de dos, expertos en dinamitar las torres y oleoductos descuidados. Así mismo las explotaciones y exploraciones se incrementaron en un inmenso porcentaje tras la llamada Ronda Colombia, donde se concedieron a multinacionales garantías para recolonizar el territorio perdido en los años ochenta y noventa.
Descuidar la periferia ha traído sus consecuencias económicas. Norte de Santander, Caqueta, Putumayo, Arauca, Huila, Cauca y Nariño comenzaron a ser los departamentos atacados de manera específica en su industria petrolera. La nueva táctica insurgente fue un ataque en diáspora. Dispersar pequeños elementos, dinamitar y hacer ruido mediático. Otra de las cartas de las FARC en esta ofensiva fue el inició de operaciones de extorsión a los subcontratistas de las compañías petroleras mineras y de energía. Lo mismo ocurre con la reactivación del secuestro no extorsivo pero que genera intimidación entre los agentes internacionales que llegan a trabajar al país, para citar un ejemplo está el secuestro en el Caguán de los cuatro trabajadores chinos de la empresa petrolera británica Emerald Energy. Tal vez el objeto de las FARC con este nuevo modus operandi es buscar que la empresa privada se vea presionada a exigir un proceso de paz a cualquier precio político.