Ingrid y Aída. «Ojalá estuvieran en un mismo proyecto político».

«Ojalá estuvieran en un mismo proyecto político».
La foto sería contundente. Una anticipación al posconflicto que nos merecemos, pero hecho desde la orilla civil. Y con rostro y sensibilidad femenina; el que siempre le queda faltando a La Paz. Ello representaría juntar en un mismo propósito político a Aída Avella e Ingrid Betancourt. Una Aída, sobreviviente de la Unión Patriótica, el referente más doloroso de la intolerancia política de nuestro sistema político, víctima de un genocidio brutal en manos de la derecha y el paramilitarismo. E Ingrid el símbolo también doloroso del abominable crimen del secuestro en manos de las FARC.

Es una ilusión que nos ha llegado por estos días. La UP luego de recuperar su personería jurídica realizó su Congreso y proclamó inesperadamente a Aída como su candidata presidencial. Y ella, después de un bazucazo cuando se desplazaba en su vehículo por las calles capitalinas y 17 años de un forzoso exilio, aceptó el reto de regresar al país para apoyar el proceso de paz, retomar las banderas de su movimiento y reclamar su lugar en la política colombiana como mínimo y justo hecho de reparación. También se ha conocido el coqueteo de Ingrid Betancourt con la posibilidad de regresar a la política. Y gratamente lo hace con tono sereno y un auténtico compromiso con la terminación de la guerra, posibilidad que todos abrigamos en el actual proceso de paz con las FARC y el que prontamente se iniciará con el ELN. Ha dicho que quiere contribuir en la construcción de La Paz. Meritorio si se tiene en cuenta que lo hace desde su condición de víctima.

El país tiene los ojos puestos sobre la mesa de La Habana. Y de la que se anuncia con los elenos. Todos celebramos los avances y acuerdos parciales entre las partes. Como también condenamos como inhumano y peligroso para el proceso los ataques de la guerrilla como los de Inzá (Cauca). Pero El posconflicto no depende exclusivamente del pacto con las guerrillas. Se requiere una agenda de transformaciones democráticas. Y al mismo tiempo, actos de reconciliación sólidos, permanentes y coherentes.

En buena hora tenemos a Aída y seguramente a Ingrid de nuevo en el país. Lo mejor, ambas en la lucha por La Paz. Con la generosidad y convicción que esta aventura exige. Ojalá estuvieran en un mismo proyecto político que no sólo apoye las negociaciones en curso, sino que también ayude a cambiarle el rumbo al país para asegurar un posconflicto estable y duradero. Esa sería una imagen memorable.

Publicación: 09 Diciembre de 2013
Fuente: kienyke.com
Autor: Antonio Sanguino