Por: Laura Herrera para Infosurhoy.com
Mientras el gobierno colombiano y las FARC dialogan en La Habana para poner fin al conflicto armado, los colombianos continúan siendo víctimas del enfrentamiento que ha durado 65 años.
Cansados de vivir con la amenaza de un conflicto armado que ha durado 65 años, los colombianos participaron en la marcha para la paz en Bogotá el 9 de abril. (Eitan Abramovich/AFP)
BOGOTÁ, Colombia – Mientras el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dialogan en La Habana, Cuba, los habitantes de las regiones más aisladas del país continúan siendo víctimas del conflicto.
El mayor grupo terrorista del país instituyó un cese al fuego unilateral de dos meses del 20 de noviembre de 2012 al 20 de enero de 2013. Sin embargo, el gobierno colombiano manifestó que las FARC continuaron desatando una ola de violencia, atacando cuarteles de policía, la industria petrolera y los oleoductos del gobierno.
Las FARC realizaron 57 actos durante ese período, según la Oficina del Defensor del Pueblo de Colombia.
Las FARC continuaron su agresión en febrero y marzo, la cual incluyó atacar un tren que transportaba carbón para la compañía Cerrejón en un área rural del departamento de Guajira, y detonar una explosión en una escuela en Caquetá. No hubo muertos en los atentados, que fueron condenados por el Ministerio de Defensa.
“Desde que comenzamos las conversaciones, las FARC continuaron matando y participando en el reclutamiento forzado de niños y jóvenes, y las amenazas han aumentado”, declaró un miembro del Concejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), quien no reveló su identidad por motivos de seguridad.
La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (OACDH) culpó a las FARC por 27 asesinatos de miembros de la comunidad indígena en el norte del Cauca entre julio y noviembre de 2012.
En 2012, el número de ataques contra oleoductos y torres de transmisión llegó a un máximo en seis años, con un total de 198 incidentes reportados.
Cicatrices del conflicto
Las FARC también cometieron violaciones a los derechos humanos al amenazar a defensores de derechos humanos, plantar minas terrestres, reclutar niños, atacar equipos médicos y desplazar a miles de personas, forzándolos a abandonar sus tierras en 2012, según las Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja.
“Trabajamos en una granja en Viotá, en el departamento de Cundinamarca. Hace diez años, de un día a otro tuvimos que dejar todo atrás, debido a la amenaza de los guerrilleros”, explicó un refugiado que vive en Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá.
Colombia tiene la mayor cantidad de refugiados internos del mundo, con estimaciones que oscilan entre 4,9 y 5,5 millones de personas, o el 11% de la población, según el Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos.
Diálogo cuenta con apoyo popular
Diecisiete sospechosos considerados como miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fueron arrestados en el municipio de Santander de Quilichao, departamento de Cauca, por intentar supuestamente robar un helicóptero que transportaba dinero en efectivo en un área rural al sudeste de Colombia. (Luis Robayo/AFP)
A pesar de ello, los colombianos son optimistas en cuanto a que las conversaciones de paz en La Habana pondrán fin al conflicto en la nación andina, que tiene una población de 47 millones de habitantes.
El 64% de los colombianos creen que las conversaciones producirán una resolución al conflicto, pero de ese número, el 52% no cree que se logrará un acuerdo durante la ronda actual de diálogo, según una encuesta realizada a 8,7 millones de personas por Gallup en mayo.
El optimismo se mostró al completo cuando el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, encabezó una marcha por la paz por la capital de la nación el 9 de abril, pidiendo el fin de décadas de conflicto armado.
Cientos de soldados se unieron a Santos y a sus ministros del gabinete en la Plaza de los Héroes Caídos, uno de los siete puntos iniciales de la marcha a la que asistieron miles de personas, muchas de ellas llevando camisetas blancas y ondeando banderas blancas.
“Tenemos que poner fin a esta pesadilla de 65 años”, declaró Santos, refiriéndose al asesinato en 1948 del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán Ayala, que inició un largo período de inestabilidad política conocida como “La Violencia”. “La paz es la victoria de cualquier soldado. La paz es la victoria de cualquier policía. Si nos reconciliamos, tendremos una nación mejor”.
“La marcha del 9 de abril y los foros celebrados en Bogotá muestran que existe un creciente apoyo del público a las negociaciones, lo cual fomenta el trabajo realizado en la mesa de negociaciones, pero también refleja las expectativas, puesto que la gente está esperando resultados”, comentó Alejo Vargas, coordinador del centro de análisis y monitoreo del proceso de paz de la Universidad Nacional de Colombia.
“Al negociar con la guerrilla el gobierno también tiene la presión de la base de apoyo político incluyendo grandes ganaderos y latifundistas”, dijo Oliver Wack, analista de Colombia para la consultora Control Risks.
Vargas afirmó que otras variables están poniendo presión en las conversaciones, incluida la futura elección presidencial – fijada para el 25 de mayo de 2014 – y la creciente demanda del público para poner fin al conflicto de mayor duración en Sudamérica.
Expectativas post-conflicto
Fernando Hernández, director ejecutivo de Corporación Nuevo Arco Iris – un centro de investigación dedicado a promover la paz – dijo que la firma de un acuerdo en La Habana no indicará el fin inmediato de la violencia en Colombia.
“La violencia no finalizará porque los grupos criminales y los narcotraficantes continuarán operando”, afirmó. “Sin embargo, el éxito de las conversaciones resultará en el fin del ciclo del conflicto armado con características políticas, y marcará el comienzo de un proceso en el cual la sociedad post-conflicto podría construir la paz”.
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