Iniciativas que convierten al fútbol en una herramienta de reconciliación

Algo mágico sucede cuando se juega un mundial de fútbol. Las diferencias se olvidan, los abrazos con desconocidos son el pan de cada día y personas de diferentes países y de distintos idiomas están unidas por un mismo sentimiento. Una magia que también se vive con los Juegos Olímpicos y la mayoría de las competencias deportivas.

En Colombia, por ejemplo, país que viene de una campaña política polarizante y llena de escándalos, los partidos de la selección nacional de fútbol son un bálsamo de unidad, como se vivió el sábado con la victoria de la selección ante Grecia.

Ese poder lo conocen los grandes líderes mundiales y espirituales. Nelson Mandela reconcilió a su país con el Rugby y el Papa Francisco dijo en un mensaje la semana pasada que esperaba que el actual mundial de fútbol fuera un ejemplo de solidaridad entre los pueblos.

“Ciertamente, el fútbol suscita muchos valores y actitudes que han demostrado ser importantes no sólo en el campo, sino también en todos los aspectos de la vida, más específicamente en la construcción de la paz. El deporte es una escuela de paz, nos enseña a construir la paz”, dijo el pontífice.

En eso radica el poder del deporte. Además, para los niños y jóvenes con pocas oportunidades, significa una opción de vida, que ocupa su tiempo libre, les enseña valores y los aleja de la violencia. No en vano, muchos de los colombianos que hoy son grandes deportistas –como Catherine Ibarguen o Rigoberto Urán– vienen de lugares vulnerables que han sido afectados por el conflicto armado.

Varias organizaciones colombianas, conscientes de ese poder, utilizan el fútbol y otros deportes como herramientas para construir paz y desarrollo en comunidades vulnerables, dando protagonismo a los niños. Estos son cinco ejemplos para replicar:

Tiempo de juego

Altos de Cazucá está ubicado en una de las comunas más peligrosas de Soacha, el municipio vecino de Bogotá. Allí, muchas veces, la falta de oportunidades y la pobreza son un caldo de cultivo para crear pandillas, violencia e inseguridad. Pero desde hace ocho años, un programa de fútbol es la salida para varios niños de la zona y sus familias.

El programa se llama Tiempo de Juego y fue creado por Andres Weisner gracias a un ejercicio de la clase de Comunicación para el Desarrollo de la Universidad de La Sabana. Buscando una manera de ocupar el tiempo de los niños del barrio, los convocó a jugar fútbol los sábados y la respuesta fue positiva. Con el tiempo, y por iniciativa de los propios muchachos, el programa creció y se fortaleció.

Esteban Reyes, director actual de la Fundación Tiempo de Juego, cuenta que se valieron de ‘Street Football’, una metodología también conocida como ‘Fútbol por la Paz’, creada en Medellín en 1996, en la que el juego ayuda a formar valores. “En este caso, el deporte es un pretexto para el desarrollo social. La metodología obliga a que los equipos sean mixtos, a que las reglas se acuerden antes del juego, a que no haya árbitros y a que gane quien más cumpla los acuerdos y no quien más meta goles, entre otras cosas”, cuenta.

Actualmente tienen otras 11 actividades además del fútbol. Practican atletismo, porrismo, baloncesto, break dance, música, teatro, sistemas, manualidades y periodismo. Y además de la metodología de fútbol para la paz, entrenan a los niños en fútbol competitivo. El programa ha crecido tanto y ha recibido el apoyo de tantas empresas y fundaciones, que han acompañado a las mamás de los niños en el montaje de unidades de negocio (panaderías, empresas de confección, etc.), con las que pueden obtener ingresos y proveen de materiales a la escuela.

“Gracias a la Fundación Compartir, también utilizamos la metodología en 6 colegios públicos de la zona”, cuenta Reyes. “Y hemos empezado a contratar a jóvenes del barrio como monitores, para que ellos mismos lideren las actividades y de esa forma el programa quede en manos de la misma comunidad”. El barrio, además, se transformó físicamente, ahora tiene una cancha de fútbol y varias de microfútbol.

2.500 niños han sido beneficiados por la fundación. El éxito en Cazucá llevó a que Tiempo de Juego se implementara en Cartagena y Santa Marta –en esta última ciudad hasta ahora están entrando– y a que varios jóvenes viajaran a jugar el mundial de ‘Street Football’, que organizó la FIFA en 2006 en Alemania. De hecho, un grupo de ellos está recolectando fondos (con ayuda de Petrobras) para viajar a la competición que se realizará en pocas semanas en Brasil.

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