Por estos días pululan quienes posan de exponentes de la coherencia política. Todo por la formalización de la Alianza Verde como resultado de la confluencia entre el Partido Verde y el Movimiento Progresistas, que seguramente incorporará a Compromiso Ciudadano por Colombia, a Pido la Palabra y a otros movimientos independientes y alternativos .
Hasta el propio Presidente Santos se metió al debate. En un reciente acto en Valledupar le reclamó coherencia a los Verdes y aprovechó para criticar una posible alianza entre dos de sus antiguos socios políticos: el expresidente Pastrana quien fuera su jefe y José Obdulio Gaviria con quien hizo su campaña presidencial apoyado por el expresidente Uribe. Vaya coherencia.
Quienes se rasgan las vestiduras criticando la hipotética incoherencia de la Alianza Verde han personalizado el debate. Le restriegan a los Verdes la inexplicable unión de Peñalosa y Petro. Resaltando que en política ellos son como el agua y el aceite. Y nos recuerdan que hace apenas dos años se enfrentaron en la competencia por la Alcaldía de Bogotá. Quizás tengan razón. Pero ocultan que este no es un acuerdo entre personas por muy importante que ellas sean. Que es un proyecto político colectivo y con vocación de largo plazo. Que es una confluencia que va más allá de un arreglo de los Verdes con los Progresistas. Y que sí de coherencia con los principios se trata son más las coincidencias y acuerdos que las distancias. Incluso, si aceptáramos el simplismo malintencionado de que sea una alianza electoral Petro-Peñalosa, a estos dos personajes los une un compromiso con el bien común, una obsesión por la igualdad social y un rechazo al clientelismo y la corrupción. Ni siquiera las críticas a las equivocaciones del gobierno de Petro provenientes de Peñalosa alcanzan para ocultar estas coincidencias.
Pero este es un acuerdo colectivo de movimientos políticos. Han coincidido en los principios, en las prioridades programáticas, en unas formas de gobierno de la Alianza y en una estrategia electoral. Claro que todavía hay que madurar muchos asuntos. Sería iluso pedir, en tan corto tiempo, una confluencia total entre movimientos con historias y énfasis diversos. A lo mejor nunca habrá una unidad total. Es más saludable que así sea y quizá por ello se define como un partido de tendencias. Es un acuerdo de movimientos independientes que se resisten a hacer parte de las fuerzas políticas tradicionales, que persisten en la búsqueda de opciones alternativas y que se comprometen con la superación de desigualdades y exclusiones, la restitución de la ética pública, el desarrollo sustentable y sostenible la conquista de la Paz y el respeto por los derechos humanos. Un acuerdo que debe sumar lo mejor de los liderazgos que agrupan. Los de Farjardo, Peñalosa, Lucho, Navarro y Alonso Salazar. Que debe mantener la invitación a Antanas. Que debe contar con Claudia López y León Valencia. Que debe insistir en invitar a otros sectores independientes. Y que incluso debe recoger lo bueno de Petro como parlamentario, sin dejar de señalar sus errores y equivocaciones como Alcalde.
Los nuevos apóstoles de la coherencia se han movido en arenas movedizas en esta materia. Unos defienden la pureza del verde como si una actitud higiénica y autista lo salvara del todo vale. Aún solos. Sin juntarse con nadie, los verdes tienen que mantener la batalla por la ética, por la coherencia con los principios, por la consecuencia entre fines y medios. Hay otros que se opusieron a que Mockus tramitara un acuerdo con Petro de cara a la segunda vuelta en la pasada contienda presidencial pero promovieron el apoyo de Uribe a Peñalosa a la Alcaldía de Bogotá o la entrada del Verde al gobierno de Unidad Nacional. E incluso sin vergüenza, aún insisten en que lo coherente es que el Parido Verde abandone definitivamente su perfil independiente para servir de vagón de cola del santismo o del uribismo. Y en ello coinciden con quienes piensan en que el destino verde es coaligarse con el Polo o con Marcha Patriótica
Qué bueno que en medio de la polarización del país surja una opción que pueda interpretar el espíritu del post conflicto. Y que además recupere la majestad de la política. Que contemos con una fuerza tranquila que nos salve de una republiqueta en dónde el poder se lo disputen dos primos con los mismos apellidos de una familia que ha gozado del poder en toda nuestra historia como nación.
Publicación: 30 Septiembre de 2013
Fuente: kienyke.com
Autor: Antonio Sanguino