La columna de opinión del pasado 25 de mayo, titulada: “¿Sirvió la muerte de Jairo Martínez?”, escrita por el periodista y director de Semana.com, Armando Neira, constituye una prueba fehaciente de que en Colombia sí es posible hacer buen periodismo. (Ver columna completa)
A través de un ameno estilo, tranquilo y respetuoso de la verdad, el autor aborda los últimos acontecimientos de guerra en Colombia, presentando con objetividad las posturas de las partes en conflicto, para finalizar su escrito fijando una opinión personal y haciendo una invitación a la reflexión colectiva.
Qué importante resulta este documento para abordar el análisis de la actual crisis de la Mesa de Conversaciones de una manera calmada y con cabeza fría.
Qué buen gesto el de permitir que la guerrilla hable a través de su propia voz y no a través de informes de inteligencia o de libretos prefabricados.
Qué buen ejemplo para los medios masivos de comunicación el tratar sosegadamente temas álgidos, cuya manipulación ligera o apasionada puede traer amargas consecuencias.
Reconforta leer columnas de opinión como esta del periodista Neira. Ojalá ese mismo estilo ecuánime se adoptara en las redacciones y equipos de trabajo de algunos diarios, noticieros y franjas de opinión y que lograra reemplazar esa manera de opinar y reportar tan ligada a las reminiscencias sectarias de la violencia de la década de 1950, cargada de estigmatizaciones y satanizaciones del otro, (la guerrilla en este caso), asumiendo siempre la falta de objetividad como bandera principal.
Porque la verdad sea dicha: se hace difícil avanzar en un Proceso de Paz cuando en los medios masivos se impone la difamación como estilo periodístico y se vuelve una práctica habitual tergiversar la verdad. La consecuencia es, que cuando estas visiones distorsionadas llegan al oído de millones de compatriotas, se desmoronan sus aspiraciones de Paz y de reconciliación y se dinamita la confianza del país en el Proceso.
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Por Pablo Catatumbo