“El adversario, al igual que el suelo, no es nuestro enemigo sino nuestro aliado. Ambos, al oponer resistencia, nos dan la posibilidad de afirmarnos y avanzar en el camino” Texto homónimo de Gabriel Jorge Castellá
Apreciado lector, con esta quinta y última entrega cerramos nuestra serie de artículos denominada “Negociar sin cese al fuego ni cese de hostilidades” que iniciamos el pasado 25 de mayo de 2015, en un proceso de seguimiento y acompañamiento desde la Corporación Nuevo Arco Iris, a una estrategia poco usual, además de innovadora, en la resolución de conflictos bélicos, que desde sus inicios, mereció nuestro respeto y admiración como investigadores y analistas de nuestra realidad social colombiana.
Dado que la comunidad y su mutuo entramado, conforman la institución social sobre la que se articulan y principian los fundamentos básicos de nuestra sociedad, cimentada en un orden político, jurídico, cultural, económico, afectivo, moral, ético y ambiental, que comprende los modos y realidades concretas de los distintos sistemas de comunicación, así como los diversos sistemas sociales, que se enmarcan en una dinámica de interrelación mutua, continua y constante, siendo por más de 5 décadas, el soporte principal del conflicto armado interno entre los grupos ilegales armados y las instituciones legítimas del Estado. De ella brotaron los hombres, mujeres, niños y ancianos que la guerra fratricida nos cobró y que hoy, al igual que Alicia en su país de la las maravillas, piensa en el nunca jamás.
Por eso intentar cerrar esta saga de artículos, constituye una operación quirúrgica contra el tumor cancerígeno de la guerra intestina que nos sataniza y agobia por más de 50 años, lo que resulta de especial importancia para nuestro tejido comunitario, su buen funcionamiento y la buena salud mental y física de la comunidad, tanto en las situaciones de pretendida normalidad como en aquellas otras en las que la crisis de convivencia y seguridad, propicia una ruptura en la trama socio política y la consiguiente adaptación y transformación de su símil frente a la nueva realidad plasmada.
El Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las FARC de suyo, constituye el nuevo paradigma, y la nueva cosmovisión, para la transformación de una nueva Colombia, sin el traqueteo infernal de los fusiles, ni la onda devastadora de las bombas explosivas, lejos de una bota militar que oprima y asesine, sin falsos positivos, secuestros, extorsiones, emboscadas, retenes ilegales y otras absurdas barbaries del conflicto amado, que para estos tiempos de plebiscito algunos medios se dedican a recordar; que si el burro bomba de Chalán en Sucre, que las masacres de Chengue y el Salao, que el cilindro bomba de Bojayá, que el collar bomba de las Farc, entre otras desgarradoras noticias del ayer, como si con ello no afectaran las víctimas a pesar del tiempo transcurrido, como si la herida requiriera de más sal.
Desde la Patria Boba en el 1810, pasando por la guerra civil de 1831, la guerra de los supremos Conventos en 1840, las siguientes guerras civiles de 1851, 1854, 1860, 1876, 1885, 1895, la guerra de los Mil Días (primera del siglo XX, 1899-1902), la muerte de Gaitán, el Golpe de Estado de Rojas Pinillas, guerras entre liberales y la hegemonía conservadora, por el poder de las oligarquías, que dieron vida a las guerrillas liberales y posteriormente a las guerrillas comunistas, socialistas, castristas, maoístas de: las Farc-Ep, Eln, Epl, Prt, M-19, ADO, PLA, ERP, Quintín Lame y la Corriente de Renovación Socialista CRS, entre otras expresiones guerrilleras urbanas y rurales que se escapan, podemos afirmar que Colombia, hizo la primaria, el bachillerato, un pregrado, una maestría, un doctorado y hasta un postdoctorado en conflicto armado interno y guerra de guerrillas.
Aunque como en toda regla nunca faltan la excepciones, tenemos nuestros guerreristas, verdaderos terroristas psicológicos que no creyeron en la estrategia “Sin cese al fuego ni de hostilidades”, los que en sus análisis antes, durante y después de las negociaciones y la firma de los acuerdos, siguen necios alimentando absurdas posturas de engaño, para cazar bobos e incautos políticos que en su fe ciega consideran sus verdades como hechos cumplidos; “el Presidente Santos está entregando el país a la guerrilla, a los comunistas, seremos otra Venezuela, se irán los inversionistas extranjeros, la impunidad no se puede concebir, negociación sin un día de cárcel, plebiscito armado” entre otras perlas de su terrorismo psicológico.
