Las audacias de La Habana

«Los opositores al proceso se muestran perplejos y sin capacidad de reacción.»

Un derroche de audacia. Y de iniciativa política. Eso fue lo que presenciamos esta semana en La Habana. Las partes, Gobierno y FARC, sorprendieron gratamente a quienes queremos la firma de un acuerdo de paz, con una avalancha de acontecimientos que no dejan dudas de la solidez y avances de las conversaciones. En una sola semana se produjeron los encuentros cara a cara de los delegados guerrilleros con el primer grupo de víctimas y con una delegación de la cúpula militar. Y al mismo tiempo se instaló la denominada Comisión Histórica del Conflicto, acordada también por las partes. Ha sido tal el impacto de estos hechos que los opositores al proceso de paz se muestran perplejos y sin capacidad de reacción.

Y no es para menos. El encuentro de la Mesa de La Habana con el primer grupo de 12 delegados de las víctimas no tiene antecedentes en los procesos de paz de Colombia. Y constituye un referente para las experiencias de paz en el mundo. Serán 60 delegados seleccionados cuidadosamente por el PNUD y la Universidad Nacional quienes divididos en 5 grupos se enfrentan con los delegados de las partes para exponer desde sus diversos ángulos sus experiencias de dolor en este largo y degradado conflicto que compromete en distinto grado a guerrillas, agentes del Estado y grupos paramilitares. Es un diálogo útil y necesario. Es un primer paso en la construcción de los perdones que se requieren para pasar la página de esta guerra atroz. Y constituye un acto que ayudará enormemente al examen de las conclusiones de los 3 encuentros regionales y el Encuentro Nacional que sobre este tema se realizaron recientemente para tal fin.

La derecha quiso, como ya es costumbre, armar alboroto con el asunto de las víctimas. Se salieron de los “cabales” insultando y descalificando la primera delegación y cuestionando los actos de perdón que allí se produjeron. Como sí ello no mereciera respeto alguno. Pero con la llegada a La Habana del grupo de militares con el propósito de reunirse con La Mesa, perdieron las proporciones. El autodenominado “Centro Democrático” acudió al peregrino argumento de que ello constituía un acto deliberativo de las fuerzas armadas, prohibida por la Constitución Nacional. “Olvidan” intencionalmente que los militares no asisten a la Isla en condición de negociadores del gobierno y que su concurrencia obedece al tratamiento de los subpuntos de Cese al Fuego y Hostilidades bilateral y definitivo y Dejación de Armas que corresponden al punto tres de la agenda del Acuerdo General denominado “Fin del Conflicto”.

Que como lo aclara el gobierno, jugarán un rol técnico en el espinoso punto del desarme y la desmovilización de las FARC. Los interrogantes de algunos formadores de opinión se podrían justificar por la inexistencia de antecedentes de diálogos entre militares y jefes guerrilleros. Pero este inédito encuentro revela que el proceso se encuentra en un estado tal que permite la discusión sobre el futuro de las armas de la guerrilla. Vale la pena ensayar si propiciar un cara a cara entre quienes hacen directamente la guerra aumenta el pragmatismo que exige la negociación de un conflicto cargado de tantas desconfianzas y sobre ideologizaciones.

La otra audacia que generó urticaria en el uribismo fue la Comisión Histórica del Conflicto. Sin conocer el nombre de todos sus integrantes se apresuraron a anticipar que las conclusiones de dicha Comisión sería la de replicar la explicación que del conflicto tienen las FARC. A otros les parece de poca monta intentar una “comprensión de la complejidad del contexto histórico del conflicto interno”. Les parece puro “sociologismo barato”. Porque ya están cazados con la simplista y embustera tesis de que las FARC son simplemente “una amenaza terrorista” o el “cartel del narcotráfico más grande del mundo”. Soslayan las condiciones económicas, sociales y políticas que explican nuestras violencias. Olvidan la recurrente práctica de persecución y eliminación al oponente político que ha caracterizado al régimen político colombiano. Habrá que recordarles que una explicación sociológica y un acuerdo sobre la naturaleza del conflicto es definitivo para su tratamiento e incide directamente en el contenido del acuerdo de paz.

En el pasado, con alcances muchísimos más modestos, los acuerdos de paz de los noventa desembocaron en comisiones similares. También, luego del pacto del Frente Nacional, en la década de los 60 se constituyó la comisión dirigida por Orlando Fals Borda, Monseñor Guzmán Campos y Eduardo Umaña Mendoza que produjo el primer y mejor documentado informe sobre la violencia en Colombia. Esta vez, la pluralidad y trayectoria de quienes componen esta Comisión, promete un informe que jugará un papel estelar en el proceso y que será lectura obligada para quienes quieran conocer el conflicto colombiano.

Ha sido una semana clave para nuestra paz tantas veces aplazada y escamoteada. El ruido que generan sus opositores indica que estamos avanzando. Los negociadores en La Habana han sabido combinar método con audacia. Y esa puede ser la clave del éxito.

Tomado de: http://www.kienyke.com/kien-escribe/mesa-de-paz-de-la-habana/