Durante siete días, alrededor de 300 delegados subversivos se reunirán para refrendar el acuerdo que alcanzó su delegación de paz con el gobierno nacional. También definirán su camino como organización política.
Tras 52 años de haberse alzado en armas contra el Estado y de haber negociado durante casi cuatro años de manera formal con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos en Cuba, las Farc convocaron su Décima Conferencia Nacional Guerrillera en las selvas de los Llanos del Yarí, entre los departamentos de Caquetá y Meta.
A diferencia de las nueve anteriores, la que se celebra a partir de este sábado (17 de septiembre) hasta el próximo 23 de septiembre, no se hará en la clandestinidad ni en ella se planeará cómo tomarse el poder por medio de la violencia o de la combinación de las formas de lucha. Por el contario, será pública, contó el apoyo logístico del ‘establecimiento’ y su propósito será aprobar de manera interna el Acuerdo Final de La Habana para definir el rumbo de las Farc como una organización política sin armas.
Mucho han cambiado desde sus últimas conferencias más importantes: la Séptima (mayo de 1982) y la Octava (abril de 1993). En el encuentro de hace 34 años decidieron aumentar su tamaño casi en tres veces, cercar a la capital de la República para tomarse el poder y adoptaron el nombre de Farc-Ep en alusión a ser el supuesto “ejército del pueblo”. En la segunda cita mencionada aprobaron crear los bloques y comandos conjuntos, reforzar su plan estratégico y ampliaron el Secretariado y el Estado Mayor Central.
Conforme al paso de los años su presencia y poder fue aumentado. Entre 1999 y 2002 se sentaron a negociar con el entonces presidente Andrés Pastrana en San Vicente del Caguán, época en la que llegaron a alcanzar su pico máximo de hombres en armas, sobrepasando los 20 mil, y consolidando cerca de 60 frentes guerrilleros en todo el país.
Su siguiente conferencia la realizaron en 2007, cuando las Fuerzas Armadas del Estado ya se habían modernizado gracias a los aportes financieros de Estados Unidos por medio del Plan Colombia y el entonces Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) implementaba su política de Seguridad Democrática, con la cual sufrieron fuertes golpes y se derrumbó el mito de que los miembros del Secretariado eran intocables.
Esa fuerte presión impidió que la Novena Conferencia se realizara con los delegados de los bloques reunidos en un mismo sitio y en ella decidieron volver a la denominada guerra de guerrillas, recurriendo a las emboscadas y dejando de lado las grandes tomas de los años noventa.
El cambio de inquilino en la Casa de Nariño de 2010 trajo consigo la posibilidad de entablar una nueva negociación para ponerle fin a la confrontación armada con el Estado. De ese modo, tras meses de encuentros secretos con delegados del presidente Santos y de haber prohibido el secuestro como mecanismo de financiación, el 15 de noviembre de 2012 se instaló formalmente el proceso de paz en la capital cubana.
Tras superar un sinfín de obstáculos en la negociación y de sortear las dificultades de dialogar en medio de la confrontación armada, el pasado 24 de agosto los jefes de las delegaciones de paz, Humberto de La Calle, por parte del gobierno nacional, y Luciano Marín, alias ‘Iván Márquez’, por las Farc, firmaron el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera.
En el paso siguiente, tras la firma del acuerdo protocolario entre el presidente Santos y el comandante máximo de las Farc, Rodrigo Londoño Echeverri, alias ‘Timoleón Jiménez’, el 26 de septiembre en Cartagena, los colombianos tendrán que refrendar el Acuerdo Final el próximo 2 de octubre.
Por su parte, los subversivos, reunidos en su Décima Conferencia, discutirán sobre los acuerdos alcanzados y definirán su plan de acción como movimiento político, en la que se espera sea su última convención guerrillera. “Las conferencias reúnen el sentir y pensamiento de toda la guerrillearía después de darse las asambleas de los frentes”, indicó una fuente de las Farc.
Guerra atroz
El posible tránsito de la lucha armada de las Farc a la política legal está marcado por una estela de muerte y dolor que se pretende nunca más vuelva a ocurrir. Según el informe ¡Basta ya!, publicado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en 2013, esa guerrilla es uno de los mayores responsables de una violencia que dejó más de dos millones de víctimas y en la que por cada combatiente caído, murieron cuatro civiles.
La investigación señala que las Farc perpetraron 238 masacres de las 1.982 que ocurrieron entre 1980 y 2012; que cometieron por lo menos 10.123 secuestros de los 27.023 que se realizaron entre 1970 y 2010; que reclutaron ilegalmente a 3.060 menores de edad desvinculados de la guerra entre 1999 y 2013; que hicieron 55 de los 95 ataques terroristas ocurridos entre 1988 y 2012; entre otras afectaciones a la población civil como la toma de pueblos y desplazamientos forzados.
Además de esos ‘pecados’, las Farc llegan a su Décima Conferencia con un cambio de actitud y reconociendo su responsabilidad por el daño causado a lo largo de más de medio siglo de confrontación armada. Atrás parecen haber quedado la prepotencia e indolencia que caracterizaba a sus jefes. Pasaron del “quizás, quizás, quizás” que dio como respuesta ‘Jesús Santrich’ al ser preguntado si le pedirían perdón a las víctimas, durante la instalación de los Diálogos de Paz en Noruega, a reconocer que se equivocaron con la práctica del secuestro y a suspender las extorsiones a las “economías legales”.
