El destacado politólogo brasileño, coordinador de Relaciones Internacionales del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), conversó con AméricaEconomía.com sobre la situación regional y los procesos de integración. Emir Sader estudió en la Universidad de Sao Paulo y ha sido profesor en las universidades París VIII y Oxford, entre otras.
El politólogo brasileño Emir Sader, coordinador de Relaciones Internacionales del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), ofreció una conferencia en la Fundación Chile 21, llamada «Posneoliberalismo, Crisis Hegemónica y Pensamiento Crítico Latinoamericano».
En la oportunidad, conversó con AméricaEconomía.com acerca de la situación actual de la región, especialmente de Sudamérica, en el actual ambiente de crisis económica internacional.
Sader acaba de publicar el libro «Diez años de gobiernos posliberales en Brasil Lula-Dilma», que se puede descargar gratuitamente en www.flacso.org.
-¿Cómo se ve América Latina en un mundo globalizado donde el primer mundo está en crisis?–
Con una crisis mundial de esa dimensión que se compara con la del 29, debiéramos estar todos en recesión. No estamos, reaccionamos, nos hace falta la demanda de Europa, EE.UU. y Japón, pero mantenemos niveles de crecimiento, seguimos disminuyendo la desigualdad, la miseria, la pobreza, en plena crisis mundial. Además tenemos un mercado interno de consumo popular y un intercambio entre nosotros, un intercambio sur-sur, eso hacer ver como que ya existe un cierto mundo multipolar, en que podemos defendernos de la recesión internacional, entonces América Latina es una especie de isla de reacción a la recesión internacional y a la exclusión de derechos, concentración de riqueza que se da por ejemplo en Europa.
Ya es el momento que América Latina empiece a construir un sistema político de Estado a la altura de las transformaciones económicas y sociales que ha vivido.-¿Cómo se entiende esta nueva situación de América Latina que puede reaccionar frente a la crisis?
-Porque tenemos, por una parte, un intercambio fluido con China, en especial los gobierno progresistas de América del Sur. Ahora recién México descubre que China es un país en escala mundial, se había casado internamente con la economía norteamericana; creía que se había casado con la viuda rica y se casó con la viuda quebrada. Además un mercado interno de consumo popular que es fundamental. Distribuir rentas no sólo es justo, si no es crear espacios de realización económica, no dependiendo sólo de las exportaciones.
-¿Qué modelos políticos podemos observar en América Latina? Está el chavismo, la opción seguida por Lula y Rousseff, entre otros.
-Vivimos en América Latina un largo proceso de democratización social que no encontró todavía su expresión política. Yo creo que Ecuador y Bolivia se han planteado un refundación del Estado, incluso que tiene una cuestión nacional indígena por incorporar, pero no ha cuajado todavía una forma particularmente diferenciada. En el caso de Brasil se vive con el viejo Estado, con dificultades importantes, el financiamiento privado de las campañas electorales es el principal obstáculo político, porque el Congreso está dominado por lobbys de los grandes intereses económicos: agronegocios, bancos, universidades privadas, entonces el tema político no ha sido abordado todavía, para lo cual yo creo que dos cuestiones son importantes: la democratización de los medios de comunicación para que tengamos un debate mucho más pluralista, y segundo, financiamientos públicos de campaña. Ya es el momento que América Latina empiece a construir un sistema político de Estado a la altura de las transformaciones económicas y sociales que ha vivido.
-¿Cuál es la influencia del chavismo dentro de América Latina?–
Chávez fue un importante líder en el proceso de integración latinoamericana y le dio un formato específico a través del ALBA, que unió a países más homogéneos entre sí, una integración más limitada. Pero la integración latinoamericana trasciende a Chávez, sea por la dimensión que tiene, sea porque tiene otros líderes y siguen más allá de la muerte de Chávez. El nuevo Mercosur es lo más importante, ahí están no sólo los países tradicionales, si no la incorporación de Venezuela, Ecuador y Bolivia va a dar un marco más homogéneo que finalmente va a permitir que esos países tengan un proyecto de integración industrial, tecnológico, educacional, que es lo más importante que hay hoy.
-Respecto a los modelos de integración, se observa por un lado el Mercosur y en otro carril a la Alianza del Pacífico.
-La Alianza del Pacífico es lo que fue la Alianza para el Progreso en los ’60: intentar impedir una base más progresista a través de una articulación de países más conservadores, no es integración porque el libre comercio no significa integración, significa apertura, por lo tanto tiene límites fuertes. Además, está ahí México que no es un ejemplo de éxito en ningún plano significativo; está Chile que a lo mejor va a tener cambio de gobierno y están Colombia y Perú que tienen fuertísimo intercambio más allá del Tratado de Libre Comercio con China, con Brasil, con el Mercosur; entonces es mucho más propagandístico que una dinámica real, hasta porque no puede integrarse, su bandera justamente es no integrarse, es solamente libre comercio, entonces no creo que sea un obstáculo al crecimiento y consolidación del Mercosur.
-En el Mercosur, a veces los países más pequeños como Uruguay, se ven algo ahogados frente a gigantes como Brasil y Argentina.
-Durante mucho tiempo el Mercosur estuvo estancado, fue víctima de una pelea entre corporaciones privadas brasileñas y argentinas por mercado. Ahora sí, yo creo que con el ingreso de otros países se va planteando el tema de integración. Es ese mecanismo el que ha marginado a Paraguay y Uruguay porque eran competencia entre los dos grandes, ahora se descaracteriza un tanto eso de inter países con dimensiones distintas y con intereses distintos, va a superar ese mecanismo vicioso que produjo el estancamiento del Mercosur.
-¿Cómo llegar a una integración común con diferencias de visiones? Claramente el modelo chileno es muy distinto al venezolano, por ejemplo.
