Es recurrente el lenguaje discriminatorio que utilizan los medios de comunicación para seguir el conflicto y sus dolorosas pérdidas humanas.
Cuando los operativos son realizados por las Fuerzas Militares (FFMM), en contra de unidades de la insurgencia, el lenguaje utilizado por los grandes medios de comunicación; a través de sus titulares es: En el operativo realizado por las fuerzas oficiales se dio de baja a guerrilleros o terroristas de las FARC o el ELN; o que en combates con las FF MM cayó el cabecilla del frente tal de las FARC o el ELN. Por otro lado, si en los enfrentamientos mueren militares o policías, los titulares de los periódicos y noticieros son de este tenor: Estos son los militares asesinados por las FARC; o las FARC perpetró una masacre contra militares de las FF AA.
Es claro que al calificar las consecuencias de un operativo con el adjetivo de bajas, se le da a la muerte de combatientes el significado aséptico de un procedimiento quirúrgico. Procedimiento, con todas las garantías legales y apego a las normas en cabeza de las fuerzas militares que produjeron muertes en el enemigo; como parte de la estrategia legal utilizada para acabar con esa amenaza terrorista.
Por otro lado, cuando se presenta una acción militar como la sucedida el día 14 de Abril en el Cauca (en el que lamentablemente perdieron la vida 11 militares en una emboscada de las FARC) ; los calificativos son: La barbarie de las FARC; o asesinados 11 soldados en cruenta acción de las FARC, etc. Este tipo de calificativos buscan mostrar la indignación y la rabia de quien lo escribe, además de generar indignación y repudio en la opinión pública. Es en estos comentarios, en donde se denota la maledicencia de los medios de información que reaccionan frente al hecho, siempre lamentable, de la muerte de compatriotas. Se describen los acontecimientos de dos formas muy distintas: a los militares muertos en este cruento conflicto los consideran mártires y víctimas, que en gran parte lo son; mientras que a los guerrilleros, también muertos en esta infame guerra, los invisibilidad bajo el calificativo de bajas. Éstos últimos no cuentan con nombres, ni historias, ni tiempo ni rostros. Tratan a estos muertos como si no tuviesen deudos, territorio o evocaciones afectivas de seres o comunidades a las cuales pertenecían. Avanzar en el desescalamiento del conflicto es también humanizar el lenguaje de la guerra.
Según lo informado por Carlos Antonio Lozada, negociador de las Farc en la Habana, “desde el pasado 20 de Diciembre que esa insurgencia decreto el cese unilateral de hostilidades, han sido muertos a causa de operativos de las Fuerzas Militares más de 20 guerrilleros, entre ellos comandantes de las Farc, asi como resultado heridos otros tantos” . Esos operativos realizados por las FF AA, han sido planificados desde los comandos de las fuerzas de tarea conjunta que actúan en el territorio nacional o se han producido como resultado de hostigamientos, persecuciones en caliente o enfrentamientos en diferentes zonas del país. El ejército y la policía, bajo el principio que las fuerzas militares deben hacer presencia y control territorial permanente, han continuado realizando acciones de choque y persecución en las zonas donde operan las FARC; acogiéndose a la premisa de que ese cese no les compete.
El problema de esta lógica militar, es que conduce a otra ecuación perenne en la historia de los conflictos armados y es que: “toda acción genera una reacción”. Lo que se escenifica, a partir de la acción de las FARC en el departamento del Cauca, es la ruptura del cese al fuego unilateral decretado por las FARC. Toda esta situación, es el resultado de la planificación sistemática de operativos desarrollados por el ejército en contra de sus frentes durante los últimos 4 meses, desatando una reacción sistemática de defensa estratégica; que incluye la planificación de ataques, emboscadas y demás tácticas de guerra.
Este tipo de crisis no son exclusivas del conflicto Colombiano, por el contrario, son la constante que se presenta en guerras civiles, diferendos o conflictos internacionales. Es importante recalcar que es en la mesa de conversaciones de la Habana, en donde se le debe dar salida a este tipo de problemas. Más aun, si se tiene en cuenta que Colombia, es un país con vastas zonas selváticas y montañosas en donde hace presencia no solo las FARC; sino otros actores como el ELN, las Bacrim y toda suerte de pequeñas estructuras delincuenciales ligadas al negocio de la droga o el oro.
Lo que habría que preguntarse es: ¿Cómo garantizar que las decisiones que se tomen (encaminadas a desescalar el conflicto por una o las dos partes) se cumplan en el terreno, y no provoquen que las fallas que se presenten sean atribuidas a hechos planeados por el otro bando en contienda? En la actualidad, y con mucha fuerza, se esta abriendo paso a la tesis de muchos analistas, e instituciones como la UNASUR, que aclaran que: este proceso necesita una fuerza multinacional de paz, que verifique acuerdos sobre desescalamiento del conflicto; treguas unilaterales y bilaterales; desminado y toda suerte de procedimientos que se acuerden entre los negociadores de las FARC y el Gobierno Colombiano.
Va quedando claro que, internamente, no podemos garantizar el cumplimiento de pactos a lo largo de todas las complejidades y fricciones del conflicto. El ex presidente Samper, ofreció sus buenos oficios desde Unasur, para que una fuerza de paz se haga presente en los territorios del conflicto. El objetivo de esta fuerza de paz, sería la de disminuir fricciones cotidianas de la guerra, en aquellas zonas calientes de la geografía nacional en donde se desarrollan operativos por parte de las Fuerzas Militares (ejército o policía). Es evidente que estos agentes son totalmente validos, de acuerdo a sus funciones constitucionales, pero también se tiene que considerar a las insurgencias de las FARC como un actor beligerante, activo y esencial en el proceso.
Es importante recalcar el papel de las FARC como corresponsal de las decisiones que se aprueben en la Habana en “la comisión técnica del fin del conflicto”, de acuerdo a sus funciones de DDR (Dejación, desarme y reincorporación). No olvidar, además, que en la mayoría de estos territorios actúan simultáneamente otros actores como: la guerrilla del ELN, que aún no pacta una agenda de negociación con el gobierno nacional; y bandas neo paramilitares denominadas BACRIM, que complejizan mucho más la situación.
Julio Cesar Arenas
Investigador Corporación Nuevo Arco Iris