De manera telegráfica, estos son los temas que considero hacen muy difícil, la negociación que emprende el Gobierno y el ELN, lo cual no quiere decir que esta negociación no sea posible, por supuesto que sí, lo que pasa es que al ser tan compleja requiere pensar y superar los retos que implica.
1. Primera dificultad: Las formulaciones con las cuales las dos partes inician la negociación. De parte del ELN, hay compromiso e interés en la solución negociada, pero de manera simultánea no ha desistido de su proyecto estratégico de «Resistencia armada», las razones, por la cual siguen afincados en su formulación de resistencia armada, -luego que desistieron de su proyecto estratégico de poder armado, decisión tomada luego de su debilitamiento entre 1994-2002- son múltiples: convicción ideológica, desconfianza profunda con el compromiso de cumplimiento de lo pactado y por supuesto, sectores y personas que se sienten cómodas y se lucran en «La resistencia armada», este conjunto de razones, son las que hay que superar en un proceso de negociaciones.
De parte del Gobierno, la pregunta es si tiene una propuesta para adelantar una negociación con el ELN, esto es un tema que no conocemos, lo que si sabemos es que el Gobierno, valora a su interior, las dudas y la complejidad del ELN, para avanzar y eso está bien, claridad en la situación de la contraparte, pero es insuficiente, se requiere igualmente propuesta desde el lado del gobierno.
2. Segunda dificultad: La cantidad y calidad de la participación. El ELN ha insistido en su tesis de participación social, para desde esta participación promover los diálogos y negociaciones, la dificultad es involucrar actores con poder y con protagonismo, que vayan más allá del «pequeño» mundo social y político que siempre hemos insistido en estas negociaciones, ese mundo con mucha tradición, es insuficiente para realmente adelantar unas negociaciones, me refiero a la izquierda y las dinámicas de lo que podemos llamar el movimiento de paz, junto al mundo social «Camilista», esto hay que trascenderlo, con otros actores, el tema es que esos actores de gremios económicos, sociales y políticos solo van a participar si se les invita y explica el porqué la importancia de que se involucren en este proceso y eso solo lo puede hacer el gobierno y la pregunta es si el gobierno tiene interés en ello.
3. La tercera gran dificultad, es que hay un planteamiento de «transformaciones para la paz», lo cual implica concretarlas, cuales son las transformaciones que hay que pactar y de manera esquemática el ELN, quiere muchas y el Gobierno pocas, entre estas lógicas e intereses hay que construir un «campo común», lo cual no es fácil.
4. Cuarta dificultad: El tiempo. Considero que aquí igualmente chocan las lógicas, para el ELN, el tema es pactar con las «Élites oligárquicas» y desde ese planteamiento no tiene mayor preocupación por el factor tiempo y en la larga fase exploratoria quedó claro que no tiene interés en «correr», del otro lado el Presidente Santos tiene un tiempo finito, por lo cual considero que el tiempo efectivo que tenemos para adelantar la negociación son 18 meses, contados desde mayo hasta noviembre del 2017, lo cual considero que es un tiempo limitado para concretar la negociación. Esto coloca una tensión adicional y coloca esta negociación en el debate presidencial del 2018 y sus posibilidades de continuidad, supeditadas a lo avanzado y a las valoraciones que tenga el Presidente elegido.
5. Quinta dificultad: Negociaciones en un ambiente distensionado o en la continuidad del conflicto, sobre todo ahora que vamos a cese bilateral con las FARC y cierre de estas negociaciones en los próximos meses, lo cual implica, si se puede distensionar entre gobierno y ELN, dese mi punto de vista, lo mejor en distensión, desde ahora, lo cual implica que el ELN suspenda secuestro y libere secuestrados y Gobierno acceda a pactar cese bilateral, con todo lo que ello implica.
Luis Eduardo Celis