Estimando que los periodistas están al servicio de la paz, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó por unanimidad una resolución sobre su protección en las zonas de combate. Dos semanas después, el Departamento de Defensa de Estados Unidos publicó instrucciones que permiten arrestar a los trabajadores de la prensa que realizan espionaje. Thierry Meyssan observa que esa decisión podría acabar volviéndose como un boomerang contra los periodistas de los Estados miembros de la OTAN.
El reciente debate del Consejo de Seguridad sobre la protección de los periodistas en las zonas de combate no trajo mucho progreso en la materia[1]. Los diplomáticos acusaron a diversos Estados de haber matado o de haber permitido matar periodistas sin precisar que la categoría de «periodista» puede abarcar actividades de naturaleza muy diferente al trabajo de un informador, incluyendo el espionaje, el sabotaje y el terrorismo.
Hasta ahora se consideraba que para gozar de la protección que merecen los periodistas era necesario:
- Disponer de una acreditación de prensa concedida por la autoridad competente del país del titular o del país donde el titular está trabajando.
- No participar en los combates.
- No violar la censura militar.
De acuerdo a «Los medios globales», la redacción de CNN se hallaba –y esto se hizo definitivo a partir de 1998– bajo control de una unidad militar, la United States Army’s Psychological Operations Unit, instalada en los propios locales de la televisora. Lo que transmitía no eran los hechos sino un espectáculo montado por la CIA y el Pentágono. Basta recordar el descubrimiento de la fosa común de Timisoara. El mundo entero pudo ver las imágenes de los cadáveres de más de 4 500 jóvenes[2], desangrados para alimentar al dictador de los Cárpatos, que padecía de leucemia, o asesinados durante la represión de manifestaciones. Los rostros habían sido desfigurados con ácido para que nadie pudiera identificarlos. Aquello demostraba los horrores que NicolaeCeausescu, el «Drácula rumano» infligía a su pueblo[3]. Más tarde nos enteraríamos de que sólo eran cadáveres desenterrados del cementerio de la ciudad.
Durante las guerras de Yugoslavia, Irak, Afganistán, nuevamente Irak, Libia y Siria, la OTAN ha fabricado constantemente manipulaciones como la de Timisoara[4]
En «La incorporación de los periodistas de guerra», la publicación, esta semana, del Manual del Derecho de la Guerra del Departamento de Defensa estadounidense expresa claramente la evolución de la guerra al afirmar que ciertos periodistas en realidad son combatientes[5].
Mientras Estados Unidos negociaba con Rusia un posible reparto del «Medio Oriente ampliado», en junio de 2012, la OTAN planeaba recurrir nuevamente a la difusión de imágenes falsas para quebrar la resistencia del Estado sirio y arrebatarle el poder. Washington hizo desconectar las transmisiones de las televisoras sirias que dependían del satélite ArabSat y se disponía a hacer lo mismo con el satélite NileSat. Mientras tanto, un pool de televisiones satelitales cómplices de la OTAN (Al-Arabiya, Al-Jazeera, BBC, CNN, Fox, France24, Future TV, MTV) se preparaba para transmitir imágenes filmadas en estudios montados en Qatar que “mostraban” la huida del presidente sirio Bachar al-Assad[6]. La señal de los falsos canales sirios que iba transmitirse llegaría a los satélites desde la base de la NSA[7] en Australia. Pero enérgicas protestas internacionales provocaron finalmente la anulación de aquella operación, justo antes de la conferencia Ginebra 1.
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