Lo que va de la mala poesía a la prosa perversa

Foto Jose 1(Ocultamientos y revelaciones del Plan Nacional de Desarrollo (I))

El Plan Nacional de Desarrollo (PND) es algo así como la guía  que propone el gobierno y aprueba el Congreso para dirigir el país. Un ritual que se realiza cada cuatro años al comienzo de un período presidencial. Un documento propuesto como derrotero que se transforma en ley. Y tiene cerca de mil páginas si se suman el texto que se llama Bases del PND 2014-2018 “Todos por un nuevo país” y los 200 artículos que componen el proyecto de ley.

Pero, a un joven universitario, a la gente de a pie, a un trabajador informal, a un empleado medio, a las mujeres, al campesino, a quienes constituyen la mayoría de las personas ¿qué les dice este PND?

Realmente es un texto engañoso que encubre unas cosas y revela otras. Especie de biblia que puede tener distintas interpretaciones y cuya lectura requiere saber traducir las lenguas de los tecnócratas y los burócratas. Hay que escarbarlo en varias leídas para encontrar lo que oculta, lo que quiere decir. Tan es así que la mayoría de los pocos analistas serios que lo han podido terminar de leer, tanto de derecha como de izquierda, afirman que  una cosa es el texto y otra muy distinta el proyecto de ley; el primero es mala poesía, son los gozosos y el segundo, prosa perversa, los dolorosos.

Habla de reformas, pero no contiene ni una sola que sea real. Se presenta como un plan para la paz, mas no dice cómo preparar al país para la construcción de una paz duradera y estable. No hace apología de la “locomotora minero-energética” porque esa expresión fue rechazada por los movimientos sociales; sin embargo esa locomotora corre veloz y depredadora por sus páginas. También nos promete la equidad pero en realidad va a aumentar las desigualdades económicas y sociales.

¿Habrá más empleo formal, de calidad y con prestaciones sociales? Aunque un artículo dice que  se adoptará una “política nacional de trabajo decente”, no hay allí un impulso fuerte a la industrialización del país, a la generación de valor agregado, más allá de la industria extractiva, ni una política consistente de rebajar las rentas, subsidios y exenciones al gran capital. De modo que no aumentará el salario mínimo ni la capacidad de compra de los trabajadores; lo que se ampliará será el empleo precario e informal.

Respecto a la educación se avanza en la jornada única, se elevarán los índices de escolaridad y se aprueba “la universalidad de la educación media, de forma gradual, en un plazo que no supere al año 2030.” Pero se continuará su privatización y la ampliación de la brecha entre colegios privados y públicos. Se legisla un “Modelo Integral de Atención en Salud”, pero la salud como un derecho que debe garantizar el estado no primará sobre aquella que se ha convertido un negocio cada vez más lucrativo.

De verdad, el actual PND no es para la gente común y corriente, los colombianos de a pie. Es para las chequeras de la minería, la energía y los monocultivos de exportación, para quienes manejan el país aquí adentro y desde la globalización económica y financiera, los grandes extractivistas y sus monopolios. El primer artículo del proyecto de ley lo dice claramente: su objetivo es construir una Colombia de acuerdo a las exigencias de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que es del club de los países más ricos.

Aunque sí queda algo para los pobres y la clase media: proliferarán más loterías. Hay tres artículos dedicados a juegos de suerte y azar, “juegos novedosos”, lotería instantánea y “lotto preimpreso”. Resignarse a confiar en la misericordia divina, a esperar un ilusorio premio gordo, porque que ni el estado ni el mercado se direccionan hacia la satisfacción de sus necesidades.

José Aristizábal G.

Investigador Social y Coordinador del observatorio del conflicto armado y el pos conflicto de la Corporación Nuevo Arco Iris

(Próxima columna: Ocultamientos y revelaciones del Plan Nacional de Desarrollo (II) ¿Llevar el estado a las regiones?)