La tensión entre el movimiento indígena y las FARC en el norte del Cauca está llegando a un punto máximo.
La condena de dos guerrilleros a 40 años de prisión por el asesinato del guardia indígena y líder espiritual Benancio Taquinás en una multitudinaria asamblea indígena cerca de Toribío es una prueba más de que el problema de los indígenas del norte del Cauca no es solo con el Ejército sino con las FARC. Según ellos, esta guerrilla ha asesinado a 65 miembros del pueblo Nasa en la región en los últimos 15 meses.
El lunes 29 de abril, una multitudinaria reunión tuvo lugar en las instalaciones del Cecidic, cerca de Toribío, en el norte del Cauca. Unos 4.000 indígenas Nasa se congregaron para juzgar según sus leyes a siete guerrilleros del frente sexto de las FARC, que habían capturado días después del asesinato, el 18 de abril, en la vereda Barondillo, de uno de sus ‘mayores’, Benancio Taquinás, miembro de la Guardia Indígena. Centenares de indígenas habían subido a las montañas a buscar a los culpables, hasta que detuvieron a estos siete sospechosos.
Al final de la asamblea, luego de varias horas de escuchar a los acusados y sus familiares, como es la costumbre, el veredicto fue el siguiente: contra cinco de los sospechosos “no se lograron pruebas suficientes (y) las autoridades los entregaron a sus respectivas familias (…) Los otros dos fueron declarados culpables: Silvino Ul Secué fue identificado como autor material y John Jairo Mayorga Suárez, como autor intelectual del vil asesinato de nuestro guía espiritual, Benancio Taquinás”, dice el resumen de la reunión. Ambos fueron condenados a 40 años de ‘patio prestado’, es decir a pasar su condena en una cárcel del Inpec, bajo vigilancia de la guardia indígena.
El año pasado los Nasa saltaron a las primeras páginas de los medios por la ocupación violenta y la expulsión de una guarnición del Ejército del cerro Berlín. Pero se ha dado mucho menos despliegue a su denodada lucha para enfrentar a las Farc, en el marco de su proyecto de resistencia y defensa de su territorio frente a todos los actores armados, oficiales o ilegales. Con decisiones como la búsqueda, captura y juzgamiento y condena de estos dos guerrilleros, los indígenas buscan poner ‘remedio’ a lo que llaman la ‘desarmonización’ de su territorio.
Tan severa es la victimización de los indígenas por parte de las FARC que la asamblea del lunes 29 aprobó una dura resolución que denuncia “un plan sistemático de exterminio físico y cultural del movimiento indígena colombiano”. Sostienen que la lucha por la autonomía y el gobierno propios que libran los indígenas “genera en las FARC un problema grave que les impide ordenar y mandar en nuestra comunidad” y por eso reaccionan atacando a las comunidades y buscando, con “celulares, plata y armas” atraer a jóvenes indígenas a sus filas.
En la asamblea se denunció que en 2012 y lo que va de este año, las FARC han asesinado a 65 indígenas, entre ellos cuatro líderes espirituales. Una cifra escalofriante pues significa que, durante los pasados 15 meses, casi cada seis días un indígena Nasa fue asesinado por esta guerrilla con la excusa de colaborar con el bando contrario. La denuncia también habla de tres asesinatos cometidos por el Ejército, que los habría atribuido a un “error militar”.
La Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos dio cuenta, en un comunicado, del asesinato de 48 indígenas Nasa el año pasado y de otros ocho entre enero y abril de este año (sobre estos últimos, dice que hay “indicios” de que cinco de ellos habrían sido perpetrados por las FARC). Además, da cuenta de la muerte violenta de cuatro The Walas, los médicos tradicionales y autoridades ancestrales, desde mediados del año pasado. “Los indígenas no cuentan con protección suficiente por parte del Estado”, dice la Oficina, que demanda del gobierno medidas de protección colectiva para ellos, pidiéndole que escuche las que los Nasa mismos están proponiendo.
Entretanto, las FARC continúan descalificando desde La Habana, como hizo Iván Márquez, los llamados a que pidan perdón por sus víctimas como “un coro orquestado por los medios”. Atribuyen toda la culpa al Estado y se declaran, a lo sumo, dispuestas a revisar “errores” que puedan haber cometido en el marco del conflicto armado. El Estado y los militares tienen sin duda sus responsabilidades sobre lo que sucede en esta sufrida región, que nunca han logrado proteger adecuadamente y en la que, con frecuencia, han estigmatizado a la población. Pero la posición de las FARC luce verdaderamente insólita, ante la avalancha de homicidios con la que, según el pueblo Nasa, han inundado el norte del Cauca.
@cortapalo
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