-Está claro que los países sudamericanos de integración tienen una propuesta para debatir a escala internacional. Incluso el proteccionismo en los países del centro del sistema sólo hablan de protección comercial, pero hay un proteccionismo cambiario, desvalorizan sus monedas con eso valorizan sus mercancías en la competencia internacional. El hecho de que Brasil pase a dirigir la OMC va a reactualizar debates de ese orden. El modelo chileno es un modelo muy chileno, tiene raíces históricas, nacionales; aún así hoy se plantea el superar el modelo neoliberal, porque aún con éxito relativo, socialmente no era un éxito; por todo el éxito económico, tan continuo en Chile debiera haber recuperado lo que era el rol histórico de Chile, un modelo protección social, que hasta hoy no logra serlo, entonces hay que ver si los chilenos están contentos, o si ellos también quieren cambiar. En otros países yo no creo en el tema del populismo; populismo es prometer, por ejemplo, que la estabilidad monetaria llevaría al bienestar de la gente, promesa equivocada, se estabilizó la moneda concentrando renta, fueron gobiernos posteriores al modelo neoliberal que han mejorado la situación social de la gente ¿Qué es lo que habría de populismo en eso? Son promesas que se están cumpliendo, entonces yo no creo que ese sea el dilema fuerte.
-¿Cómo ve en este momento la situación venezolana?
-Venezuela había acumulado problemas serios, problemas estructurales; es fácil decir que hay que salir del modelo petrolero, pero en verdad no hay ninguna inversión económica que valga la pena comparado con la importación, por el origen y la dimensión de los recursos del petróleo. Se ha acumulado un problema de dificultad de implementación de políticas sociales, cuando un gobierno pierde popularidad es porque no le está yendo bien y eso es lo que pasó en parte con Venezuela. Venezuela tenía pobreza casi al nivel de Brasil teniendo petróleo, tenía concentración de renta, exportación de capitales, corrupción enorme; hubo mejorías significativas de protección social, toda la oposición lo reconoce, pero la implementación más permanente de las políticas probablemente se cometió errores, porque las elecciones de Chávez en octubre ya fueron elecciones con una proporción de votos menores a las que había tenido anteriormente, en diciembre aumentó la victoria, pero qué fue lo que pasó entre diciembre y la elección posterior: dos devaluaciones de la moneda que llevó al desgaste del poder adquisitivo de la gente, con problemas de desabastecimiento también. Son problemas de implementación de políticas, no basta sólo con tener iniciativas populares importantes, hay que tener políticas públicas de calidad, que atiendan de manera permanente al interés de la gente. Si no hay calidad en esas políticas terminan perdiendo apoyo popular los gobiernos.
-¿Hay peligro de crisis institucional en Venezuela teniendo en cuenta que la oposición no ha reconocido el triunfo de Nicolás Maduro?
-La Constitución venezolana prevé mecanismos de corrección, incluso en tres años más la reafirmación del gobierno. Hay elecciones municipales este año, parlamentarias el año que viene. El movimiento de la oposición no tiene ningún apoyo internacional salvo EE.UU. No creo que se genere alguna crisis institucional porque la propia Constitución demuestra que tiene mecanismos que son positivos, elecciones reiteradas que van a mostrar si hay una opinión pública ya opositora o no, y después una evaluación del gobierno en tres años más.
-¿Cuáles son los principales problemas que tiene América Latina que podría detener su crecimiento?
-Hay algunos obstáculos que América Latina está enfrentando, primero la hegemonía del capital financiero que es un elemento internacional, que atrae recursos hacia la especulación, la cual no genera ni bienes ni empleos, hay que hacer un fuerte esfuerzo para atraerlos para el sector productivo. Segundo, el papel del agronegocio, que aunque atiende a una demanda real de China segura a futuro de comprar alimentos, hay concentración de tierras y nuestros países tenemos que tener seguridad alimentaria, que quienes la generan son las pequeñas y medianas empresas produciendo elementos para el mercado interno. Tercer elemento, la democratización de los medios de comunicación, no hay una formación pluralista de opinión pública.
-Se observan movimientos sociales en América Latina. En México, Chile, Argentina, por ejemplo.
-Yo diría que por las transformaciones que vive América Latina hasta que las movilizaciones no son tan grandes como sería bueno que fueran por reivindicar espacios más grandes para las mayorías que tienen necesidad de expresarse en lo político, protestar contra el tema de tensión. No creo que haya tanto. El tema de México fue cuestionar el resultado electoral. El tema de Chile sí es más estructural, el carácter público o no de la educación. Movilizaciones indígenas por acá, por allá. Sería mejor que hubiera más participación de los movimientos sociales en los procesos. Yo creo que no hay tanta movilización; movilización mayor hay por ejemplo en Europa, donde efectivamente hay una recesión, un desempleo brutal; América Latina felizmente no pasa por elementos estructurales tan graves como los que pasa Europa.
-¿América Latina podría entregar al mundo un nuevo modelo económico-social?
-América Latina hoy es una referencia, no es todavía una propuesta a escala mundial porque el centro del sistema está intentando reaccionar a la crisis neoliberal con soluciones neoliberales, están echando alcohol al fuego. El Fondo Monetario acaba de decir que cometió graves errores con respecto de Grecia, entonces cambien. La dirección no es cortando recursos, cortando presupuesto que se va a salir de la recesión y del desempleo. En ese sentido América Latina es una referencia, a lo mejor podría llegar a disputar hegemonía a escala mundial. Pero no es sólo América Latina. Asia también. China, India también, a su manera, van en direcciones distintas a lo que pasa en Europa.
Autor:
Alejandra Araya B.
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