Una estela de silencio cubre las casas del barrio Isla de la Paz, en el oriente de Buenaventura. Con el paso de las horas, las voces de todos los vecinos que conocieron a Temístocles Machado se han ido apagando. El asesinato de ‘Don Temi’, como lo llamaban, era un presagio de lo peor que les podría pasar a las comunidades más vulnerables del puerto. Era, en el fondo, un mensaje inminente de despojo, de la continuación de intimidaciones y amenazas.
Esa sensación me la describía Antonio*, un amigo cercano de Temístocles y vecino del barrio Isla de la Paz. “No es, como lo dicen en los noticieros, el asesinato de un líder social en Buenaventura. Es más que eso: es una forma de amedrantar a las comunidades para que abandones sus casas. ¿Quiénes quieren esto? Los mismos que amenazaron durante décadas a Temístocles y a otros líderes sociales que defienden el territorio”.
Temístocles Machado, quien vivió 59 años en los 12 kilómetros de la Comuna 6, quien desde niño caminó por los senderos selváticos de Isla de la Paz de la mano de su padre –el líder social Juan Evangelista Machado– quien ayudó a levantar las casas de madera, a sembrar chontaduro, a construir canchas para los niños, fue asesinado en la tarde del sábado 27 de enero. “Era el único que le podía contar toda la historia del barrio en un orden cronológico, con documentos, papeles, fotografías”, dice Antonio, con una voz que se va quebrantando.
El reporte de la Policía de Buenaventura dice que a Temístocles Machado lo asesinaron en un parqueadero que él administraba, ubicado en la vía Altera – Interna de Buenaventura, la misma a la que él y otros líderes sociales se opusieron en 2006 a sus construcción, porque fragmentaría el barrio, como en efecto sucedió. Dos hombres armados le dispararon; dos tiros en el tórax y uno en la cabeza. Huyeron en una moto Eco de Lux negra, como dice el informe de la Policía. Fue trasladado a la clínica Santa Sofía del Pacífico, donde llegó sin signos vitales.
Las calles que rodean la clínica fueron el escenario de encuentro de muchos líderes que, como Antonio, conocían a don Temístocles. “Llegamos pero no pudimos pasar porque llegaron militares a cercar el lugar. Incluso había una tanqueta”, cuenta Antonio, sin sorprenderse. Don Temístocles era también uno de los líderes más visibles del Paro Cívico de Buenaventura, el mismo que en mayo de 2017 marcó la agenda mediática del país durante 20 días. Ese mismo paro que logró que el gobierno se sentara con líderes como Temístocles para resolver problemas de salud, servicios públicos, educación, agricultura…
¿A quiénes incomodaba Temístocles Machado?
La pregunta es difícil de resolver. El mismo Temístocles me lo confesó hace dos meses, cuando lo visitamos en el barrio Isla de la Paz. En ese momento su obsesión era una cancha de fútbol. En una noche, de improvisto, hombres desconocidos trataron de destruirla, quitaron el pasto, la llenaron de piedras; querían convertirla en un parqueadero para el muelle. “Tómele foto a la cancha”, me decía Temístocles orgulloso, después de recuperarla con los niños del barrio.
El domingo 19 de noviembre de 2017, cuando nos vimos por primera vez, Temístocles contó su historia en Radio Conversa, como parte de un proyecto del Instituto Goethe que apuntaba a rescatar la memoria de las comunidades. En una casa de madera que levantaron los investigadores del Instituto junto con la comunidad, se desarrolló el programa radial. Temístocles habló sobre sus amenazas y, rodeado de niños, les pidió a todos los jóvenes que jugaran en la cancha, que no dejaran que los extraños intentaran usurparla de nuevo.
Don Temístocles (centro) después del programa Radio Conversa. Foto: Instituto Goethe Su vida transcurría en un presente de diferentes luchas. El miércoles 24 de enero fue el último día en el que Antonio pudo hablar con él. “Ese día llegó de Bogotá, estaba en un proceso por los litigios de las tierras. A él lo asesoran abogados de la Universidad Javeriana y me dijo que la acción popular iba muy bien. Él lleva 10 años en un litigio por impedir que nos saquen de las casas”. En efecto, Temístocles Machado, como vocero del barrio y expresidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) de Isla de la Paz, sostenía una disputa jurídica con Jairo Arturo Salamando Ochoa, quien asegura ser dueño del barrio por una sucesión de su abuela, Dolores Salamando. Vecinos del barrio aseguran que Salamando es un intermediario de las multinacionales que quieren asumir el control de la zona, una versión que él ha rechazado en múltiples oportunidades.
“Ese miércoles fue un día muy bonito para él”, me cuenta Antonio, “también logró que en el marco del Paro Cívico se abriera una mesa autónoma para hablar sobre el tema de las tierras”. Se queda en silencio, se asoma el llanto: “El lunes comenzaba a funcionar la mesa, donde el principal vocero sería ‘Don Temi’. Él era una Biblia, sabía todo sobre las tierras, sobre toda la historia del barrio. Esto es muy difícil para nosotros”.
El lunes 20 de noviembre, cuando nos vimos por segunda vez, Temístocles no tuvo que decirme que habitaba ese territorio desde los años setenta. Cuando caminaba por el barrio tomaba atajos, sabía quién vivía en cada casa, todos lo saludaban, le hacían preguntas sobre el paro, sobre los servicios públicos que nunca llegaron. Él tomaba nota. Caminaba tranquilo, confesando que su única protección era Dios, la Biblia, el amor, la solidaridad. Caminaba consciente de que la muerte era un riesgo latente, como si fuera una enfermedad terminal que en cualquier momento lo podía devorar. “Por eso es tan importante que mi conocimiento quede en otras generaciones”, decía.
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