La primera escuela de formación Erley Monroy Fierro tiene como objetivo el fortalecimiento de las organizaciones campesinas y de sus propuestas de gestión territorial.
Las luchas agrarias en la provincia del Sumapaz están ligadas a la historia de don Juan de la Cruz Varela, como lo llaman por respeto todas las personas en la región; desde los viejos excompañeros de luchas guerrilleras en Cabrera, hasta los niños que empiezan a conocer la historia del movimiento campesino en el colegio que lleva su nombre en San Juan de Sumapaz.
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Los relatos sobre don Juan de la Cruz Varela hacen referencia a una persona autodidacta, inteligente, desconfiada y estudiosa. “Un campesino ilustrado” que juntó los oficios de arar y luchar por la tierra para los campesinos que no la tenían, con las lecturas de clásicos como Víctor Hugo, Montesquieu o Rousseau, con quienes fue alimentando su personalidad y carácter político. Rocío Londoño, su biógrafa, relata que de las siete veces que el Estado y la chulavita quemó la casa de Varela, la más dolorosa fue la sucedida en la vereda Balconcitos donde tenía uno de sus capitales más importantes, su biblioteca.
Esa personalidad estudiosa y práctica se ha convertido en uno de los aspectos más importantes de la identidad y la resistencia campesina en Colombia. De esta forma, los y las campesinas le han salido al paso a la exclusión y la desigualdad a la que han estado sometidos históricamente, como lo reafirma el controvertido censo agropecuario entregado en el año 2015. De acuerdo con este documento, el máximo nivel educativo alcanzado por el 50% de los campesinos es la básica primaria y la tasa de analfabetismo es del 17%; de los tiempos de Juan de la Cruz a la actualidad, el cambio en estas cifras ha sido mínimo.
A pesar de lo vergonzante de la cifra, el campesinado colombiano ha construido mecanismos educativos propios para aprender de leyes, gestión del territorio, sostenibilidad ambiental, economías alternativas y muchos otros temas. A fuerza de solidaridad y trabajo colectivo, han hecho escuelas para que estudien sus hijos, carreteras para comunicarse con el mundo y alcantarillados para poder vivir dignamente.
Escuela de Formación Erley Monroy Fierro: reivindicando la memoria y la dignidad campesina.
Justamente, en la idea de fortalecer la identidad campesina y los mecanismos de autogestión que esta población ha construido a lo largo de la historia, la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc), junto con las organizaciones suecas Forum Syd y We Effect y financiados por la Unión Europea, diseñaron la escuela de formación Erley Monroy Fierro.
Este proceso educativo se empezó a desarrollar en la Zona de Reserva Campesina de Cabrera con delegados de organizaciones regionales que integran Anzorc, quienes durante siete días se reunieron en jornadas completas para desarrollar temas como: economía social solidaria, campesina y del cuidado, elementos técnicos, sociales y jurídicos de la figura de Zona de Reserva Campesina, territorios interculturales, sostenibilidad ambiental, fortalecimiento financiero y administrativo, planeación estratégica, enfoques de género y generacional y justicia comunitaria. Asuntos fundamentales para lograr el fortalecimiento de las organizaciones campesinas en este momento de implementación del acuerdo sobre reforma rural integral.
Fieles a la forma como los y las campesinas generan conocimientos, en las jornadas de la escuela se juntó la teoría y la práctica. Se construyeron definiciones relacionadas con sistemas productivos alternativos al capitalismo, el grupo estableció la necesidad de materializar economías sociales y solidarias teniendo como objetivo principal la sostenibilidad de la vida, así como de reconocer el papel fundamental de los cuidados, los cuales han estado desigualmente distribuidos entre hombres y mujeres. Como afirma Julia Evelyn Martínez, economista y feminista hondureña que acompañó las jornadas de la escuela: “las mujeres vivimos en sociedades patriarcales en las cuales existe una división social del trabajo. Es una división del trabajo impuesta culturalmente en base del sexo”. La conclusión de este ejercicio fue contundente: los cuidados son el fundamento del sistema económico, político, social y cultural. Sin el trabajo de cuidados, todo el sistema se puede caer.
En la práctica, las jornadas contaron con el respaldo y el acompañamiento permanente del comité de impulso de la Zona de Reserva Campesina de Cabrera, quienes realizaron jornadas de reconocimiento de las acciones organizativas de la zona. Fue así como el grupo conoció, por cuenta de los adultos mayores de la provincia de Sumapaz, la historia de don Juan de la Cruz Varela y las luchas agrarias en la región, al igual que la experiencia de la consulta popular de Cabrera que logró frenar el proyecto ‘El Paso’ de las empresas Emgesa y Endesa que pretendía construir 14 microcentrales hidroeléctricas sobre el río Sumapaz. También se compartieron los relatos de “las señoras de la lechuga”, como les dicen en Cabrera a un grupo de mujeres campesinas quienes hace 17 años decidieron detener el machismo garantizando la soberanía alimentaria de sus hogares, a través de la siembra y comercialización de verduras orgánicas en el municipio.
Erley Monroy Fierro y la dignidad campesina
Entre las historias de las luchas agrarias de mediados del siglo XX lideradas por don Juan de la Cruz Varela hasta la constitución legal de la figura de Zona de Reserva Campesina y la puesta en marcha del acuerdo de paz, lo que hay en medio de todos esos años es la resistencia a la violencia, la represión y la exclusión por parte de un sector de la sociedad que ha buscado de todas las formas posibles ser integrado a la nación.
Este largo proceso ha costado miles de vidas humanas, hasta el punto que cada organización tiene su listado local de asesinados y desaparecidos. De acuerdo con las cifras del Observatorio de Restitución y Regulación de Derechos de Propiedad Agraria, entre 2005 y 2015 han sido asesinados 500 campesinos, de los cuales el 77% pertenecían a organizaciones locales y siendo la organización más afectada según este informe, las Juntas de Acción Comunal (JAC) con 109 eventos. El documento concluye con una afirmación categórica: el fenómeno de asesinato de líderes sociales en Colombia es sistemático y ocurre con la regularidad de un metrónomo (Ver informe completo).
En medio de este doloroso panorama, las organizaciones desarrollan capacidades para reconstruir la memoria y mantener los conocimientos de sus líderes asesinados o desaparecidos. Es el caso de la historia de Erley Monroy Fierro, dirigente campesino integrante de la Asociación Campesina de Losada Guayabero Ascal-G, quien fue asesinado en inmediaciones de San Vicente del Caguán en noviembre del año 2016, un mes después de la audiencia pública de constitución de la Zona de Reserva Campesina de la región de Losada Guayabero.
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Erley Monroy fue un impulsor constante de la figura de Zona de Reserva Campesina y de la defensa del medio ambiente. Meses antes de su asesinato, en la audiencia pública realizada en el municipio de La Macarena para discutir sobre la explotación por parte de la empresa Hupecol Operating de 150 pozos petroleros en medio de los parques naturales sierra de La Macarena y Tinigua, Erley manifestó de forma premonitoria que “cuando hablamos del daño al tejido social, estamos hablando de todo lo que entra con una petrolera…los vándalos, los bandidos, los paramilitares. Eso es muerte, eso es lo que tememos, eso es peligro y van a quedar nuestras mujeres viudas, nuestros hijos solos y va a quedar en ruinas todo”.
Por esta razón, la escuela de formación de formadores lleva su nombre, ratificando así que los procesos de construcción de conocimiento liderados por el movimiento campesino son un ejemplo de la defensa y el cuidado de la vida de todas las especies.
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