La primavera en navidad

Lo que mas me sorprendió al llegar a la 19 con séptima fue la alegría de los marchantes. El sol también sonreía quizá porque no se veían rostros encapuchados y tampoco había policías del Esmad. Eran las cinco de la tarde y todos caminábamos hacia la Plaza de Bolívar. Las consignas no favorecían en nada al Procurador Alejandro Ordoñez y si bastante a Gustavo Petro.

La primera foto que tomé fue la del grupo Congreso de los Pueblos, muchos jóvenes entusiastas saltaban a la vez que coreaban sus consignas. Alex, un joven amigo de mis hijos se acercó y me saludo. “Dónde está el resto de la familia”, preguntó, “van adelante” contesté, nos saludamos y seguimos caminando. Luego me encontré con Rodrigo, amigo de la vieja guardia. “Algún día será” me dijo, yo solamente sonreí y le di un abrazo. “Nos vemos luego”, respondí.

De la “Jimenez” hacia adelante tocaba abrirse paso lentamente porque la multitud iba creciendo. Las bubucelas, los pitos, los tambores, las consignas, los cantos inundaban la llegada a la Plaza. Las gradas de la esquina de la Catedral estaban copadas, no había un espacio vacio. Me paré a buscar amigos, me encontré con algunos y aunque un poco lejos nos mirábamos y sonreíamos. La gran mayoría de personas que me rodeaban eran jóvenes que coreaban consignas por la defensa de la democracia y la paz. Los veía y me veía hace más de 20 años haciendo lo mismo.

Lo he hecho por años, quizá instintivamente. Comencé a caminar frente al Palacio de Justicia hacia el Palacio Liévano, sede de la Alcaldía. Iba mirando y esperando para tomar algunas fotos que “apresaran” momentos inolvidables. Me paré frente al grupo Lgbt y observé con detenimiento la extensa bandera y el entusiasmo del grupo. Estaban asediados por fotógrafos espontáneos que llegaban a cada instante.

Al fin llegué cerca a la tarima donde se encuentran las astas para las banderas, esta vez no había banderas. De lejos salude a Marco Aurelio, viejo militante del M19 y “petrista puro”. Seguía observando la Plaza y recordé cuando desde el mismo sitio asistía a una plaza llena de banderas amarillas que se agitaban y coreábamos ¡¡¡Carlos Gaviria Presidente!!!.

Llegaron las seis de la tarde y la noche amenazaba con caer. Por fin pude comunicarme con “la nena”, mi compañera y esposa y allí nos encontramos, llegó con «Mafer». La luna de cuarto menguante comenzó a aparecer cerca del cerro de Monserrate, miraba la plaza, se veía radiante, sonreía, estaba alegre. Mientras, las banderas se agitaban y la multitud coreaba sus consignas de paz y democracia. Si los autoritarios estaban viendo Canal Capital deben haber sentido un frío correrles por la piel.

Por fin pude comunicarme con mi amigo y hermano Antonio López con quien muchas “noches he visto salir, la luna radiante por la madrugá”. Atravesamos nuevamente la Plaza y nos encontramos frente a la Catedral, estaba con Manuel Manotas; luego llegaría Paul Sánchez, Nicolás estrada y Blanquita su esposa. También pasó Jaime Caicedo, el Secretario General del Partido Comunista, y pude tomarles una foto. A López ahora le dio por ser candidato al Senado en la Lista de la Alianza Verde, tocará acompañarlo, para eso son los amigos.

He visto muchas concentraciones en la Plaza de Bolívar. Estaba terminando mis estudios de periodismo en Inpahu, en 1987, cuando fue el funeral del compañero Jaime Pardo Leal. No he sido del Partido Comunista ni de la Unión Patriótica pero siempre han sido mis compañeros. En esos días hubo mucho dolor, mucha rabia e impotencia; la Plaza estaba a reventar, todos queríamos tocar o cargar el féretro de Jaime. También estuve en el de Pepe Antequera, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, fueron multitudinarias. Son muy dolorosos estos recuerdos pero los traigo para decirles que en la concentración del viernes 13 también lloré pero esta vez fue de alegría. Todo fue distinto.

Los acordes del himno nacional y luego los de Bogotá me trajeron al presente. La Plaza enardecida de paz y contra el autoritarismo del Procurador vibró de alegría. El poeta podría decir que veía sonrisas amarillas, azules y rojas salir de la plaza buscando a los que se fueron antes de tiempo. El éxtasis iba in crescendo y lo complementó el himno de la guardia indígena.

La luna y las luces de navidad alcanzaron su apogeo. La noche había llegado, la Plaza estaba iluminada con la participación de los bogotanos y entonces… hizo presencia Gustavo Petro.

Por: Félix Cuatindoy

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