“Los Comandantes de la CRS Enrique Buendía y Ricardo González asesinados el 23/09/93”
Cuando fue liberado por un comando especializado de la cárcel ‘Las vegas’ en Sincelejo, Sucre, en la década de los noventa, el Comandante Enrique Buendía no imaginaba el rumbo que tomaría su vida frente al proceso revolucionario, el mismo al que había ingresado cuando solo contaba 15 años de haber nacido en Calamar, municipio de Bolívar un 12 de Octubre, siendo dirigente estudiantil en el Colegio Nacional Liceo Bolívar, ni cuál sería su rol en el proceso de paz en el que ofrendo su vida enarbolando un suéter blanco como bandera de paz.
El Comandante Buendía asumió junto con otros compañeros de la Dirección Nacional de la Corriente de Renovación Socialista (CRS), la responsabilidad histórica de llevar a feliz término el proceso de paz y dejación de armas con el gobierno nacional durante el mandato del Presidente Cesar Gaviria, y reconciliación con la sociedad Colombianal. Su ardua labor fue decisiva para que los combatientes creyeran en la necesidad de un proceso de desarme, dado que siempre fue considerado como su máximo comandante, gracias a su capacidad operativa, su camaradería, buen trato y relacionamiento con la tropa guerrillera; sus visitas a los campamentos y estructuras urbanas y suburbanas fueron determinantes ya que:
Uno de los requisitos de la negociación era la concentración de la fuerza guerrillera en un lugar específico: Para el caso de la CRS, se escogió de común acuerdo con el Gobierno Nacional el Corregimiento de Flor del Monte, Municipio de Ovejas en pleno corazón de los Montes de María de donde, en compañía del otrora también Comandante del Frente Astolfo Gonzales, el compañero Evelio Antonio Bolaños alias Comandante Ricardo González o “El Lechón”, saldrían trasladados por un helicóptero de la Cruz Roja hacia el Urabá antioqueño, a su encuentro con la muerte.
El 23 de septiembre de 1993, los comandantes se despidieron de Flor del Monte para cumplir con su misión de paz, como vocero nacional, el Comandante Buendía, confiaba plenamente el proceso de paz del que fue un convencido hasta el momento de su ejecución sumaria junto a su compañero de armas y paz el comandante Ricardo González.
Recibidos por un grupo de combatientes, iniciaron su marcha hacia el campamento central del frente, siendo avistados por una columna del Ejercito Nacional, que bien patrullaba por la zona o informados por sus superiores, venia con la misión infame de asesinar a los guerrilleros.
Carlos y Ricardo llegaron a Blanquicet, allí fueron abordados por el comando del ejercito, que les asesinó. Los combatientes al percatarse de la presencia del ejército, advirtieron a los comandantes para que se replegaran, a lo que Buendía respondió: “Soy vocero nacional de paz de la CRS, certificado por la organización y el Gobierno Nacional, así que hablaremos con ellos”. Enrique se dirigió a la tropa enarbolando su camiseta blanca como bandera de paz, los demás combatientes no estuvieron de acuerdo por lo que no obedecieron la orden, pero fueron testigos presenciales del momento en que sus comandantes se acercaron a la columna del Ejército, de manera voluntaria y pacífica, quienes les asesinaron.
El alevoso crimen de Estado cometido por una patrulla del Batallón Voltígeros del Comando Operativo de Urabá, hizo tambalear los acuerdos de paz, los cuales se reiniciaron gracias a, la voluntad de las partes, el traslado de los cadáveres al campamento del Flor del Monte para que recibieran los honores militares de su tropa, la decisión de los negociadores y la Dirección nacional de la CRS, honrando con ello la decisión política defendida por los comandantes con su propia vida.
Veintidos años debieron transcurrir para que este crimen de Estado tuviera justicia, el largo proceso judicial agotó todas sus etapas, llegando a la Corte Suprema de Justicia en su última apelación contra el fallo proferido favorablemente, el 18 de marzo del 2014, por el Tribunal Superior de Antioquía, ratificado por la Corte Suprema de Justicia, en Sentencia declarada el 23 de junio, que confirma la condena del Capitán (r) Néstor Raúl Vargas, al Teniente (r) José Miguel Velandía y el Soldado Profesional (r) Manuel del Cristo Chiquillo, implicados directamente en el homicidio de los dos integrantes de la CRS. Una condena que equivale a 31 años y seis meses de prisión.
En el 93, mientras en la capital Colombiana se mantenía en pie la rueda de prensa que anunciaría las conversaciones del acuerdo con la CRS, desde Flor del Monte se anunciaba la suspensión indefinida de los diálogos hasta que, no se les entregará los cuerpos de Enrique Buendía y Ricardo González y se aclararán de igual manera los hechos. Mientras el Gobierno enviaba al Consejero de Paz, Ricardo Santamaría para hablar con la CRS, Fernando Hernández Valencia (Jacinto Ruiz), hoy Director Ejecutivo de la Corporación Nuevo Arco Iris (CNAI), en conjunto con José Aristizábal (Gabriel Borja) hoy investigador de la CNAI, hicieron público un comunicado en el que dejaban clara la posición de la Corriente de Renovación Socialista CRS:
“La Corriente de Renovación Socialista lamenta confirmar ante la opinión nacional, la muerte de uno de sus voceros y negociadores, el comandante Carlos Prada, conocido como Enrique Buendía, así como la de Ricardo González.
Los dos compañeros se encontraban en el corregimiento de Blanquicet concentrando la guerrilla del Frente Astolfo González de la CRS, para su posterior traslado hasta Flor del Monte, sede de la negociación…”, sigue el comunicado explicando cómo se estaban realizando las tareas cuando de un momento a otro llegaron cinco camiones del Comando Operativo del Ejército, disparando contra Buendía y González, “Enrique y Ricardo levantaron banderas blancas pero fueron cogidos vivos y asesinados posteriormente a sangre fría”, continúa el comunicado y Para finalizar, la CRS hizo un llamado convocando “a todo el país a convertir el funeral de los compañeros el 26 de septiembre, a las 2:00 p.m., en una protesta Nacional contra los enemigos de la paz”.
La sentencia proferida por la Corte Suprema de Justica en los momentos difíciles que afronta los diálogos de paz de la Habana entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc Ep, constituye un aliciente de cara al Postconflicto, dada su dimensión de justicia que implica la neutralidad de la Rama Judicial y de la Fiscalía frente a crímenes de estado y falso positivos cometidos por las Fuerzas Militares que hoy involucra a 2000 de ellos.
Compañeros y amigos, Carlos Prada conocido como Enrique Buendía y Evelio Antonio Bolaños como Ricardo González, su legado de paz que les costó la vida, sigue firme y presente en cada excombatiente de la CRS, reflejada en la labor ininterrumpida por la paz de Colombia desde la Corporación Nuevo Arco Iris.
Paz en sus tumbas.
A continuación puede leer la sentencia de la corte suprema de Justicia en los casos Buendía y González de la CRS asesinados por militares.