El pensamiento social de los quindianos, esas ideas que habitan el imaginario colectivo, casi siempre terminan en una decisión mental rápida y radical: que otros decidan el destino de la región.
El criterio político y social de los quindianos no se identifica fácilmente o no sabemos identificarlo, y lo poco que alcanzamos a percibir no refleja ni un atisbo de algún carácter político o alguna idea colectiva, no demuestra un interés real y aterrizado respecto a la apropiación que, se supone, debemos tener como ciudadanos que habitamos un territorio en el que soñamos con desarrollar exitosamente nuestro plan de vida. Pareciera que vivimos en una carrera contra el tiempo en la que no miramos a los lados, y no sabemos qué camino estamos recorriendo. Desde la época de la colonización, en la que los latifundios eran inmensos territorios en los que unas pocas personas, muy pocas, fungían como dueños, amos y señores de las riquezas de una tierra majestuosa, virgen e inexplorada, el Quindío ha sido un departamento explotado por la mano egoísta de los que creen que para que haya ricos, tienen que haber pobres. Nuestra aguerrida patria, salpicada desde siempre por los latigazos secos e indolentes de la ambición, se ha debatido siempre entre la verdad de muchos y la mentira poderosa de pocos, en el Quindío y ya desde épocas de la reconocida hacienda Burila, que hoy es gran parte del territorio del departamento, se vislumbraba que la mayoría de los quindianos íbamos a tener que vivir arrodillados bajo la sombra hipócrita de una minoría de apellidos imponentes y retórica permanente, como podemos deducirlo en el texto La Colonización del Quindío escrito por el historiador quindiano Jaime Lopera Gutiérrez cuando dice “Frente a la magnitud de la amenaza de los pleitos, los colonos dispersos en el territorio de Calarcá decidieron conseguir un abogado, Catarino Cardona, inteligente jurisperito que blandió con pertinacia y talento dialéctico sus conocimientos para la defensa de los 30 mil colonos que ya habían llegado a Armenia y Calarcá. Al mismo tiempo el influyente colonizador y fundador de Sevilla, Heraclio Uribe Uribe, logró coordinar una visita del Ministro de Obras Públicas de entonces, a quien toda la comunidad enteró de la actitud hostil de las autoridades y de la situación de los aparceros”. En tiempos también violentos y más cercanos a este tiempo de posverdad y conflicto continuo, de corrupción frentera, sinvergüenza y déspota, la cosa siguió igual, y muy cercana está la época en la que el “Taita” construía su emporio económico y político a partir de los sueños de los pobres y del divertimento de la población trabajadora que creía que la mejor manera de surgir y de vivir en un departamento que progresara para bien de todos, era erigir un cacique y rendirle tributo con el silencio y con los votos. Para ayudarnos a entender esta historia que sigue viva y de la que hemos sido víctimas por acción insensata de terceros y victimarios de nosotros mismos por omisión, Alpher Rojas Carvajal, Director de la Corporación de Estudios Sociopolíticos y Culturales de Colombia, escribe en su texto El Taita que domina la política y la economía del Quindío: “Emilio Valencia ayudó a financiar las campañas del extinto “Cacique” del Quindío, el senador Ancízar López, secuestrado y asesinado por el ELN en 2002. López recompensó a Valencia con canonjías clientelistas y toda suerte de prerrogativas institucionales. El Taita ha sido concejal, diputado y representante a la Cámara de muy pobre desempeño. Este político en ascenso fue capturando al Partido Liberal para su personal beneficio, valiéndose de dádivas clientelares y de la industria del juego. También facilitó la penetración de la ilegalidad en el sistema político regional”.
Para todos los quindianos es claro que Emilio Valencia (El Taita), valiéndose de artilugios económicos y políticos, se instaló como el gran cacique líder de los quindianos, amasando una gran fortuna y manipulando y moldeando a su antojo el liderazgo político- administrativo del departamento, como dice Rojas Carvajal “Valencia y su grupo de caballistas y finqueros llenaron la ciudad y el departamento de maquinitas de juego, prenderías, hoteles, moteles y lupanares lujosos, y desde estos antros ejercen el juego del poder regional para decidir el destino administrativo y político de la ciudad”.
Al Taita, habiendo sido ya concejal, diputado y representante a la Cámara, sólo le faltaba el gran trofeo, la alcaldía de Armenia, para lo cual trasladó hábilmente su cacicazgo a su hija y heredara política Luz Piedad Valencia Franco, quien tejió una alianza estratégica con líderes ya moldeados por el Taita y algunos incautos de la política tradicional, para darle continuidad a la ambición de poder que caracterizó a su padre. Cabe decir que esta alianza política contó con la participación de muchos líderes que, movidos por su interés laboral y económico, se prestaron para trabajar en presuntas tramas que atentaron contra los intereses de los quindianos y contra la estabilidad de sus propias familias. Es así como ésta recién graduada cacica y su séquito, terminan por desangrar el herario público de una región que, entre apática y cómplice, ha sido testigo de una forma de gobierno corrupta que ha marcado su historia.
La realidad actual del Quindío es entonces la de un departamento rico, joven y poderoso, que hoy proyecta su infinita biodiversidad como elemento atractivo para, ojalá, ofrecer un turismo respetuoso del medio ambiente, pero también es la de un departamento que sufre la acción frívola de unos pocos mal llamados líderes, quienes obstaculizan y mancillan el verdadero progreso e invisibilizan lo que realmente somos: una región verde, pujante, dinámica y con todos los méritos para destacarse a nivel nacional como generadora de manifestaciones que construyan, positivamente, un gran y honesto país.
Somos muchos los que reconocemos que no sabemos quiénes somos, pero sí sabemos qué ha pasado para que hoy en día no seamos auténticos líderes en nuestro territorio. En definitiva, somos apáticos de nuestra propia realidad. ¿Será porque no creémos que nuestro entorno es particularmente rico en diversidad natural y humana? ¿Será porque nos acostumbramos a que piensen por nosotros? ¿Será porque nos sentimos felizmente explotados por los caciques políticos y económicos? Lo contundentemente cierto es que lideres ambiciosos y egoístas nos han llevado desde siempre como ovejas al redil, y las llagas del desinterés hacia nuestra verdad territorial y cultural siguen sangrando, no sólo por culpa del machete brillante y siempre nuevo de la corrupción, sino también, y aún más, por la falta de apropiación de nosotros mismos de lo que somos y podemos ser.
Ante este panorama seco de liderazgo, manchado de robo y opacado por la mentira y el desconocimiento de lo que somos, los quindianos que despertamos del sueño letárgico y apático, queremos trabajar para identificar esa fortaleza que tenemos y la cual, pese a la fría neblina de un cacicazgo mezquino y mediocre, sigue brillando y hoy en día se manifiesta desde lo no gubernamental, se expresa desde fundaciones, ong´s, grupos artísticos, educadores comprometidos, ambientalistas decididos y todo tipo de corazones populares que palpitan de amor por nuestro territorio y que sueñan con ser ellos quienes utilicen el liderazgo como debe ser: la herramienta para saber lo que somos y entender que podemos ser dueños de nuestro propio destino.
Por José Julián Restrepo Arcila y Germán Guzmán Arias. Directores plataforma de comunicaciones: Somos Comunicaciones.
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