La investigación señala que las Farc perpetraron 238 masacres de las 1.982 que ocurrieron entre 1980 y 2012; que cometieron por lo menos 10.123 secuestros de los 27.023 que se realizaron entre 1970 y 2010; que reclutaron ilegalmente a 3.060 menores de edad desvinculados de la guerra entre 1999 y 2013; que hicieron 55 de los 95 ataques terroristas ocurridos entre 1988 y 2012; entre otras afectaciones a la población civil como la toma de pueblos y desplazamientos forzados.
Además de esos ‘pecados’, las Farc llegan a su Décima Conferencia con un cambio de actitud y reconociendo su responsabilidad por el daño causado a lo largo de más de medio siglo de confrontación armada. Atrás parecen haber quedado la prepotencia e indolencia que caracterizaba a sus jefes. Pasaron del “quizás, quizás, quizás” que dio como respuesta ‘Jesús Santrich’ al ser preguntado si le pedirían perdón a las víctimas, durante la instalación de los Diálogos de Paz en Noruega, a reconocer que se equivocaron con la práctica del secuestro y a suspender las extorsiones a las “economías legales”.
También han pedido perdón en tres ocasiones a algunas de sus víctimas más emblemáticas: la comunidad de Bojayá en Chocó, los familiares de los diputados de Valle del Cauca que fueron secuestrados en la Asamblea Departamental y asesinados en cautiverio, y a los sobrevivientes de la masacre de La Chinita en el Urabá antioqueño.
Un nuevo aire
Para Eduardo Álvarez, coordinador del Área Dinámicas del Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), a la Décima Conferencia llegan unas Farc que fueron derrotadas estratégicamente, pero no tácticamente. “La guerrilla de hoy dista bastante de lo que fue la de la Séptima y de la Octava conferencias. En esa época se estaban proyectando a la urbanización de la guerra, cambiar sus fuentes de financiación, fijando el desdoblamiento de algunos de sus frentes, pero en los últimos 15 años las Farc se replegaron a las zonas de frontera, perdieron su capacidad estratégica, dejaron de cometer acciones de alto esfuerzo militar y se concentraron en las de mediano y bajo esfuerzo”, señaló.
Agrega Álvarez que como la Conferencia busca acabar a las Farc como marca de guerrilla para transformarse en una organización política, se pueden dar varias discusiones internas sobre la forma de hacerla porque no son un grupo monolítico.
“Las Farc no son una, tiene diferentes expresiones, dependiendo de su historia, de la manera en la que se insertaron en los territorios y de la manera en que han construido instituciones durante la guerra. Es de esperar que en la Décima Conferencia, en su tránsito hacia su paso hacia un movimiento político, haya preguntas al respecto de algunos cabecillas que se relacionaron de manera distinta con las poblaciones”, explica Álvarez y quien agrega que la forma de hacer política les va a exigir un trabajo distinto para ganar apoyos: “En algunas zonas es posible que los apoyos ya estén porque han hecho política toda la vida, en otros territorios por la forma de que se relacionaron más como máquina de guerra, no será tan fácil hacer política para ellos”.
Álvaro Villarraga, desmovilizado del Epl y director del programa Acuerdos de la Verdad del CNMH, advierte que es importante que se mantenga la cohesión de los delegados de las Farc durante la Conferencia y que el Acuerdo Final sea aprobado por la totalidad de sus delegados para que no se generen disidencias.
“En la Décima Conferencia del M-19 hubo dos votos en contra que después significaron una pequeña disidencia de varios años que se llamó ‘Jaime Bateman Callón’, que eran dos mandos medios que votaron en contra del pacto de paz. Con el Epl hubo una división pequeña, pero dañina: hubo una fracción minorita que significó que siguieran algunos pequeños grupos, al punto que hasta hoy existe un pequeño rezago en el Catatumbo que aún actúa en su nombre”, indica Villarraga.
En ese planteamiento coincide Álvarez: “La pregunta central es qué tan cohesionados llegan, más allá del tema de las disidencias. Cabría preguntarse si más allá del Estado Mayor Central y de los comandantes de frente, hacia abajo y las subestructuras hay una cohesión y si llegan tan conectados como se anuncia en los medios”.
Además, plantea que “hay que tener mucho cuidado porque la Seguridad Democrática, en su aspecto militar, rompió organizacionalmente a las Farc en cierta medida. Supuso la captura de mandos medios y comandantes de frente, la muerte de integrantes del Estado Mayor, y eso supuso un relevo de gente más joven a ciertos cargos para los cuales uno se pregunta si estaban listos”.
Durante los próximos siete días las discusiones de la Décima Conferencia serán lideradas por los negociadores de las Farc en La Habana, pero detrás de ellos están sus mayores órganos de decisión: el Estado Mayor Central y el Secretariado.
Fuentes de las Farc explicaron que el Estado Mayor Central es la instancia superior en la toma de decisiones del grupo alzado en armas. Está compuesto por 21 miembros que representan a las distintas estructuras guerrilleras. “No todos los mandos de bloques y frentes hacen parte del Estado Mayor Central, pero puede ocurrir que varios comandantes de frentes sean del Estado Mayor Central”.
Por su parte el llamado Secretariado es una instancia creada por el Estado Mayor Central en 1973 y se define que esté compuesto por seis miembros, pero uno de ellos sea el que tenga la vocería política. “El Secretariado surge ante la inconveniencia de reunir frecuentemente el Estado Mayor Central. Se le facultó para que tomara decisiones rápidas”, precisó la fuente consultada.
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