La deuda social que los economistas colombianos tienen con el país y especialmente con sus sectores más pobres, es absolutamente cierta. Esto lo plantea en un excelente artículo en El Espectador Jorge Téllez, ex editor económico de este diario.
Han dominado el panorama de las políticas públicas los economistas formados en universidades norteamericanas con sus colegas en altas posiciones en los organismos internacionales, de manera que la puerta giratoria ha sido la constante en las ultimas décadas. ¿Y quién dictaba la tónica, el contenido, los mecanismos? Pues obviamente el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y en tercer término el BID, que perdió hace tiempo su autonomía y sigue al pie de la letra lo que afirman los otros dos, más poderosos y arrogantes.
Los economistas no formados en el exterior han llevado del bulto porque se les subestima por dos razones. Primero porque no pueden ostentar títulos de universidades gringas, o algunas europeas, con gran reconocimiento en ese mundo cerrado de los economistas ortodoxos. Segundo, porque siempre han tenido una seria preocupación por las profundas desigualdades de nuestro país. Como economistas de segunda se ha considerado a muchos porque nunca creyeron en el tristemente célebre “goteo” que planteó durante mucho tiempo que el solo crecimiento de la economía les llegaría después a los pobres, quienes solo deberían tener paciencia. Después se atrevieron a criticar a aquellos que afirmaron que lo básico era lograr los ‘fundamentals’ bien, y lo social vendría por añadidura.
Pero hay dos cosas en las que Téllez se equivoca. La primera de ellas es creer que las nuevas generaciones de economistas se encargarán de cerrar las brechas sociales de este país, y segundo, que solo los economistas tienen la culpa de no haberse pagado, aunque fuera un poco, de la deuda social que persiste. Sobre lo primero, obviamente depende de donde salgan los nuevos economistas, pero la mayoría de los mejor calificados son los formados por los economistas que hoy se merecen las críticas. Es más, aquellos que hemos criticado la formación de estos nuevos profesionales en las universidades mejor reputadas en el país, nos hemos ganado el rechazo de muchos estudiantes que defienden a sus profesores. Es más, en alguna ocasión se les dijo que no eran para nada creativos y eso fue tomado muy mal. Solo si los estudiantes de economía de la Nacional o de pronto del Externado llegaran en masa, se podría esperar algún cambio.
Con respecto al segundo punto, no se trata de excusar a los economistas, pero ellos pertenecen en su gran mayoría a este élite colombiana que es de las más insolidarias del mundo. ¿Cuántos ministros de Hacienda se han formado en la Universidad Nacional? De manera que esta deuda social que existe y que además debería ser la gran prioridad ahora —de hecho lo es cada vez más en el mundo—, también es culpa de quienes siempre han manejado este país. Antes eran solo los terratenientes, esos que quieren seguir viviendo en épocas feudales. Ahora se les suman los nuevos ricos, dentro de los cuales hay algunos que han ganado su dinero honestamente, pero otros que se han hecho ricos con el conflicto armado o se han beneficiado o han sido actores de la inmensa corrupción que impera en el país. Pero el surgimiento de esta nueva clase no ha mostrado aun el cambio deseable en el país de poner la desigualdad en la prioridad que corresponde. Puede sonar muy duro, pero más que revolucionarios, muchos se muestran como arribistas.
Creo que el artículo de Téllez es de gran relevancia, pero es posible que peque de ingenuo cuando cree que las próximas generaciones lo harán distinto o que los economistas no le responden también a la élite social a la cual generalmente pertenecen o desean pertenecer.
Cecilia López Montaño *
*Exministra, exdirectora del DNP y exsenadora.
Tomado de: http://www.elespectador.com/opinion/tienen-razon-columna-538345