Ante la perspectiva de la apertura pública de la mesa de negociación entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional –ELN- para el día 7 de febrero de 2017 hay que hacer algunas reflexiones al respecto.
Es importante volver a retomar lo que se planteó meses, casi que años atrás, en el sentido que el proceso de paz y estas negociaciones, tanto con la insurgencia del ELN como de las FARC EP, son dos mesas y un solo proceso. Lo digo porque creo que la oportunidad del inicio de la mesa de negociación en Quito debe servir para profundizar, complementar y garantizar mayores beneficios para la sociedad colombiana en general, es decir, no podemos esperar que las negociaciones se contrapongan o que éstas sean una competencia de quién negocia mejor, sino que esta mesa que se instalará en Ecuador nos lleve a tocar muchos temas que no se pudieron abarcar en la mesa de La Habana o profundizar en algunos ya negociados.
En este nuevo proceso de negociación a partir de la agenda concertada, a mi modo de ver, hay dos puntos a resaltar sin desconocer la complejidad y la importancia de la totalidad de la agenda. En primer lugar la mesa de negociación del ELN tiene una fortaleza inicial, planteada desde un principio por esta organización, que es el tema de la participación de la sociedad civil, creo que en la forma y el método como lo viene concibiendo esta insurgencia, con respecto a la participación de amplios sectores de la población en el proceso de negociación, es válido y es interesante.
Interesante porque es un proceso de participación mucho más amplio que la que tuvo la negociación de La Habana, que contó con muchas fortalezas en los foros realizados sobre diferentes puntos temáticos de la agenda y que fueron definitivos a la hora de los resultados de dicha negociación, pero que por la concentración en las grandes ciudades y su volumen de participantes no permitió profundizar muchos de los temas y muchas de las reivindicaciones e iniciativas de la sociedad; en esta mesa del ELN la participación tiende a ser mucho más amplía en el sentido de la perspectiva en la que se presenta la posibilidad de desarrollar múltiples eventos en los territorios, para oír la opinión de la comunidad sobre sus reivindicaciones, sus intereses, su forma de ver la paz en el país Y su forma de hacerse escuchar.
Esta nueva modalidad de participación puede garantizar y particularizar las necesidades de los territorios más vulnerables y que han sido afectados por el conflicto, la guerra y la indiferencia del Estado, específicamente por el abandono estatal. Cuando se particularizan territorios, municipios y zonas rurales puntuales, se generan nuevas experiencias de construcción de democracia, eso es lo que se resalta en este proceso de negociación con el ELN.
Más allá del modelo de participación de la sociedad en la agenda de negociación, ELN –Gobierno Nacional, la mesa con esta insurgencia tiene el papel de ampliar la agenda temática y vincular sectores más amplios de la población, tanto regionales como urbanos, es decir, permitir la posibilidad de que grandes masas de la población que nunca han participado en política, en el desarrollo del territorio, en las propuestas de organización del Estado, en la posibilidad de tener representantes directos en los organismos tanto legislativos, como en el poder directo (alcaldías y gobernaciones), esta vez tengan esa posibilidad.
A la vez su papel de complementar o abordar temas que no fueron suficientemente discutidos por la mesa de La Habana, como por ejemplo el tema ambiental, las políticas públicas del manejo de recurso mineros, hidrocarburos y a la minería, temas que está contemplados en la agenda de Quito .
Con base en lo anterior es indispensable que esta nueva mesa sea complementaria. Las agendas no pueden ser excluyentes una a la otra y por el contrario deben aportar soluciones al conjunto de la sociedad e ir mucho más allá del beneficio de un puñado de dirigentes y combatientes, sino al beneficio de las grandes mayorías del país.
Otro punto para reflexionar corresponde a la apertura de una Mesa Humanitaria ya convenida y los temas a discutir en ella. Creo que el Ejército de Liberación Nacional, que fue pionero en la reivindicación de la humanización del conflicto armado desde mediados de los años 80, debe comprender, así como acertadamente lo hizo la guerrilla de las FARC EP en el primer trimestre del 2012, que es insostenible seguir construyendo un discurso a partir de reivindicar el secuestro o tenerlo como una forma de lucha o de consecución de recursos, éste está proscrito en el Derecho Internacional Humanitario, en la conciencia ética universal y en la misma opinión pública colombiana . Del mismo modo el Estado debe llegar a esta Mesa Humanitaria con la actitud de asumir su responsabilidad frente a la masacre permanente contra la sociedad civil a través de las amenazas y asesinatos de dirigentes regionales, sociales y políticos; no es serio para un Estado en proceso de negociación de paz negar la persistencia del paramilitarismo y la sistematicidad de lo que ya conocemos en el pasado como la guerra sucia contra la población civil.
Una de las reivindicaciones de la izquierda debe ser la de la dignidad humana y en esta coyuntura de negociación política es importante que la insurgencia rescate la dignidad de la política frente a la degradación que produjo la guerra. El ELN, así como lo hizo las FARC EP hace cinco años, llega a la negociación de paz como un ejército invicto. La victoria es la paz ha dicho el mismo presidente Santos, pero la paz no es solamente la ausencia del conflicto armado sino la construcción de la convivencia de una sociedad reconciliada, justa y fraterna.
Hay división en el ELN?
La tan cacareada división interna de la guerrilla del ELN no es otra cosa que la flexibilidad y las características propias de un modelo de organización político- militar con un alto componente de horizontalidad y federalización de sus estructuras, contraria a la verticalidad de otras organizaciones insurgentes, con una estructura más rígida en la jerarquía del mando y más compacta en sus decisiones tomadas.
Es así como el Ejército de Liberación Nacional mantiene una estructura con múltiples posibilidades de discusión interna para la toma de decisiones, que ante la opinión pública y algunos expertos pareciese ser que lo que hay es una división interna y que en realidad es el resultado de la dinámica de construcción y ejercicio político-militar de su propio movimiento. El hecho frente al proceso de negociación es que el ELN viene siendo fiel y unificado a las conclusiones de su quinto Congreso que dieron vía libre a la salida política negociada al conflicto armado.
Henry Cuervo Castillo
Investigador Corporación Nuevo Arco Iris
Ver en Corporación Latinoamericana Sur