Proponer el reto supremo de la paz por encima de la constante de guerra, es un acto heroico de talla mundial que sobrepasa todas las expectativas nacionales e internacionales, lo que en ningún momento esconde la realidad social, económica, política y ambiental que vive el país, lo que debemos entender sobre todo los guerreristas es que una de nuestras principales causas hacia una vida colectiva de bienestar, es el conflicto armado, por lo que superarlo constituye un eslabón importante en la cadena del desarrollo humano sostenible y sustentable, si queremos algún día tener seguridad humana, seguridad alimentaria, salud preventiva, educación de calidad, altos índices de empleo, salario dignos y otra serie de Necesidades Básicas Satisfechas NBS y no Necesidades Básicas Insatisfechas, para la gran mayoría de la población colombiana como pasa hoy.
Lo que está claro y diáfano en nuestros días, es que a pesar de los más de 4000 muertos de la Unión Patriótica UP, los asesinatos selectivos de sus aspirantes presidenciales y de sus activistas, de las amenazas y atentados sufridos aun después de 20 años de desmovilizados: el “terrorismos comunista” de los; Petro, Navarros, Sanguino, Sánchez, López, Flórez, Córdoba, Hernández, Cuervo, Cepeda y Robledo entre otros vilipendiado, aun no se han tomado el corrupto Congreso, acabado con la corrupción, ni han logrado transformar las estructuras perversas del capitalismo, y mucho menos han hecho de Colombia un país diferente al que ya tenemos, eso sí, su contribución a la democracia desde lo público es mucho mayor -aun con las limitaciones- que lo que hicieron desde las armas.
La Constituyente, el mínimo vital de agua, la defensa por la vida, la lucha transparencia política, le defensa acérrima contra los TLC, los recursos naturales, alcaldías transparentes e importantes como la Antonio Navarro, alcaldías corruptas al mejor estilo de la derecha liberal como las de los Moreno Rojas, -que siguen siendo parte de la oligarquía-, como parte de la excepción de la regla, alcaldías controvertidas como las de Gustavo Petro, que gobernó con más 100 demandas judiciales encima desde el mismo instante de su posesión, concejales críticos y también corruptos, militantes que hoy están en las toldas de la ultra derecha, entre otras experiencias, constituyen la prueba fehaciente de su aporte democrático.
Por lo que particularmente no creemos que la Farc-EP, desmovilizada y reinsertada, cambie: el sectarismo absurdo de la izquierda, el disco duro de sus dirigentes, las costumbres electorales del país corrupto que trafica con su voto, lejos de cualquier ética ciudadana, que se niega al voto obligatorio, que cambiaran el país, sus estructuras, su impunidad, su falta de justicia social, ni mucho menos nos sumirán en un estado de postración y frustración en el peor de los casos.
Mi voto consciente por el SÍ al plebiscito y a la paz este 2 octubre, no pasa por la duda, ni por el sentir de los guerristas, ni por la Farc-Ep, ni el ELN, mucho menos por Santos, Timochenko, Uribe, Pastrana, Navarro o Petro, pasa el SÍ por las más de 8 millones de víctimas, por los menos de 700 mil pesos del salario mínimo, por las vidas que desde el acuerdo unilateral se salvaron y que con el bilateral se reafirman, por la madre que puede rezar tranquila sabiendo que su hijo no morirá en ninguno de los dos bandos, ni mucho menos de hambre como en la etnia Wayuu, por la oportunidad que Luna mi nieta que está por venir merece, para que al igual que nuestros niños y niñas del futuro, comience a crecer en un mundo de maravillas aun sin Alicia, sin estigmas ni fobias por lo que crea o piense, sin importar su color de piel, ni si cree o no en un dios, ni por la opción sexual que asuma, un mundo plural, lleno de oportunidades y alimentos donde ella y los demás niños solo se preocupen por ser feliz.
Cuando aprendamos el verdadero valor del conflicto, por fin entenderemos que no solo no podemos vivir sin ellos, sino que constituyen la más brillante oportunidad para cambiar nuestro querido país.
El Valor del Conflicto
Antes de despreciarlo,
Antes de estigmatizarlo,
Antes de satanizarlo,
Antes de convertirlo en violencia y castigo,
Valorar el conflicto,
Su indiscutible oportunidad transformadora,
Su valor ontológico en el crecimiento humano,
Su dinamismo en la construcción de democracia,
Él nos representa ante la vida,
Como un neutro e inseparable amigo,
Sin el cual no podemos vivir.
Por: Luis E Sánchez Puche
Sociólogo Nuevo Arco Iris
Presidente ACCE
Ver “Negociar sin cese al fuego ni cese de hostilidades, es pintar de sangre la paz” (Parte I)
Ver “Negociar sin cese al fuego ni cese de hostilidades, es pintar de sangre la paz” El cese unilateral (Parte II)
Ver “Negociar sin cese al fuego ni cese de hostilidades, es pintar de sangre la paz” ¿Desescalada, cese bilateral, firma de acuerdos, punto final? (Parte III)
Ver «Negociar sin cese al fuego ni dejación de armas una estrategia exitosa» (Parte IV)