A mediados de la semana anterior, se radicó en el Congreso, la Reforma tributaria estructural que contiene 311 artículos y que despertó no sólo el interés sino el descontento de varios sectores del país por su contenido.
Antes de ser presentada la Reforma, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, por medio de su cuenta de Twitter, hizo adelantos de ésta como por ejemplo que a la canasta familiar no se le incluiría el aumento del IVA (punto que abre la discusión, partiendo de ¿Cuáles son los elementos que el Gobierno cataloga como canasta familiar?) e hizo, de igual forma, referencia a las pensiones que quedarían libres de ser elemento de tributo.
Algunas de los aspectos que sobresalen en esta Reforma son: el presupuesto aprobado para el 2017 que corresponde a $224 billones. La sanción de cuatro a nueve años de cárcel que tendrían los evasores de impuestos. El incremento del IVA que pasaría del 16 % al 19 % exceptuando la ‘canasta familiar’ y los celulares que tengan un costo menor a $650.000. Quienes devenguen un salario superior a $2’700.000 tendrán que declarar renta. Los negocios que tengan ingresos entre $43 millones y $104 millones podrán pagar ‘monotributo’ o continuar con el impuesto de renta, entre otros. (Ver documento completo de la Reforma Tributaria)
El columnista Armando Montenegro, en su publicación de este fin de semana en el periódico El Espectador, dio respuesta a las siguientes preguntas que él mismo se planteó: ¿Es indispensable la reforma? ¿Se puede posponer? ¿Se pueden incrementar otros impuestos en lugar de los que propuso el gobierno? ¿Por qué no se baja el gasto en lugar de subir los impuestos? ¿Por qué no se reduce la corrupción antes de aumentar los tributos? (Ver en Bienvenida la reforma)
Con base en la radicación de la Reforma se planteó la pregunta semanal, obteniendo los siguientes resultados:
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