“Negociar sin cese al fuego ni cese de hostilidades, es pintar de sangre la paz”

(parte III)

 ¿Desescalada, cese bilateral, firma de  acuerdos, punto final?

Hacía frío en Flor del Monte, la noche del 19 de abril de 1994, en la víspera del gran día. El  20 de abril a las 10 de la mañana, se daría inicio a los protocolos para la firma de los acuerdos y la  dejación definitiva de las armas para los 720 hombres y mujeres de la Corriente de Renovación socialista- CRS-, grupo disidente del Ejército de Liberación Nacional- ELN-. A partir de ese día se recibirían beneficios políticos, jurídicos, económicos y sociales, iniciando su reincorporación a la vida civil. Una ráfaga de fusil lanzada al aire, rompió el frío de la madrugada, “¡Viva la Corriente!”, gritó el comandante Ricardo, una lluvia de disparos de todos los calibres, dio inicio a la fiesta de la paz y la democracia, una nueva esperanza del cese al fuego definitivo de todas las guerrillas se sembró en Flor del Monte.

Años atrás, El Movimiento Armado 19 de Abril (M-19), El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), El Ejercito Popular deliberación (EPL) y el Movimiento Armado Quintín Lame (MAQL), ya habían hecho su tránsito a la vida civil a  inicios de la década de los noventa, empezando incluso el proceso de “Asamblea Nacional Constituyente”, que llevó al país a la nueva Constitución de 1991 y que hoy a pesar de sus constantes reformas, rige los rumbos de la democracia que pretendemos ser.

En el 2008, el turno fue para las denominadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que concentradas en Santafé del Ralito, entregaron sus armas, iniciando igualmente tránsito a la vida civil, su proceso de justicia transicional, su camino a la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición inició ese año con los aciertos y desaciertos de estos proceso, el cual  al  igual que los de la guerrilla sigue vigente,  aunque se dice que engendraron la Bacrim. Cabe decir que el país cuenta con variadas experiencias de ‘dejación de armas’ y ‘firmas de acuerdos de paz’ en su historia reciente, dejando de lado otras experiencias como las que se dieron con las guerrillas liberales en su  momento.

Exitosas o no estas experiencias, son lecciones aprendidas que dejaron, entre otras, tragedias, asesinatos, desapariciones y el exilio forzado para muchos excombatientes, incluyendo líderes representativos de estos procesos, que pagaron con su vida la pretensión democrática de acceder al poder por la vía electoral, algunos de ellos son: Carlos Pizarro del M-19, los hermanos Calvo del EPL, Enrique Buen Día y Rodomiro Ortega de la CRS. Todos ellos asesinados por el Estado en alianza con el paramilitarismo, cuando daban continuidad a su lucha democrática desde la civilidad.

También se logró demostrar, que a pesar de los asesinatos de estos líderes y del genocidio de la Unión Patriótica, la lucha política  por la vía electoral puede dejar sus frutos, Antonio Navarro del M-19 fue Alcalde de Pasto y Gobernador de Nariño con las más altas calificaciones, otras alcaldías menores  fueron logradas, pero el gran triunfo de la izquierda desarmada, fue ganar el segundo cargo más importante del país que es la alcaldía de Bogotá, que hoy culmina en cabeza de un hombre que cambió las armas por los votos, Gustavo Petro.

El inventario de hombres y mujeres que dejaron las armas desde 1990 al 2008,  pasa de los 40 mil, todo un ejército que, de estar activo, la situación de orden público fuera de anomia absoluta a lo largo y ancho del territorio nacional sin lugar a dudas. Hoy unos 8 a 10 mil hombres de la Farc, entre combatientes y bases de apoyo, según cifras de inteligencia y otras fuentes del conflicto armado, están posiblemente en su recta final de consolidar exitosamente su proceso de negociación con el Gobierno Nacional que ya pasó los dos años y que hoy negocia los últimos dos puntos, victimas y justicia.

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Luis E. Sánchez Puche
Sociólogo – Corporación Nuevo Arco Iris

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